miércoles, 7 de junio de 2023

Es hora de que el sector privado defienda esta democracia

Luis Guillermo Echeverri Vélez
Por: Luis Guillermo Echeverri Vélez

Documento de reflexión dirigido a líderes empresariales y trabajadores de Colombia.

Conclusión. Tiene el sector privado hoy la obligación y una gran oportunidad de salvar la democracia.

Resumen ejecutivo. Este documento es un llamado urgente de unidad y acción, dirigido a los miembros del consejo gremial que representan el sector productivo, a la Junta de Dirección Nacional de la ANDI, y por medio suyo, a todo el empresariado, a los trabajadores y sus asociaciones, pues llegó el momento de entender que: sin verdadera democracia, no habrá empresas ni economía sostenible, sin lo cual no hay tributos ni generación de empleos, y por tanto no habrá asociaciones ni sindicatos.

¡Un presidente puede estar enfermo de la cabeza, pero más enfermo está el país que a sabiendas, lo elige! La problemática de Colombia se agravó con la conducta mafiosa que caracteriza al populismo aliado al narcoterrorismo, ese es un grave problema. Pero cuando un líder revolucionario destructor de valor llega al poder, es porque la que está enferma y narcotizada es nuestra sociedad y al que tenemos que curar de las consecuencias de conductas de insensibilidad, indiferencia y corrupción, es al país.

Colombia nuevamente está en manos de una persona con un ego y una ambición que sobrepasa su capacidad para gobernar sin valerse de engaños y mentiras, que no es capaz de respetar la legalidad ni de construir nada diferente a su fama, a costa del empobrecimiento colectivo, propio de las tiranías populistas ideologizadas, que bien sabemos condenan naciones, países, Estados y sociedades enteras, a la esclavitud que representa la miseria absoluta.

No subestimemos el hecho de que organizaciones terroristas como las FARC-EP y el ELN, llevan varias décadas queriendo tomarse el poder y mediante todas las formas de lucha imponernos un régimen narco-comunista. Aún estamos a tiempo de rectificar y corregir los errores, pero ello demanda unidad y un liderazgo colectivo de nuestros mejores hombres y mujeres, para ordenar institucionalmente el país dentro de un marco de legalidad y no de impunidad.

Sabiendo que los buenos somos más y los malos no son tantos, no podemos darle largas a la incapacidad de salir de la trampa populista de la polarización extrema, que al final obliga a la ciudadanía a tratar de sobrevivir entre los costosos e indeseables enfrentamientos civiles y militares con grupos ilegales violentos, sin respeto alguno por la vida, la libertad y la propiedad, tal y cómo ya ocurrió en el pasado en todo el territorio nacional.

Aún estamos a tiempo de defender la democracia. Este es el momento, hay que entender que cuando se presentan las grandes crisis surgen oportunidades de cambiar corrigiendo los errores, después, ya puede ser muy tarde. Es ahora o nunca. Si seguimos el camino destructivo que lleva la región, caeremos todos en la irreversibilidad de la miseria, perderemos la esperanza y la pobreza será el único lugar para migrar. Entendamos que sesenta años de revolución cubana y casi veinticinco de venezolana, nos enseñan que desde el exilio no se recupera la libertad de una nación, y que, si no actuamos ahora, nos dividen, implantan un totalitarismo y se perderán 215 años de tradición democrática.

Contenido:

1. La administración pública y la creación de políticas de Estado requieren conocimiento, profesionalismo y seriedad.

2. La administración de los poderes del Estado requiere idoneidad, no debe caer en manos de irresponsables, adictos, fanáticos ideológicos y menos de delincuentes diestros en terrorismo.

3. Lo que se conoce por sociedad civil y las instituciones del sector privado deben ser los principales responsables de velar porque la actividad política partidista se mantenga dentro de la legalidad y no degenere en clientelismo y corrupción, falta de transparencia y abusos de poder.

