Por: Luis Alfonso García Carmona
Entre las múltiples
falsedades a las que nos tiene acostumbrados el infame régimen que padecemos
los colombianos, nos llama la atención la multimillonaria campaña mediática que
pretende identificar a Colombia como potencia de la vida, en abierta
contradicción con la orientación del espurio Gobierno y con su nula gestión en
defensa de la vida de los colombianos.
Ni al más
desprevenido observador de la vida nacional se le escapa que el elevado índice
de muertes violentas en nuestro atribulado país tiene como principales causas:
1. El terrorismo
que durante más de seis décadas han perpetrado las guerrillas de extrema izquierda
en contra de la población civil y la fuerza pública.
2. El cultivo y
tráfico de cocaína y otros estupefacientes, generador de conflictos por el
predominio territorial, ajustes de cuentas entre narcotraficantes y
enfrentamientos con las autoridades, sin contar los daños a la salud de los narcodependientes.
3. La acción de bandas
de criminales que, alentadas por el desmantelamiento de la fuerza pública,
la impunidad galopante y la ausencia de una política de prevención y castigo al
delito, han incrementado su accionar delictivo en contra de la integridad
física de la población.
4. El discurso
de odio de clases y de enfrentamiento y estigmatización de la camarilla
gobernante contra todos aquellos que no comparten sus maléficas y destructivas
doctrinas, que ha generado un aumento de asesinatos de líderes sociales,
ataques a la fuerza pública, masacres y actos terroristas. Recientemente conocimos
con horror cómo un grupo de partidarios del gobierno que se hacen llamar “guardias
indígenas” secuestraron a varios agentes de policía y civiles y, a plena
luz del día, degollaron a uno de los agentes de la autoridad, mientras el presidente
se negaba a enviar auxilios a los secuestrados y uno de sus ministros
calificaba el secuestro como un “cerco humanitario”.
Queda patente que
el actual régimen marxista-leninista no está interesado en la defensa de la
vida de sus gobernados. Por el contrario, patrocina el terrorismo y la
violencia que guerrilleros y narcotraficantes practican con total impunidad,
dejó de perseguir los cultivos de coca, y se ha empeñado en brindar impunidad
total al crimen, justificándola con la falacia de la “paz total”, dizque
para que los colombianos no nos sigamos matando. Aquí los únicos que matan son
las guerrillas comunistas, los cabecillas del narcotráfico y los delincuentes
que, en su calidad de aliados del régimen “mamerto”, reciben el perdón por sus
fechorías y la protección del Estado, mientras el resto de la población trata
de sobrevivir en uno de los países más inseguros de la tierra.
A este oscuro
panorama debemos agregar el proyecto gubernamental para destruir el sistema
de salud que obligará a las EPS a cerrar sus servicios, privando a los
pacientes del acceso a la oportuna atención para sus enfermedades. Competiremos
con el “paraíso comunista” de Venezuela en los índices de muertos por
carencia de atención sanitaria.
Conformémonos con
el derroche publicitario que muestra a Colombia como “potencia de la vida”,
mientras pasamos a mejor vida con la ayuda de este infame régimen que, con
todos los medios a su alcance, nos está convirtiendo a marcha acelerada en una potencia
de la muerte.