jueves, 26 de octubre de 2023

La Derecha, motor de Polonia

Luis Alfonso García Carmona
Por: Luis Alfonso García Carmona

"Que tu Espíritu descienda y renueve la faz de la tierra, esta tierra". Estas proféticas palabras pronunciadas por el Papa Juan Pablo II, precedieron la caída del comunismo en Polonia, primer país de Europa que logró separarse de la dictadura comunista y acceder a la democracia.

La realidad es que múltiples factores contribuyeron a la caída del totalitarismo soviético: El descontento general contra el atroz régimen moscovita, el profundo sentimiento católico de la población, el coraje de los polacos para enfrentar la maquinaria del Estado hasta obligarla a negociar y, finalmente, la decisión de Moscú, por conducto de Gorbachov, de suspender la ayuda militar al gobierno títere de Polonia para aplastar por la fuerza a los manifestantes callejeros.

Con el regreso a la democracia en 1989, aparecieron varios partidos políticos, principalmente de centro derecha y liberales, que compitieron por el poder. Pero, en las elecciones de 2015 el Partido Ley y Justicia (PIS) llegó al poder, siendo la primera fuerza, desde la caída del sistema comunista, en lograr mayoría en ambas cámaras y en la elección por la Presidencia.

Se ha empeñado desde su llegada al poder en una revolución moral en la política y en la burocracia, que ha generado la retirada de simpatizantes del comunismo de las nóminas estatales, la reorganización de los órganos judiciales para que cumplan eficazmente con sus deberes, y la denuncia de traiciones cometidas contra el pueblo polaco por algunos líderes del movimiento Solidaridad al momento de suscribir los acuerdos con el sistema comunista para la transición a la democracia.

Preconiza el PIS que Polonia debe ser para los polacos y, en consecuencia, se ha opuesto a las exigencias y chantajes de la Unión Europea, que condiciona la entrega de los subsidios a los que Polonia tiene legítimo derecho a la aprobación de leyes que impulsen la “ideología de género” y promuevan los movimientos LGBTI, antinaturales y condenados por la religión católica que profesa la mayoría del pueblo polaco.

El profundo nacionalismo que impulsa Ley y Justicia ha permitido un aumento de la oferta de empleo a través de la inversión estatal en la creación de empresas y a un incremento de la inversión nacional en la banca polaca.

Igualmente, tanto el Gobierno como los partidarios del PIS han puesto coto a las sesgadas campañas de los medios manipulados por la izquierda, que pretenden justificar la intromisión excesiva de los organismos supranacionales en detrimento de la identidad nacional.

No se puede desconocer el esfuerzo para elevar el nivel de vida de los sectores más vulnerables, en especial las gentes de mayor edad. Se reparte un subsidio a los padres de familia por cada hijo a partir del segundo, se redujo la edad para acceder a la jubilación y se crearon otras gratificaciones a gentes de bajos recursos. Sin otro argumento para atacar estas medidas, la oposición las califica de “populismo”.

Es lo cierto que quien visita ahora a Polonia encuentra un país diferente al de hace pocos años, en el que se respira prosperidad, tranquilidad, sentido de pertenencia y fe en un promisorio futuro, dentro de los postulados del orden, el respeto por las tradiciones y por la identidad nacional.