lunes, 31 de julio de 2023

Colombia al rescate de la identidad perdida

Luis Alfonso García Carmona
Por: Luis Alfonso García Carmona

Asistimos en Colombia al desmoronamiento de una cultura vinculada a los valores judeo - cristianos, al respeto por la dignidad del hombre, su libertad y sus derechos fundamentales y a la defensa de la familia tradicional, como núcleo esencial de la sociedad.

Actúa la camarilla gobernante en consonancia con su funesta ideología marxista - leninista. Parte de la base de que es preciso destruir nuestra cultura, nuestros principios democráticos, la institución de la familia, para construir una nueva cultura sobre las ruinas de lo existente. Es, ni más ni menos, lo que el comunismo enseña y práctica.

La llegada de la camarilla de extrema izquierda al poder por medios fraudulentos ha significado la culminación de un proceso de manipulación de masas, cumplido a espaldas del pueblo, con la complicidad de una corrupta clase política, entregada al usufructo del poder, olvidando su compromiso con el bien común de los gobernados.

¿Cómo olvidar el “raponazo” del Gobierno de Santos –con la complicidad de las mayorías parlamentarias y la Corte Constitucional– al pueblo que rechazó en el plebiscito de 2016 el humillante acuerdo de La Habana? Luego vino el Gobierno “de transición” (debería llamarse “de traición”), con el que se protocolizó la entrega del país al movimiento castro-chavista que pretende convertirnos en otro país esclavo del Socialismo del siglo XXI.

Se cumple, en consecuencia, con el objetivo revolucionario, sin que la clase dirigente se dé por enterada. Si repasamos los discursos de los aspirantes a ser elegidos en las próximas elecciones regionales, no encontramos alusión alguna a la desintegración cultural que cumple a sus anchas el tiránico régimen petrista.

Como el avestruz, los dirigentes de los partidos políticos esconden sus cabezas, mientras el régimen construye, a través de la Comisión Nacional de Participación, las propuestas con carácter “vinculante” elaboradas por 74 recalcitrantes comunistas y 6 representantes de los gremios, que se convertirán en normas constitucionales sin participación del pueblo ni del Congreso. Todo, en nombre del supremo pretexto de hacer la paz con el ELN.

Tampoco reaccionan estos representantes del “centrismo” y de los discursos “políticamente correctos” ante la conformación de colectivos de sicarios armados bajo el remoquete de “gestores de paz”, o “guardias campesinas”, con los cuales se reemplazarán las legítimas fuerzas del Estado, el Ejército y la Policía Nacional.

Urge la conformación de una gran fuerza comprometida en el rescate de nuestra identidad perdida en manos de una fracasada clase política.

Debemos construir de nuevo un “nosotros”, compuesto por quienes creemos que el Estado debe garantizar a todos los ciudadanos el derecho a la vida y a la seguridad, en vez de promover la impunidad y la promoción del narcotráfico.

Un “nosotros” que propugne por el respeto a las decisiones democráticas del pueblo y proscriba para siempre el fraude electoral, la compra de votos y la coacción por medio de la fuerza a los electores.

Un “nosotros” que fomente el crecimiento económico, promueva el empleo digno, reduzca el tamaño y costo del Estado, establezca incentivos a la industria nacional y a los empresarios del campo.

Un “nosotros” que proteja nuestras familias, eliminando el adoctrinamiento en las tesis marxistas y en la ideología de género, y adoptando una legislación acorde con nuestra tradición cristiana y de respeto a la dignidad humana.

Construyamos un “nosotros” para que los gobernantes busquen el bien común, moral, intelectual y material, de los asociados y no su propio beneficio.

Seamos parte de un “nosotros” que ponga en práctica el amor fraternal con nuestro prójimo y atienda sus necesidades de salud, de bienestar y de desarrollo para atender a sus propias necesidades y las de su familia.

Es el momento de recuperar nuestra tradicional identidad que la camarilla en el poder pretende arrebatarnos mediante la degradación de las costumbres, la impunidad con el crimen, el abuso del poder, la mentira, la violencia, la inmoralidad y la destrucción de nuestro patrimonio moral.