Por: Luis Guillermo Echeverri Vélez
Documento de reflexión dirigido a líderes empresariales
y trabajadores de Colombia.
Conclusión. Tiene el sector
privado hoy la obligación y una gran oportunidad de salvar la democracia.
Resumen ejecutivo. Este documento es
un llamado urgente de unidad y acción, dirigido a los miembros del consejo
gremial que representan el sector productivo, a la Junta de Dirección Nacional
de la ANDI, y por medio suyo, a todo el empresariado, a los trabajadores y sus asociaciones,
pues llegó el momento de entender que: sin verdadera democracia, no
habrá empresas ni economía sostenible, sin lo cual no hay tributos ni
generación de empleos, y por tanto no habrá asociaciones ni sindicatos.
¡Un presidente puede estar enfermo de la cabeza, pero
más enfermo está el país que a sabiendas, lo elige! La problemática de Colombia
se agravó con la conducta mafiosa que caracteriza al populismo aliado al narcoterrorismo,
ese es un grave problema. Pero cuando un líder revolucionario destructor de
valor llega al poder, es porque la que está enferma y narcotizada es nuestra
sociedad y al que tenemos que curar de las consecuencias de conductas de
insensibilidad, indiferencia y corrupción, es al país.
Colombia nuevamente está en manos de una persona con
un ego y una ambición que sobrepasa su capacidad para gobernar sin valerse de
engaños y mentiras, que no es capaz de respetar la legalidad ni de construir
nada diferente a su fama, a costa del empobrecimiento colectivo, propio de las
tiranías populistas ideologizadas, que bien sabemos condenan naciones, países,
Estados y sociedades enteras, a la esclavitud que representa la miseria
absoluta.
No subestimemos el hecho de que organizaciones terroristas
como las FARC-EP y el ELN, llevan varias décadas queriendo tomarse el poder y
mediante todas las formas de lucha imponernos un régimen narco-comunista. Aún
estamos a tiempo de rectificar y corregir los errores, pero ello demanda unidad
y un liderazgo colectivo de nuestros mejores hombres y mujeres, para ordenar
institucionalmente el país dentro de un marco de legalidad y no de impunidad.
Sabiendo que los buenos somos más y los malos no son
tantos, no podemos darle largas a la incapacidad de salir de la trampa
populista de la polarización extrema, que al final obliga a la ciudadanía a tratar
de sobrevivir entre los costosos e indeseables enfrentamientos civiles y
militares con grupos ilegales violentos, sin respeto alguno por la vida, la
libertad y la propiedad, tal y cómo ya ocurrió en el pasado en todo el
territorio nacional.
Aún estamos a tiempo de defender la democracia. Este
es el momento, hay que entender que cuando se presentan las grandes crisis
surgen oportunidades de cambiar corrigiendo los errores, después, ya puede ser
muy tarde. Es ahora o nunca. Si seguimos el camino destructivo que lleva la
región, caeremos todos en la irreversibilidad de la miseria, perderemos la
esperanza y la pobreza será el único lugar para migrar. Entendamos que sesenta
años de revolución cubana y casi veinticinco de venezolana, nos enseñan que
desde el exilio no se recupera la libertad de una nación, y que, si no actuamos
ahora, nos dividen, implantan un totalitarismo y se perderán 215 años de tradición
democrática.
Contenido:
1. La administración pública y la creación de
políticas de Estado requieren conocimiento, profesionalismo y seriedad.
2. La administración de los poderes del Estado
requiere idoneidad, no debe caer en manos de irresponsables, adictos, fanáticos
ideológicos y menos de delincuentes diestros en terrorismo.
3. Lo que se conoce por sociedad civil y las
instituciones del sector privado deben ser los principales responsables de
velar porque la actividad política partidista se mantenga dentro de la
legalidad y no degenere en clientelismo y corrupción, falta de transparencia y
abusos de poder.
4. Toda nación debe valorar y respetar sus principios
fundacionales: libertad y orden.
5. Una unidad de propósito nacional, demanda pensar en
grande y ocuparse de lo fundamental, con coraje y visión de largo plazo.
