Por: Luis Alfonso García Carmona
"Que tu Espíritu
descienda y renueve la faz de la tierra, esta tierra". Estas
proféticas palabras pronunciadas por el Papa Juan Pablo II, precedieron
la caída del comunismo en Polonia, primer país de Europa que logró separarse de
la dictadura comunista y acceder a la democracia.
La realidad es que
múltiples factores contribuyeron a la caída del totalitarismo soviético: El
descontento general contra el atroz régimen moscovita, el profundo sentimiento
católico de la población, el coraje de los polacos para enfrentar la
maquinaria del Estado hasta obligarla a negociar y, finalmente, la decisión de
Moscú, por conducto de Gorbachov, de suspender la ayuda militar al
gobierno títere de Polonia para aplastar por la fuerza a los manifestantes
callejeros.
Con el regreso a la
democracia en 1989, aparecieron varios partidos políticos, principalmente de
centro derecha y liberales, que compitieron por el poder. Pero, en las
elecciones de 2015 el Partido Ley y Justicia (PIS) llegó al poder,
siendo la primera fuerza, desde la caída del sistema comunista, en lograr
mayoría en ambas cámaras y en la elección por la Presidencia.
Se ha empeñado
desde su llegada al poder en una revolución moral en la política y en la
burocracia, que ha generado la retirada de simpatizantes del comunismo de
las nóminas estatales, la reorganización de los órganos judiciales para que
cumplan eficazmente con sus deberes, y la denuncia de traiciones cometidas
contra el pueblo polaco por algunos líderes del movimiento Solidaridad al
momento de suscribir los acuerdos con el sistema comunista para la transición a
la democracia.
Preconiza el PIS
que Polonia debe ser para los polacos y, en consecuencia, se ha opuesto
a las exigencias y chantajes de la Unión Europea, que condiciona la entrega de
los subsidios a los que Polonia tiene legítimo derecho a la aprobación de leyes
que impulsen la “ideología de género” y promuevan los movimientos
LGBTI, antinaturales y condenados por la religión católica que profesa la
mayoría del pueblo polaco.
El profundo
nacionalismo que impulsa Ley y Justicia ha permitido un aumento de la
oferta de empleo a través de la inversión estatal en la creación de
empresas y a un incremento de la inversión nacional en la banca polaca.
Igualmente, tanto
el Gobierno como los partidarios del PIS han puesto coto a las sesgadas
campañas de los medios manipulados por la izquierda, que pretenden justificar la
intromisión excesiva de los organismos supranacionales en detrimento de la
identidad nacional.
No se puede
desconocer el esfuerzo para elevar el nivel de vida de los sectores más
vulnerables, en especial las gentes de mayor edad. Se reparte un subsidio a
los padres de familia por cada hijo a partir del segundo, se redujo la edad
para acceder a la jubilación y se crearon otras gratificaciones a gentes de
bajos recursos. Sin otro argumento para atacar estas medidas, la oposición las
califica de “populismo”.
Es lo cierto que quien
visita ahora a Polonia encuentra un país diferente al de hace pocos años, en el
que se respira prosperidad, tranquilidad, sentido de pertenencia y fe en un
promisorio futuro, dentro de los postulados del orden, el respeto por las
tradiciones y por la identidad nacional.