martes, 3 de octubre de 2023

Voces que no se escuchan

Pedro Juan González Carvajal
Por Pedro Juan González Carvajal

Sigue siendo válida la aseveración tanguera de que “gran poder es el dinero”, así como la expresión que dice que “se escucha un atronador silencio”.

Sabiendo que todos sin excepción tenemos intereses y necesidades, y por qué no lealtades o complicidades, llama la atención lo ocurrido con el Grupo Aval cuando paga una sanción en el exterior como compensación por haber aceptado la participación en sobornos alrededor de Odebrecht.

Cada país establece su tipo de justicia lo cual es respetable.

Lo simpático del asunto es que aquí, en el país del Sagrado Corazón, una aceptación y confirmación pública de que se ha cometido un delito en Colombia no pase de ser una noticia de tercer nivel mientras que otro tipo de eventos farandulescos sí copan la atención, el moralismo y la rigurosidad de nuestro aparato de justicia y de nuestra sociedad.

¿Dónde están las voces de los editorialistas, de las universidades, de la Iglesia, de la Super Intendencia Financiera y de las voces vivas de la sociedad?

¿Pasaremos de agache y ni siquiera una sanción social, o una sanción moral tendrán estos delincuentes de cuello blanco? ¿Los seguiremos tratando como si fueran personas prestantes?

¿Ese es el ejemplo de cómo hacer negocios? ¿Seguiremos hablando de responsabilidad social empresarial y de la ética en los negocios?

Ya el Evangelio los catalogaba como “sepulcros blanqueados” o como fariseos. ¿Cuál de estas denominaciones amable lector le gusta más?

Pasando a otro tema donde también el silencio denuncia complicidad, es la falta de respuesta por parte de la sociedad antioqueña y en especial de la de Medellín a la propuesta de un candidato a la Alcaldía de que el servicio del Metro sea gratuito. Nada sería más plausible si fuera viable financieramente hablando. Ni aun cobrando nuestro Metro ha asegurado su viabilidad financiera, ya que lleva sobre sus hombros la pesada carga del endeudamiento cuyo plazo y cancelación incluye posiblemente a otras dos generaciones.

Si lo anterior es una verdad a los cuatro vientos, ¿por qué nadie sale a controvertir con argumentos sólidos esta propuesta populista y equivocada? Ni los otros candidatos dicen nada, ni los concejales, ni los diputados, ni los llamados órganos de control, ni las universidades, ni las organizaciones sociales, ni los intelectuales, ni los pensadores, ni los editorialistas, ni los exgerentes del Metro, ni los exalcaldes, ni los exgobernadores… nadie.

Luego no nos quejemos y luego no tratemos de rasgarnos las vestiduras y mucho menor dizque organicemos revocatorias mal planteadas, cuando ya la leche esté derramada.

Si este es el espíritu cívico del cual nos enorgullecemos, pues estamos en la olla.

La solidaridad y el espíritu cívico y la noción de ciudadanía tienen todas las condiciones de florecimiento en una democracia. El no potenciarlos, el no desarrollarlos es un grave problema de omisión o de desinterés que va socavando poco a poco sus cimientos, máxime cuando exhibe una debilidad tan grande como la nuestra.

Es importante que los medios de comunicación mantengan su independencia. Antes se decía que eran coaccionados con la pauta publicitaria, pero ahora resulta que es que sus dueños son los grandes grupos económicos, y entonces ahí, ya no hay nada qué hacer.