6. Cambiamos o nos cambian. El buen liderazgo demanda
reconocer los errores y enmendarlos obrando rápido, ligero, con mucha
determinación.
7. Tiene el sector privado la oportunidad de exigir y
devolverle la esperanza a la nación.
8. El propósito fundamental de la dirección gremial, es
comprender la importancia prioritaria del “balance general del país”, y velar
por ello.
9. Ser líder es tener el valor de escuchar y luego
actuar con determinación en favor de los desprotegidos.
10. Colombia necesita sus líderes presentes en la
línea de batalla por salvar la democracia.
Desarrollo
1. La administración pública y la creación
de políticas de Estado requieren conocimiento, profesionalismo y seriedad. Sin duda alguna,
estamos gobernados por alguien que aqueja y demuestra graves desequilibrios,
complejos, resentimientos, insensatez y desprecio por sus obligaciones
constitucionales, que maneja con gran habilidad un discurso populista e
impostor, y una dialéctica inversa cargada de retórica y demagogia, en muchos
momentos totalmente incoherente y agravada al haber bebido un poder venenoso
que siempre embriaga egos e infla vanidades y que no estaba preparado para
manejar. Y sin duda está el Gobierno rodeado de lo peor de la política criolla
e hispanoamericana, y relacionado con lo peor del crimen organizado que ha
producido nuestra historia y que hoy goza de plena representación en el Congreso.
Llegar a este extremo del circo politiquero que
vivimos es algo que no tenía que ocurrir, si el sector privado no se hubiese
desentendido tanto del acontecer político y los partidos, en lugar de consentir
del deterioro institucional actual, lo hubiesen combatido. La situación no
sería tan grave como pinta hoy, si la sociedad no se hubiera amancebado con una
anarquía alcahuete con la ilegalidad, confundiendo los principios del deber ser
con una escala de valores inversa, y ampliando los linderos del libertinaje en
detrimento de las obligaciones cívicas y democráticas que constitucionalmente
han sido el flotador de nuestra libertad.
2. La administración de los poderes
del Estado requiere idoneidad, no debe caer en manos de irresponsables, de
fanáticos ideológicos y menos de delincuentes diestros en terrorismo. El país en busca
de un cambio que nadie argumenta no sea necesario, se tragó la carnada y el
anzuelo de los cantos del populismo, y como sociedad cometimos el grave error
de subirnos en un bus sin frenos, manejado por un conductor suicida y ebrio por
cuanta de un licor adulterado.
Todas las personas que traspasan el limité de la
legalidad al haber cometido o participado en delitos de sangre deberían tener
muerte política y no recibir una curul como premio de impunidad. Y en general
todo el que aspire a un aval partidista debía haber sido evaluado expertos para
determinar si su condición mental era la apropiada, para poder legislar o gobernar
una nación de cincuenta millones de habitantes con una tradición de libertad,
democracia, independencia de poderes y un sistema económico funcional.
Los liderazgos individualistas tan solo envuelven
intereses individuales, pues se oponen a las verdaderas convicciones de unidad
colectiva de la nación. El sano ejercicio de la política como en las
selecciones nacionales deportivas, requiere la formación de equipos integrados
por los mejores ciudadanos, dirigidos con sabiduría y experiencia bajo la plena
convicción y determinación de cumplir un objetivo común que, en el caso
político, debe ser procurar por el bienestar sostenible mediante la garantía de
libertad, seguridad, justicia y buen desempeño económico sostenible para la
nación.
Toda irresponsabilidad en el manejo de un Gobierno
está monitoreada por los mercados, las calificadoras y los evaluadores de
riesgo país. Cada escándalo cierra más el acceso a la financiación y complica
el pago de la deuda externa y también la capacidad de la hacienda pública para
repagar la deuda. El riesgo país sin duda es el mejor indicador de la confianza
y una vez esta se pierde es muy difícil recuperarla y por tanto no hay crisis
políticas ni sociales que no tengan un impacto adverso en la economía.