4. Toda nación debe valorar y respetar sus principios fundacionales: libertad y orden.

5. Una unidad de propósito nacional, demanda pensar en grande y ocuparse de lo fundamental, con coraje y visión de largo plazo.

6. Cambiamos o nos cambian. El buen liderazgo demanda reconocer los errores y enmendarlos obrando rápido, ligero, con mucha determinación.

7. Tiene el sector privado la oportunidad de exigir y devolverle la esperanza a la nación.

8. El propósito fundamental de la dirección gremial, es comprender la importancia prioritaria del “balance general del país”, y velar por ello.

9. Ser líder es tener el valor de escuchar y luego actuar con determinación en favor de los desprotegidos.

10. Colombia necesita sus líderes presentes en la línea de batalla por salvar la democracia.

Desarrollo

1. La administración pública y la creación de políticas de Estado requieren conocimiento, profesionalismo y seriedad. Sin duda alguna, estamos gobernados por alguien que aqueja y demuestra graves desequilibrios, complejos, resentimientos, insensatez y desprecio por sus obligaciones constitucionales, que maneja con gran habilidad un discurso populista e impostor, y una dialéctica inversa cargada de retórica y demagogia, en muchos momentos totalmente incoherente y agravada al haber bebido un poder venenoso que siempre embriaga egos e infla vanidades y que no estaba preparado para manejar. Y sin duda está el Gobierno rodeado de lo peor de la política criolla e hispanoamericana, y relacionado con lo peor del crimen organizado que ha producido nuestra historia y que hoy goza de plena representación en el Congreso.

Llegar a este extremo del circo politiquero que vivimos es algo que no tenía que ocurrir, si el sector privado no se hubiese desentendido tanto del acontecer político y los partidos, en lugar de consentir del deterioro institucional actual, lo hubiesen combatido. La situación no sería tan grave como pinta hoy, si la sociedad no se hubiera amancebado con una anarquía alcahuete con la ilegalidad, confundiendo los principios del deber ser con una escala de valores inversa, y ampliando los linderos del libertinaje en detrimento de las obligaciones cívicas y democráticas que constitucionalmente han sido el flotador de nuestra libertad.

2. La administración de los poderes del Estado requiere idoneidad, no debe caer en manos de irresponsables, de fanáticos ideológicos y menos de delincuentes diestros en terrorismo. El país en busca de un cambio que nadie argumenta no sea necesario, se tragó la carnada y el anzuelo de los cantos del populismo, y como sociedad cometimos el grave error de subirnos en un bus sin frenos, manejado por un conductor suicida y ebrio por cuanta de un licor adulterado.

Todas las personas que traspasan el limité de la legalidad al haber cometido o participado en delitos de sangre deberían tener muerte política y no recibir una curul como premio de impunidad. Y en general todo el que aspire a un aval partidista debía haber sido evaluado expertos para determinar si su condición mental era la apropiada, para poder legislar o gobernar una nación de cincuenta millones de habitantes con una tradición de libertad, democracia, independencia de poderes y un sistema económico funcional.

Los liderazgos individualistas tan solo envuelven intereses individuales, pues se oponen a las verdaderas convicciones de unidad colectiva de la nación. El sano ejercicio de la política como en las selecciones nacionales deportivas, requiere la formación de equipos integrados por los mejores ciudadanos, dirigidos con sabiduría y experiencia bajo la plena convicción y determinación de cumplir un objetivo común que, en el caso político, debe ser procurar por el bienestar sostenible mediante la garantía de libertad, seguridad, justicia y buen desempeño económico sostenible para la nación.

Toda irresponsabilidad en el manejo de un Gobierno está monitoreada por los mercados, las calificadoras y los evaluadores de riesgo país. Cada escándalo cierra más el acceso a la financiación y complica el pago de la deuda externa y también la capacidad de la hacienda pública para repagar la deuda. El riesgo país sin duda es el mejor indicador de la confianza y una vez esta se pierde es muy difícil recuperarla y por tanto no hay crisis políticas ni sociales que no tengan un impacto adverso en la economía.

