martes, 24 de octubre de 2023

De cara al porvenir: espacio público

Pedro Juan González Carvajal
Por Pedro Juan González Carvajal*

Una hipótesis fundamental es que el espacio público es de todos y debe ser cuidado y protegido para su uso y disfrute.

La complementación de actividades peatonales y medios de transporte es una de las consideraciones a ser tenidas en cuenta para garantizar la disponibilidad razonable y segura de estos espacios especiales.

Los POT municipales deben prever, definir y garantizar el uso adecuado del suelo con sus diferentes variedades de tipologías y de usos.

Es común en un país como el nuestro que el ciudadano del común vea atropellados sus derechos y aún tenga que asumir riesgos por el no respeto de normas por parte de terceros y la falta de presencia y eficacia del ejercicio de la autoridad.

En Medellín, un caso concreto es el que vemos en la Calle 2 Sur cuando bajamos del Puente de la 4 Sur entre las calles 50 y 52 (Avenida Guayabal) que sufre de dos condiciones adversas: la primera, el estacionamiento arbitrario permanente que invade uno de los dos carriles dispuestos y la otra, el funcionamiento en plena zona residencial de un punto de acopio de reciclaje que hace que quienes proveen el material mantengan sucia y con residuos de basura las áreas adyacentes y circundantes, así como la permanencia de personas con vulnerabilidad evidente que dan una sensación de inseguridad y de deterioro visual lamentable y complejo.

Y ¿dónde están los encargados de mantener en orden el espacio público? Pues obviamente brillan por su ausencia y el ciudadano, que sufre las incomodidades, es quien siempre resulta siendo el paganini del paseo.

Este es solamente uno de los casos del cual se percatan los usuarios de las vías y los vecinos directamente afectados, pero el fenómeno se percibe en todo el territorio.

Otro caso es el perímetro de la FLA, que tiene contacto con la Estación Aguacatala y que se mantiene como un muladar donde la basura ha invadido completamente las pretendidas zonas verdes.

Igual realidad vemos en la carrera 65 en el trayecto que va del Aeropuerto Olaya Herrera hasta la Calle 30.

La cultura o incultura ciudadana, el exceso de vehículos y de motos y la necesidad de desplazamiento se conjugan para generar desorden en muchos casos y en muchos lugares.

El mantenimiento y cuidado de zonas verdes, parques, jardines, fuentes, la adecuada señalización y fijación de horarios para realización de cierto tipo de actividades y eventos en su conjunto, hacen parte de un adecuado manejo del espacio público.

Existen parámetros internacionales que miden la relación de tantos metros cuadrados de espacio público por habitante. Obviamente es necesario tener en cuenta las calidades, configuración y distribución del territorio, así como el número de habitantes que lo ocupan.

Las características geográficas del Valle de Aburrá, su crecimiento y expansión, han generado condiciones particulares que han tratado de ser suplidas en términos de ordenamiento territorial por los expertos de turno, teniendo como vector direccionador y eje de desarrollo al Río Medellín que lo recorre en sentido sur-norte.

El fenómeno de conurbación generado por los 10 municipios que concurren en el Valle de Aburrá genera dinámicas propias de acuerdo con los requerimientos, necesidades y expectativas de cada ente municipal.

Una verdadera ciudadanía vigila, cuida, preserva y disfruta del espacio público. Sus condiciones y calidades reflejan el nivel de civilidad de quienes lo usufructúan.

Aprovechemos entonces los espacios que son nuestros y eduquemos a las generaciones de relevo para que sean conscientes de la importancia de estos espacios para el desarrollo personal y societal.