viernes, 16 de junio de 2023

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío

José Leonardo Rincón Contreras
Por José Leonardo Rincón, S. J.

Para los que no saben y para a los que ya se les olvidó, les recuerdo que estaremos descansando este puente gracias a que, hasta la ley Emiliani, hoy viernes se celebraba, no la fiesta, sino la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Una celebración que litúrgicamente sigue estando ahí, pero civilmente está prácticamente olvidada.

Lo curioso es que, en Colombia, en el abultado calendario de días festivos, no estaba catalogada como fiesta religiosa, aunque lo fuera, sino como fiesta patria. ¿La razón? Desde 1902, concluida la guerra así llamada de Los Mil Días, nuestro país, por ley de la República, se consagró al corazón de Cristo para dar gracias por la paz que finalmente se había logrado. De ahí que llamásemos a estas tierras “el país del Sagrado Corazón”. Obligaba al presidente asistir a una ceremonia religiosa en la que con una fórmula de oración particular renovaba la consagración de nuestra nación al Sagrado Corazón.

Parecieran haber cambiado los tiempos después de 121 años, pero uno va a ver y no ha sido mucho. Otrora fue una guerra fratricida entre liberales y conservadores, culmen de los agarrones que venían dándose desde la segunda mitad del siglo XIX. Rojos y azules parecían irreconciliables por sus posturas políticas y también religiosas, confrontación explícita que se prolongó, a pesar del armisticio, hasta poco más de la mitad del siglo XX con el Pacto de Benidorm que dio origen al famoso Frente Nacional. En realidad, un acuerdo donde cayeron en cuenta de que eran los mismos con las mismas, que en vez de pelear lo que tenían era que alternarse el poder entre los dos y no dejar que terceros o extraños pretendieran morder parte de la torta ya repartida.

La polarización de hoy día ya no es entre azules y rojos, sino entre derechas e izquierdas, así, en plural, aunque en realidad haya muchos más matices o, si se quiere, facciones o posturas ideológicas. El panorama es más complejo. No tengo claro qué tanto interés exista por buscar el bien común por encima de los particulares intereses. No sé si se busca el poder porque realmente se quieren reformas sociales o porque hay una corrupción galopante y voraz. Tengo serias dudas sobre una sincera voluntad de paz que va en contravía del lucrativo negocio de la guerra. Sospecho seriamente de nuestra ingenuidad política que cual columpio se mueve de aquí para allá, impulsada alegremente por un juego desgastante y letal que está acabando con nuestro país.

Hemos abandonado principios y valores. Hablar de la importancia nuclear de la familia suena anacrónico y conservador. Apostarle en serio a una educación de calidad no es un interés prioritario. Ver cómo se derrumba la institucionalidad por culpa de funcionarios nefastos es apenas comparable con una buena saga de Netflix. Abocados al caos y al desastre en medio de este canibalismo político, si no le ponemos punto final a este correr desbocadamente hacia el precipicio, si no lo arreglamos nosotros y pronto, seremos pasto de terceros que sí sabrán sacar provecho de nuestra sobrada estupidez.

El pobre Libertador se revuelca en su sepulcro porque no han cesado los partidos y no se ha consolidado la unión. Su ambicioso proyecto de constituir la unidad nacional no ha logrado darse. Y el pobre Jesús que entregó alma, vida y corazón para salvarnos y mostrarnos el camino de la verdadera felicidad, por meterse de redentor lo traspasaron en su costado… ¡Sagrado Corazón de Jesús!, dame un corazón semejante al tuyo. ¡Ay Sagrado Corazón de Jesús!, en vos confío.

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