3. Lo que se conoce por sociedad civil y las instituciones del sector privado deben ser los principales responsables de velar porque la actividad política partidista se mantenga dentro de la legalidad y no degenere en clientelismo y corrupción, falta de transparencia y abusos de poder. El problema que hoy nos ha llevado a convertirnos en una vergüenza internacional, está en el deterioro y la ineficiencia operativa de las bases institucionales de nuestra sociedad, que son las que hay que sanear y reestructurar, si no queremos caer en la miseria de otras naciones hermanas, y si queremos recuperar una democracia que dejamos en manos del narcoterrorismo y de lo peor de la corrupción política.

Esto no es asunto de derechas o izquierdas, no es solo lo que ocurra en las elecciones de octubre o de esperar tres años a ver qué pasa en las próximas elecciones, para seguir con los mismos y en la misma payasada.

El problema es la calidad de la gente asociada al modelo de cooptación que deja por fuera la adopción de criterios eficientes y sanos de selección de personas y profesionales por mérito, como ocurre en el sector privado empresarial o en el campo deportivo.

4. Toda nación debe valorar y respetar sus principios fundacionales: libertad y orden. Nos llegó el momento de unirnos y ser responsables, de barrer y limpiar la basura que resulta de la carencia de ética en el partidismo, por la inadecuada calidad de la preselección de candidatos a todo tipo de posiciones públicas. No está bien que, en materia de experiencia especializada, cualquiera pueda ser ministro o presidente de Colombia.

Nos llegó la hora de defender a Colombia de la ruina a la cual gobiernos populistas corruptos, mediante lo que se denomina Socialismo del Siglo XXI, han llevado recientemente a nuestras naciones hermanas a situaciones de empobrecimiento y miseria, colectiva prácticamente irreversibles, y donde gran parte de sus ciudadanos se han visto obligados a migrar en búsqueda de un futuro en otros países.

No podemos seguir delegando el manejo de las decisiones más importantes del país, en manos de los mismos irresponsables que sólo confieren avales entre los mismos actores viciados por la politiquería y el clientelismo que habitan dentro de más de 30 movimientos políticos actuales.

5. Una unidad de propósito nacional, demanda pensar en grande y ocuparse de lo fundamental, con coraje y visión de largo plazo. La defensa del capital y la inversión al servicio de la economía tienen que ser un propósito nacional, así como tiene que serlo la protección de quienes tienen a su cargo la seguridad ciudadana y de los territorios nacionales, de quienes educan nuestros hijos y de quienes dirimen nuestras controversias.

El liderazgo privado no puede partir de la conveniencia inmediatista que acolita y adula políticos de mala muerte, ni pasar por alto el respaldo a quienes defienden el sistema de libre empresa.

El problema no es el sistema de formación de capitales y la libertad de empresa. El problema no son las ideas de izquierda o derecha dentro de una unidad de propósito como nación, expresadas con lógica y racionalidad. El problema son las expresiones ideológicas extremas radicalizadas que traspasan el sano y sensato debate parlamentario, especialmente si ignoran o traspasan los linderos de la ilegalidad.

La sostenibilidad de las democracias depende de la calidad ética de los relevos generacionales dentro de una cultura sana y transparente, como elemento totalmente necesario para el buen funcionamiento de cualquier equipo, político o deportivo. Sólo podemos salvar a Colombia pensando en el largo plazo, generando los mecanismos para encontrar, formar y escoger los mejores profesionales dentro de las nuevas generaciones.

Nuestra sociedad no invierte un céntimo en la formación de talento, eso es un grave error que hay que enmendar, y a los partidos políticos que por ley deberían hacerlo, no les interesan sino las próximas elecciones y el trueque de los avales por favores y compromisos.

Para lograr unirnos es necesario que quienes ocupan hoy posiciones de liderazgo den ejemplo, sin rehuir la batalla por la democracia, planteando con inteligencia y firmeza el debate nacional y participando con determinación en la lucha por exigir e implantar un sistema sano de selección de candidatos a los cargos de elección y representación popular, y al tiempo establecer mecanismos amparados en las mejores metodologías meritocráticas, para reclutar y preparar los jóvenes sobresalientes que tenga el país, y así poder gobernar profesionalmente cuando les llegue el momento.