3. Lo que se conoce por sociedad
civil y las instituciones del sector privado deben ser los principales
responsables de velar porque la actividad política partidista se mantenga
dentro de la legalidad y no degenere en clientelismo y corrupción, falta de
transparencia y abusos de poder. El problema que hoy nos ha llevado a convertirnos en
una vergüenza internacional, está en el deterioro y la ineficiencia operativa de
las bases institucionales de nuestra sociedad, que son las que hay que sanear y
reestructurar, si no queremos caer en la miseria de otras naciones hermanas, y
si queremos recuperar una democracia que dejamos en manos del narcoterrorismo y
de lo peor de la corrupción política.
Esto no es asunto de derechas o izquierdas, no es solo
lo que ocurra en las elecciones de octubre o de esperar tres años a ver qué
pasa en las próximas elecciones, para seguir con los mismos y en la misma
payasada.
El problema es la calidad de la gente asociada al
modelo de cooptación que deja por fuera la adopción de criterios eficientes y
sanos de selección de personas y profesionales por mérito, como ocurre en el
sector privado empresarial o en el campo deportivo.
4. Toda nación debe valorar y
respetar sus principios fundacionales: libertad y orden. Nos llegó el
momento de unirnos y ser responsables, de barrer y limpiar la basura que
resulta de la carencia de ética en el partidismo, por la inadecuada calidad de
la preselección de candidatos a todo tipo de posiciones públicas. No está bien
que, en materia de experiencia especializada, cualquiera pueda ser ministro o
presidente de Colombia.
Nos llegó la hora de defender a Colombia de la ruina a
la cual gobiernos populistas corruptos, mediante lo que se denomina Socialismo
del Siglo XXI, han llevado recientemente a nuestras naciones hermanas a
situaciones de empobrecimiento y miseria, colectiva prácticamente irreversibles,
y donde gran parte de sus ciudadanos se han visto obligados a migrar en
búsqueda de un futuro en otros países.
No podemos seguir delegando el manejo de las
decisiones más importantes del país, en manos de los mismos irresponsables que
sólo confieren avales entre los mismos actores viciados por la politiquería y
el clientelismo que habitan dentro de más de 30 movimientos políticos actuales.
5. Una unidad de propósito nacional,
demanda pensar en grande y ocuparse de lo fundamental, con coraje y visión de
largo plazo. La defensa del capital y la inversión al servicio de la economía tienen
que ser un propósito nacional, así como tiene que serlo la protección de
quienes tienen a su cargo la seguridad ciudadana y de los territorios
nacionales, de quienes educan nuestros hijos y de quienes dirimen nuestras
controversias.
El liderazgo privado no puede partir de la
conveniencia inmediatista que acolita y adula políticos de mala muerte, ni
pasar por alto el respaldo a quienes defienden el sistema de libre empresa.
El problema no es el sistema de formación de capitales
y la libertad de empresa. El problema no son las ideas de izquierda o derecha
dentro de una unidad de propósito como nación, expresadas con lógica y
racionalidad. El problema son las expresiones ideológicas extremas
radicalizadas que traspasan el sano y sensato debate parlamentario,
especialmente si ignoran o traspasan los linderos de la ilegalidad.
La sostenibilidad de las democracias depende de la
calidad ética de los relevos generacionales dentro de una cultura sana y
transparente, como elemento totalmente necesario para el buen funcionamiento de
cualquier equipo, político o deportivo. Sólo podemos salvar a Colombia pensando
en el largo plazo, generando los mecanismos para encontrar, formar y escoger los
mejores profesionales dentro de las nuevas generaciones.
Nuestra sociedad no invierte un céntimo en la formación
de talento, eso es un grave error que hay que enmendar, y a los partidos
políticos que por ley deberían hacerlo, no les interesan sino las próximas
elecciones y el trueque de los avales por favores y compromisos.
Para lograr unirnos es necesario que quienes ocupan
hoy posiciones de liderazgo den ejemplo, sin rehuir la batalla por la
democracia, planteando con inteligencia y firmeza el debate nacional y
participando con determinación en la lucha por exigir e implantar un sistema
sano de selección de candidatos a los cargos de elección y representación
popular, y al tiempo establecer mecanismos amparados en las mejores
metodologías meritocráticas, para reclutar y preparar los jóvenes
sobresalientes que tenga el país, y así poder gobernar profesionalmente cuando
les llegue el momento.
