martes, 18 de julio de 2023

De cara al porvenir: noticias reincidentes

Pedro Juan González Carvajal
Por Pedro Juan González Carvajal

Es lamentable, pero se ha vuelto reiterativo el hecho de que una serie de noticias que destacan eventos propios de la interacción humana en su esfuerzo constante por sobrevivir y defender sus intereses, se hayan vuelto parte del paisaje por el hecho de que son reincidentes en el tiempo, aun cuando obviamente cambian los actores.

¿A quién sorprende la noticia de una nueva masacre en una escuela de los Estados Unidos o en que algún individuo entra a cualquier establecimiento y dispara de manera indiscriminada matando a personas que por casualidad estaban en ese lugar?

¿A quién sorprende el llamado periódico del Papa con respecto a la imperiosa necesidad de orar por la paz mundial?

¿A qué se deberá que en la India ocurren frecuentemente los más numerosos y trágicos accidentes ferroviarios por choque entre trenes?

¿A quién sorprende una nueva declaración incendiaria de Donald Trump apelando a su estrategia nacionalista?

¿Es verdaderamente novedosa la divulgación recurrente de noticias en Colombia con respecto a nuevos feminicidios?

¿A quién sorprende un nuevo escándalo por corrupción en Colombia?

¿A quién sorprende una nueva manifestación pública en Francia defendiendo los derechos asistencialistas previamente obtenidos?

¿Nos causa sorpresa un nuevo derrame de petróleo en alguna parte de nuestros mares u océanos?

¿Es novedosa la noticia de la intensa sequía en algunos países de África?

¿Es acaso novedosa la noticia de la aparición de incendios forestales cada verano en California y en algunos lugares de Canadá y Chile?

¿Causa sorpresa algún nuevo despropósito del Gobierno nicaragüense contra miembros de la oposición?

¿Nos sorprenderá que en la época de huracanes del segundo semestre haya alguna tragedia en Norteamérica?

¿Causa algún escozor el anuncio de Corea del Norte de que hará pruebas con misiles que atraviesen los cielos de Corea del Sur y de Japón?

¿Tendrá algo de novedoso las declaraciones del Gobierno norteamericano sobre acciones a tomar en la frontera con México?

¿Genera algún interés la noticia de que China realiza maniobras militares cerca de Taiwán?

¿Genera alguna expectativa el hecho de que se reinicien las conversaciones de paz entre el Gobierno colombiano y las llamadas “Disidencias”?

¿Si es novedosa la noticia de la muerte de un niño Wayuu por desnutrición?

¿A quién sorprende la noticia de un nuevo caso de pederastia?

¿A quién sorprende que permanentemente los organismos multilaterales modifiquen la expectativa de crecimiento de los países?

¿A quién sorprende el hecho de que ante un nuevo asesinato de un líder social en Colombia se convoque a un consejo extraordinario de seguridad y se inicien Investigaciones exhaustivas?

¿A quién sorprende en Colombia que los casos más sonados de la justicia se cierren por vencimiento de términos o simplemente no avancen?

¿A quién sorprende que la Selección Colombiana de Fútbol de cualquier categoría juegue bien pero nunca gane nada?

¿A quién sorprende que para las elecciones de alcaldes y gobernadores en Colombia aparezcan docenas de candidatos absolutamente desconocidos y sin ninguna experiencia?

¿A quién sorprende las tragedias que ocurren por el intenso invierno o por el intenso verano generados por el llamado cambio climático?

¿A quién sorprende que se lesionen James Rodríguez o Jerry Mina?

¿A quién sorprende que siga creciendo la inflación en Argentina?

¿A quién sorprenden las amenazas permanentes de Putin?

Y estos son solo unos simples ejemplos.

Hemos llegado a un punto de saturación informativa y de displicencia generalizada que ha conllevado a que el tropel de acontecimientos haga parte de una rutina insulsa que nos mantiene enterados, pero no informados y menos comprometidos.

La relación entre el hombre, lo humano, la humanidad y el humanismo, han venido cayendo, como conceptos, en una crisis profunda que nos está llevando a una crisis moral y ética sin precedentes y a una angustia existencial generalizada.

Es otro de los sinos de nuestro tiempo.