6. Cambiamos o nos cambian. El buen liderazgo demanda reconocer los errores y enmendarlos obrando rápido, ligero, con mucha determinación. El tiempo siempre será el recurso más importante y el más escaso para una sociedad. Los lideres valen por sus acciones positivas, por su sentido de la responsabilidad, por generar resultados y construir obras importantes para la sociedad, no por sentirse importantes ni por su capacidad de destruir.

Como país no podemos darnos el lujo de delegar la responsabilidad en una clase política que ha fallado. No podemos esperar dormidos a que termine esta pesadilla en la conducción demencial de un Estado democrático y correr el riesgo de que se monte al poder algo igual o parecido a lo que tenemos hoy.

El sector privado debe procurar e invertir en que la política no siga en manos de los mismos de siempre, ni que los mismos de siempre, los que llevaron el país al caos por no hacer valer la legalidad, representados por los mismos mediocres de siempre, sigan resolviendo por nosotros, quiénes pueden y quiénes no pueden entrar a una elección, pues así, sin duda tarde o temprano, saldrá triunfador otro igual o parecido al que tenemos ahora.

El liderazgo gremial no está establecido para rendirle pleitesía a los políticos, ellos son servidores públicos, y es el sector privado el que genera el valor y la riqueza de la cual salen los recursos que manejan los empleados públicos. Los gremios tienen la obligación de orientar a los gobiernos.

Dejemos como sociedad ya el mama-toco y el embeleco mamerto y cobarde de pensar que algo positivo se puede lograr negociando con delincuentes y terroristas. Pongámonos a ordenar el país en favor de una mayoría trabajadora que bien merece que las instituciones vuelvan a funcionar de manera legal y transparente.

Entendamos que el sometimiento a la legalidad y a la justicia tiene que ser incondicional, pues ante referentes de legitimidad diametralmente opuestos, sólo cabe como resultado la aceptación de la impunidad por parte del más débil, con lo cual, hay evidencia suficiente, se desnaturaliza todo el sentido de la justicia, y terminamos gobernados por los delincuentes y por los corruptos e incompetentes a quienes le permitieron acceso al poder.

7. Tiene el sector privado la oportunidad de exigir y devolverle la esperanza a la nación. Llegó el momento de que nuestros líderes empresariales asuman la responsabilidad que supone la dirección gremial e institucional que todo el sector productivo nacional les ha confiado y que ustedes representan. Se deben pronunciar con un discurso positivo pero firme y hablarle al país desde el corazón, liderando con un significado más grande que los intereses particulares de cada gremio o cada empresa.

Llegó el momento de que los líderes privados se manifiesten enérgicamente contra la politiquería, tomando medidas propias de una resistencia democrática opuesta a la conducción del Estado en manos de delincuentes, terroristas, personas con prontuario delincuencial, o personajes mediocres e incompetentes.

Llegó el momento de que una oposición sólida, defienda la constitucionalidad y la economía colombiana ante el alto riesgo que corre todo el sistema de garantías económicas, sociales y de mercado que desde la formación de la república le han garantizado libertad y democracia a nuestra nación.

No quiero pensar que la pasividad gremial actual frente al caos que vive el país, es simple cobardía, ingenuidad, ni menos que es deliberada. En este momento no podemos seguir con esa actitud permisiva, complaciente y validadora de las equívocas iniciativas y políticas del Gobierno populista, antidemocrático, autocrático y cleptocrático, que hoy administra de manera peligrosa, vergonzosa y escandalosa el Estado colombiano.

Llegó la hora de que seamos los dueños de los negocios, grandes, medianos y pequeños por igual, quienes se reúnan y acuerden cómo van a formar una resistencia abierta para defender la democracia de la ruina expropiatoria en favor del Estado y de las minorías criminales.