6. Cambiamos o nos cambian. El buen liderazgo
demanda reconocer los errores y enmendarlos obrando rápido, ligero, con mucha
determinación. El tiempo siempre será el recurso más importante y el más
escaso para una sociedad. Los lideres valen por sus acciones positivas, por su
sentido de la responsabilidad, por generar resultados y construir obras
importantes para la sociedad, no por sentirse importantes ni por su capacidad
de destruir.
Como país no podemos darnos el lujo de delegar la
responsabilidad en una clase política que ha fallado. No podemos esperar
dormidos a que termine esta pesadilla en la conducción demencial de un Estado
democrático y correr el riesgo de que se monte al poder algo igual o parecido a
lo que tenemos hoy.
El sector privado debe procurar e invertir en que la
política no siga en manos de los mismos de siempre, ni que los mismos de
siempre, los que llevaron el país al caos por no hacer valer la legalidad, representados
por los mismos mediocres de siempre, sigan resolviendo por nosotros, quiénes
pueden y quiénes no pueden entrar a una elección, pues así, sin duda tarde o
temprano, saldrá triunfador otro igual o parecido al que tenemos ahora.
El liderazgo gremial no está establecido para rendirle
pleitesía a los políticos, ellos son servidores públicos, y es el sector
privado el que genera el valor y la riqueza de la cual salen los recursos que
manejan los empleados públicos. Los gremios tienen la obligación de orientar a
los gobiernos.
Dejemos como sociedad ya el mama-toco y el embeleco
mamerto y cobarde de pensar que algo positivo se puede lograr negociando con
delincuentes y terroristas. Pongámonos a ordenar el país en favor de una
mayoría trabajadora que bien merece que las instituciones vuelvan a funcionar
de manera legal y transparente.
Entendamos que el sometimiento a la legalidad y a la
justicia tiene que ser incondicional, pues ante referentes de legitimidad
diametralmente opuestos, sólo cabe como resultado la aceptación de la impunidad
por parte del más débil, con lo cual, hay evidencia suficiente, se
desnaturaliza todo el sentido de la justicia, y terminamos gobernados por los
delincuentes y por los corruptos e incompetentes a quienes le permitieron
acceso al poder.
7. Tiene el sector privado la
oportunidad de exigir y devolverle la esperanza a la nación. Llegó el momento
de que nuestros líderes empresariales asuman la responsabilidad que supone la
dirección gremial e institucional que todo el sector productivo nacional les ha
confiado y que ustedes representan. Se deben pronunciar con un discurso
positivo pero firme y hablarle al país desde el corazón, liderando con un
significado más grande que los intereses particulares de cada gremio o cada
empresa.
Llegó el momento de que los líderes privados se manifiesten
enérgicamente contra la politiquería, tomando medidas propias de una
resistencia democrática opuesta a la conducción del Estado en manos de
delincuentes, terroristas, personas con prontuario delincuencial, o personajes
mediocres e incompetentes.
Llegó el momento de que una oposición sólida, defienda
la constitucionalidad y la economía colombiana ante el alto riesgo que corre
todo el sistema de garantías económicas, sociales y de mercado que desde la
formación de la república le han garantizado libertad y democracia a nuestra
nación.
No quiero pensar que la pasividad gremial actual frente
al caos que vive el país, es simple cobardía, ingenuidad, ni menos que es
deliberada. En este momento no podemos seguir con esa actitud permisiva,
complaciente y validadora de las equívocas iniciativas y políticas del Gobierno
populista, antidemocrático, autocrático y cleptocrático, que hoy administra de
manera peligrosa, vergonzosa y escandalosa el Estado colombiano.
Llegó la hora de que seamos los dueños de los
negocios, grandes, medianos y pequeños por igual, quienes se reúnan y acuerden
cómo van a formar una resistencia abierta para defender la democracia de la
ruina expropiatoria en favor del Estado y de las minorías criminales.
