martes, 5 de diciembre de 2023

De cara al porvenir: conversaciones insulsas

Pedro Juan González Carvajal
Pedro Juan González Carvajal

Parece ser que a nivel planetario el tema de la salud mental va adquiriendo cada vez una mayor atención, por el incremento enorme de casos después de la pandemia, casos que incluyen por igual a niños, jóvenes, adultos y ancianos, sin importar posición socio económica, llegando a clasificarse como asunto de salud pública.

Hoy por hoy, los medios y los canales de comunicación sobrepasan en número a cualquier experiencia previa de la cual se tengan registros en la historia de la humanidad.

Y es que tanta información y tanta comunicación, en vez de estar generando un nuevo tipo de estructuración social conjunta, lo que evidencia es el aislamiento y el aumento de microcosmos creados por individuos cuya relación directa con otros humanos va disminuyendo, por no decir desapareciendo con vertiginosidad.

Alguien dirá que cada época trae su afán, lo cual no deja de ser cierto, pero es importante prever las consecuencias que los desarrollos tecnológicos y su masificación, acompañados de situaciones como la Inteligencia Artificial pueden acarrear en la humanidad como concepto ampliado.

Leía en estos días que en Los Estados Unidos se ha vuelto común el aislamiento de los humanos, aún estando acompañados por otros humanos en circunstancias particulares y, además, en espacios restringidos como el automóvil.

El artículo en mención advierte sobre el tipo de conversaciones que rodean y hoy son comunes cuando dos o más personas van en un automóvil y en vez de estar conversando sobre el paisaje, sobre las últimas noticias, sobre conversaciones elementales, sobre cualquier bobada, la mayoría circunscribe su conversación, si es que la tienen, alrededor de darle instrucciones al conductor advirtiendo que cada uno conoce una ruta mejor, que la congestión está insoportable, que los otros conductores son unos mal educados, que no se va a llegar a tiempo al destino fijado, que el WISE o el GPS muestran alternativas desconocidas.

Si en este pequeño espacio la potencial conversación entretenida o inteligente no se da, ¿qué podremos esperar de otros espacios más amplios con un mayor número de personas ensimismadas en sus propios asuntos?

La soledad de vivir acompañados podría ser un buen título para reflejar el día de hoy con sus propias realidades.

Pasando a otros asuntos, es importante reconocer que los grandes relatos que han ayudado a fundar y a soportar lo que hoy llamamos Modernidad, están agotados.

Las ideologías políticas y sobre todo la democracia están en crisis. Las ideologías religiosas han perdido su rumbo y es el miedo y la esperanza lo que todavía sostiene a sus adeptos. Las grandes empresas, los grandes conglomerados, las multinacionales atentan contra la existencia de pequeñas empresas y compiten de tú a tú con los Estados, hoy casi todos en crisis.

Estas tres grandes figuras manejan sus propios ritmos, y es posible que el no entendimiento y el no reconocimiento de este punto sirva para agravar la tensión entre ellas.

Las iglesias pueden hablar con propiedad de procesos milenarios, el Estado de procesos centenarios y las empresas de procesos decenales, obviamente con las excepciones propias de cualquier actividad humana.

Ante la no aparición de nuevos relatos, seremos testigos en lo que quede de nuestra existencia, del progresivo deterioro y de la defensa a ultranza de quienes se están beneficiando con los relatos actuales, con enormes consecuencias nefastas para la mayoría de la población, agravada por los efectos incontrastables del cambio climático y el anacronismos de nuestras instituciones globales más simbólicas como la ONU, la banca multilateral, la OTAN, entre otras tantas surgidas para atender al mundo después de la Segunda Guerra Mundial, de eso ya hace casi 80 años.

Un planteamiento periodístico de Kolbert nos recuerda que “Tenemos cerebros de la edad de piedra, instituciones medioevales, pero tecnología de la época espacial”.

Finalmente, un recorderis para nuestra especie soberbia, que a hoy ya sobrepasa los 8 mil millones de personas: “Como en el ajedrez, al final del juego el rey y el peón se guardan en la misma caja”.