Llegó la hora de que se le exija al Gobierno que vuelva a ser el garante de la vida, la seguridad, los bienes y la justicia que debe proporcionársele a los ciudadanos y las personas naturales y jurídicas que cumplen con sus obligaciones cívicas, tributarias y de contribución al balance social de un país de ingreso medio y en vía de desarrollo, pero que hoy está a punto de descarrilarse y caer en un abismo, como los trenes de las películas a los que a su paso se les cae el puente y la carrilera.

8. El propósito fundamental de la dirección gremial, es comprender la importancia prioritaria del “balance general del país”, y velar por ello. Crecí al lado de un líder gremial, escuchando esta máxima: “Si el balance del país no es bueno, el balance de las empresas no podrá ser bueno”. De ser cierto lo que dicen, es inaudito que la orden de las juntas directivas de los grandes gremios recomiende a sus presidentes guardar prudencia, cuando nos estamos jugando el futuro nuestro y el de las generaciones venideras.

Es inaudito que los presidentes de gremio sólo se ocupen de hacer cabildeo en favor de agendas individuales y no se opongan rotundamente y enfáticamente a la forma en que se están administrando: la hacienda pública, el sector minero energético que tanto significa para la sostenibilidad financiera de la economía y del propio Estado, las relaciones exteriores con otras naciones democráticas, la justicia, la seguridad ciudadana, las fuerzas armadas y todas las demás carteras del Gobierno y las empresas y agencias del Estado, ni se opongan rotundamente a las reformas propuestas a los sistemas de salud, laboral y pensional, así como el trato que se le está dando a la libertad de expresión y a los medios de comunicación privados.

Pregunto, ¿no habrá sido suficiente dejar solo y sin respaldo gremial a un líder como el expresidente Uribe ante la falsa acusación de “ser paraco”, cuando él fue quien extraditó a los paramilitares durante su mandato? ¿A qué se debe el silencio gremial frente a la infamia que vive Uribe, a manos de quienes lo persiguen por razones políticas e ideológicas? ¿Por qué algunos prefieren criticar a Uribe en lugar de ayudarlo en sus gestas, ignorando que es él el principal campeón en la lucha por la no claudicación de la democracia ante los intereses del socialismo del siglo XXI y ante los populismos narco-comunistas de las fuerzas políticas asociadas a toda suerte de crimen organizado?

¿No habrá sido suficiente dejar solo y sin respaldo gremial al presidente Duque, ante la incitación premeditada de tomarse el poder mediante los actos terroristas del 2021, que causaron la pérdida de soldados de la patria, de miles de millones de pesos a la economía colombiana y regional?

Soy testigo de la forma en que los líderes políticos e institucionales del país, dejaron solo al Gobierno de Duque, quien de forma valiente, profesional y sensata, en medio de todo tipo de críticas y falta de respaldo institucional, manejó el paso por la pandemia, la depresión económica global y los disturbios violentos, de forma tal que la salud, la economía, el apoyo económico al sector productivo, al empleo y a los más necesitados, el costo de la movilidad y la debida representación democrática internacional, llevaron a Colombia a destacarse como unos de los dos países que mejor se recuperó, registrando un crecimiento del 10.7% al cierre del 2021 y un parcial del 12.6% en el primer semestre de 2022.

La ciudadanía trabajadora y respetuosa de la ley, demanda que exista una acción gremial mancomunada y efectiva que se manifieste contra las decisiones y políticas de un Gobierno que ganó las elecciones por un margen estrecho, bajo un manejo y una financiación de campaña fuertemente cuestionada, ante la pérdida acumulada en materia de confianza económica e inversionista, de valor bursátil del primer grupo empresarial del país (Ecopetrol) y la problemática que afecta todo el sector productivo, financiero y de servicios.

