Por: Luis Alfonso García Carmona
El próximo 19 de
junio se cumple el primer aniversario de lo que ha constituido –sin lugar a la
menor duda– el mayor descalabro en doscientos años de historia democrática
de nuestro país.
No fue, como
algunos despistados compatriotas llegaron a pensar, simplemente la derrota de
unos líderes democráticos a manos de un partido de izquierda. Ni sus
consecuencias se limitaron al cambio de unas caras por otras en los cargos
oficiales. No. Para desgracia nuestra, ha sido un torpedo en toda la línea de
flotación de esta nave que llamamos democracia.
No obstante, los
numerosos escándalos que copan nuestra atención día a día, algo más horroroso
que estos actos de corrupción está sucediendo: a nuestra amada Patria la
están convirtiendo en otra esclava del comunismo internacional ante
nuestros propios ojos.
“…de ahora en
adelante debe haber asambleas
populares en todos los municipios de Colombia discutiendo, gobernando, todo
ministro o ministra debe obedecer el mandato popular (…) cada asamblea popular
reunida periódicamente en todos los municipios debe tomar decisiones sobre su
región, sobre su territorio, sobre la paz, sobre la capacidad para movilizarse
de una manera que ya no serán cien mil, doscientos mil, como ahora; esta es
apenas la antesala, el preludio (…) la fase que sigue es el gobierno popular
(…) las asambleas populares en cada municipio son para gobernar”.
Esto fue lo que dispuso
el dictador en su reciente arenga. Estamos, pues, notificados que ya no
existe otra autoridad en el país por encima de las asambleas del pueblo, al
estilo de las más aterradoras dictaduras comunistas.
El Congreso, donde el
Pacto Histórico obtuvo una minoría de las curules, hasta ahora le ha funcionado
al sátrapa al impulso del más descarado soborno. De ahora en adelante, se
someterá a lo que manden las llamadas asambleas populares.
La fuerza pública, bastión
de la democracia en el pasado, está ahora sometida a la máxima capitis
deminutio, después de sufrir el despido de su cúpula militar, la limitación
de sus funciones, el cambio de su misión, y la reducción de sus recursos.
Será remplazada por
irregulares colectivos al servicio de la tiranía como los guardias indígenas,
los gestores de paz, la guardia campesina, que no son otra cosa que milicianos
al servicio del régimen, como en los demás países de la órbita comunista.
Se disfraza toda esta revolución
marxista con rimbombantes expresiones como la de la paz total, que
simplemente es la compensación de impunidad y beneficios a los terroristas,
vándalos, narcotraficantes y políticos corruptos que apoyaron la campaña
presidencial del guerrillero ahora en el poder.
Como podemos colegir,
no estamos solamente ante un problema electoral que se pueda corregir en unas
elecciones locales como las que se aproximan. Está bien que en cada municipio
nos unamos con quienes se comprometan a la resistencia contra la dictadura.
Pero, desde ahora,
debemos adoptar soluciones drásticas que nos lleven a atajar la toma
comunista de Colombia que ya se ha iniciado en forma tan acelerada. No
encuentro sino una fórmula consistente en:
1. Apoyar la
denuncia formulada por el doctor José Manuel Abuchaibe para que se inicie
juicio político contra Petro y se le destituya por violación de los topes
financieros en la campaña. Recientemente aparecieron otras grandes sumas
gastadas en la contratación de un asesor español y 90.000 testigos electorales,
y la confesión del hombre de confianza de Petro, Armando Benedetti, amenazando
con descubrir el sucio origen de los 15.000 millones de pesos que él mismo
consiguió para la campaña.
2. Creación de un gran movimiento
mediante alianzas estratégicas con todos los grupos que trabajan en la
resistencia al régimen, para preparar desde ahora la presentación de
candidato único a la Presidencia y listas unificadas para el Congreso.
3. Un Plan B, en el
caso de que ni el Congreso ni las instituciones judiciales y de vigilancia
cumplan con su deber constitucional, para paralizar el país hasta que caiga
el régimen totalitario y comunistoide que asaltó fraudulentamente el
solio de Bolívar.