9. Ser líder es tener el valor de escuchar y luego actuar con determinación en favor de los desprotegidos. Demanda la ciudadanía, hoy más que nunca, que sus líderes se pronuncien y condenen abiertamente tanto el adoctrinamiento político de jóvenes y niños, como los discursos que fomentan el odio de clases y las propuestas que limitan la formación de capital bruto y la generación de empleo, con las cuales se quieren enfrentar al empresario y el trabajador, y con los que se amenazan hoy la seguridad del capital humano y económico que paga los impuestos que mantienen el funcionamiento de la burocracia estatal, y en general de todos los ingresos públicos y privados.

¿No será razón suficiente para actuar ahora, el riesgo de perder el valor que tienen la independencia que Colombia ha mantenido desde 1810, y que si no se defiende a todo costo dejará de ser libre nuestra nación y pasará como le ha pasado ya a varios países de la región, a ser otro apéndice de la miseria y la tiranía que representa la nueva versión narcoterrorista del viejo comunismo internacional, hoy oculto tras la máscara del socialismo del siglo XXI?

¿No será suficiente lo que se ha demostrado en materia de omisión de reportes y manejo de dineros de campaña y compromisos con delincuentes, por medio de los parientes del presidente, para que los gremios se hagan sentir y velen por el sistema de valores democráticos y libertades sociales?

¿No habrá razones suficientes para exigir que el Estado proteja por igual a todos los ciudadanos, y no sólo se dedique a la árida e improductiva tarea de tratar de negociar con el terrorismo, ante el deterioro del orden público y la seguridad en todas las regiones del país, ante el incremento exponencial de la violencia terrorista mediante matanzas, asesinatos y secuestros de particulares y de niños, ante el acribillamiento de soldados de la patria y de líderes sociales, ante el secuestro, mal llamado reclutamiento forzado de menores, ante el incremento de la extorsión, el chantaje, el hurto y toda suerte de delitos y escándalos, ante la conformación de milicias urbanas apoyada incluso por el alto Gobierno, y ante la multiplicación acelerada de organizaciones criminales?

¿No se van a pronunciar los gremios frente al resurgimiento de todo tipo de ataques a las poblaciones, las vías públicas, los vehículos y la propiedad privada, y de amenazas a la población civil por parte de las FARC-EP (llamasen o no disidencias para cubrir apariencias), del ELN y de muchas organizaciones como el Clan del Golfo, los Caparros, etc., y ante la presencia de representantes de un resurgimiento del M-19 en centros educacionales, la conformación de milicias urbanas, el adoctrinamiento ideológico de Fecode, la presencia de miembros los carteles mexicanos y sus aliados indígenas que deambulan libre y ostentosamente por el Congreso y por las regiones aisladas y abandonadas del país?

¿No será suficiente para que los gremios protesten con fuerza, ver el costo de oportunidad que representan para nuestra economía la fuga de capitales, la salida de grandes inversionistas extranjeros y los proyectos de inversión domésticos que se han dejado de ejecutar a cuenta de la desconfianza que genera este Gobierno que soporta la ideología del socialismo del siglo XXI, la deforestación y producción de coca y cocaína, y muchos otros factores que inciden en el detrimento económico que causaron la inflación, la devaluación de la moneda, la innecesaria reforma tributaria que pasó por el Congreso?

¿No será suficiente razón para que se haga sentir la protesta gremial, el problema de la gran lavandería de dólares que golpea las bases fiscales, financieras y monetarias de nuestra economía?

10. Colombia necesita sus líderes presentes en la línea de batalla por salvar la democracia. Hoy el campo de batalla es digital y en él debe vencer la razón, el bien común, el deber ser y la sensatez de la intelectualidad.

Señores dirigentes, no es cuestión de unas pocas firmas, de comunicados ni cartas políticamente correctas, ni mucho menos de sentarse en la mesa de la utópica negociación con el ELN y con los falaces supuestos actores de la tal paz total.

El asunto es de actitud y de tomar urgentemente medidas y acciones para defender la democracia en franca oposición y resistencia a la conducción indigna, peligrosa, antidemocrática, inadecuada y demencialmente peligrosa del Estado, pues todo lo que se oculta tras los pactos realizados que endosaron el triunfo de Petro, son deudas pendientes que amenazan de muerte instituciones democráticas que ustedes representan y de las cuales dependen la equitativa administración de la justicia, la adecuada conducción del Estado de Derecho, la sana convivencia en toda la nación, y la debida conducción de la economía y de toda la cosa pública.

¿Dónde está el liderazgo gremial que debe ejercer el presidente de la ANDI como principal opositor a la pérdida del sistema de libertad de empresa?

¿Por qué no se hace sentir el acompañamiento de los demás gremios, como ocurrió cuando el país tuvo que conformar el Frente Nacional y fue el sector privado el que exigió poner la cara por la democracia impartiendo orden en la disputa entre conservadores y liberales?

¿Dónde está la ANDI que en 1974 paró en seco, en representación de todo el empresariado al entonces presidente Alfonso López e impidió una reforma laboral tan nefasta con la que hoy se le quieren poner los santos olios al emprendimiento?

¿Dónde están aquellos valientes empresarios que ante el caso del proceso 8.000 cuando el presidente estaba ad-portas de renunciar, estuvieron prestos a buscar una solución de cómo darle continuidad a la democracia? Un asunto que por la desatinada soberbia exigencia personal de un exdignatario y un premio nobel, hizo que un jefe de Estado indigno desistiera de una renuncia y se aferrara el poder terminando un mandato que dejó al país en ascuas y a la politiquería instalada en el trono del bazar del clientelismo y la contratación amañada hasta la fecha.

¿Será que la evidencia de cómo va la falaz promesa del cambio, con que el amo de sus propias contradicciones y del discurso populista engañó a media Colombia, no es aún suficiente para despertar la protesta enérgica de todos los medios económicos del país?

¿Será que no está claro cuál es y cómo opera la corrupta receta narco-comunista del terrorismo inspirado en Cuba y en ETA, que produce muerte lenta y que le aplicaron a Cuba, a Nicaragua, a Bolivia, al Ecuador, a Perú, que le llevan años aplicando a la Argentina y que le quieren imponer a toda la región los padres de Unasur y los partícipes del foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla?

Llegó la hora de que, los dueños del capital, grande o pequeño, directamente y no por intermedio de sus empleados, se ocupen de la dirección de las instituciones privadas y obren como debe ser, como obran los bomberos cuando arde un incendio, cual es el caso en todas las regiones del país.

Llegó el momento de que, en lugar de salir de huida del país, cada quien asuma el liderazgo que le obliga y corresponde, ocupándose de que los presidentes de gremios cumplan con aquello para lo que se les paga, y se dejen ya de tanta figuración política timorata con la cual acompañan y respaldan al Gobierno en viajes principescos y en negociaciones espurias y ficticias.

Es hora de que los grandes grupos y los presidentes de gremios dejen de arar en terreno pedregoso e improductivo haciendo lobby por mano interpuesta, y se pongan la camiseta de Colombia en oposición abierta y franca resistencia a la destrucción del emprendimiento y en pro de defender el balance socioeconómico de la nación.

Señores: la gente indefensa tiene aún la esperanza de que dentro de nuestras conciencias atendamos el llamado patriótico a defender el sistema democrático, aprovechando la oportunidad de ordenar el manejo del Estado, reconociendo vicios nocivos y enmendando errores históricos desde la legalidad que hoy se nos presenta debido a la forma abusiva, mafiosa, irregular, indigna e incompetente en que están ejerciendo el poder quienes siempre pertenecieron, respaldaron o justificaron la insurrección y cometieron toda suerte de delitos comunes y de lesa humanidad.

Es hora de que vuelvan los dueños de los negocios a las juntas gremiales y en asociación con todos los trabajadores de las empresas, armen desde allí una coalición democrática que le exija al Gobierno lo que el elector independiente no puede exigir a la clase política, ya que sin empresas es imposible que 50 millones podamos vivir de las migajas que reparta el Estado, cual es el caso en varias naciones de la región.