Llegó la hora de que se le exija al Gobierno que
vuelva a ser el garante de la vida, la seguridad, los bienes y la justicia que
debe proporcionársele a los ciudadanos y las personas naturales y jurídicas que
cumplen con sus obligaciones cívicas, tributarias y de contribución al balance
social de un país de ingreso medio y en vía de desarrollo, pero que hoy está a
punto de descarrilarse y caer en un abismo, como los trenes de las películas a
los que a su paso se les cae el puente y la carrilera.
8. El propósito fundamental de la
dirección gremial, es comprender la importancia prioritaria del “balance
general del país”, y velar por ello. Crecí al lado de un líder gremial, escuchando esta
máxima: “Si el balance del país no es bueno, el balance de las empresas no
podrá ser bueno”. De ser cierto lo que dicen, es inaudito que la orden de
las juntas directivas de los grandes gremios recomiende a sus presidentes guardar
prudencia, cuando nos estamos jugando el futuro nuestro y el de las
generaciones venideras.
Es inaudito que los presidentes de gremio sólo se
ocupen de hacer cabildeo en favor de agendas individuales y no se opongan
rotundamente y enfáticamente a la forma en que se están administrando: la
hacienda pública, el sector minero energético que tanto significa para la
sostenibilidad financiera de la economía y del propio Estado, las relaciones
exteriores con otras naciones democráticas, la justicia, la seguridad
ciudadana, las fuerzas armadas y todas las demás carteras del Gobierno y las
empresas y agencias del Estado, ni se opongan rotundamente a las reformas
propuestas a los sistemas de salud, laboral y pensional, así como el trato que
se le está dando a la libertad de expresión y a los medios de comunicación
privados.
Pregunto, ¿no habrá sido suficiente dejar solo y sin
respaldo gremial a un líder como el expresidente Uribe ante la falsa acusación
de “ser paraco”, cuando él fue quien extraditó a los paramilitares durante su
mandato? ¿A qué se debe el silencio gremial frente a la infamia que vive Uribe,
a manos de quienes lo persiguen por razones políticas e ideológicas? ¿Por qué
algunos prefieren criticar a Uribe en lugar de ayudarlo en sus gestas,
ignorando que es él el principal campeón en la lucha por la no claudicación de
la democracia ante los intereses del socialismo del siglo XXI y ante los
populismos narco-comunistas de las fuerzas políticas asociadas a toda suerte de
crimen organizado?
¿No habrá sido suficiente dejar solo y sin respaldo
gremial al presidente Duque, ante la incitación premeditada de tomarse el poder
mediante los actos terroristas del 2021, que causaron la pérdida de soldados de
la patria, de miles de millones de pesos a la economía colombiana y regional?
Soy testigo de la forma en que los líderes políticos e
institucionales del país, dejaron solo al Gobierno de Duque, quien de forma
valiente, profesional y sensata, en medio de todo tipo de críticas y falta de
respaldo institucional, manejó el paso por la pandemia, la depresión económica
global y los disturbios violentos, de forma tal que la salud, la economía, el
apoyo económico al sector productivo, al empleo y a los más necesitados, el
costo de la movilidad y la debida representación democrática internacional,
llevaron a Colombia a destacarse como unos de los dos países que mejor se
recuperó, registrando un crecimiento del 10.7% al cierre del 2021 y un parcial
del 12.6% en el primer semestre de 2022.
La ciudadanía trabajadora y respetuosa de la ley,
demanda que exista una acción gremial mancomunada y efectiva que se manifieste
contra las decisiones y políticas de un Gobierno que ganó las elecciones por un
margen estrecho, bajo un manejo y una financiación de campaña fuertemente
cuestionada, ante la pérdida acumulada en materia de confianza económica e inversionista,
de valor bursátil del primer grupo empresarial del país (Ecopetrol) y la
problemática que afecta todo el sector productivo, financiero y de servicios.
9. Ser líder es tener el valor de
escuchar y luego actuar con determinación en favor de los desprotegidos. Demanda la
ciudadanía, hoy más que nunca, que sus líderes se pronuncien y condenen
abiertamente tanto el adoctrinamiento político de jóvenes y niños, como los
discursos que fomentan el odio de clases y las propuestas que limitan la formación
de capital bruto y la generación de empleo, con las cuales se quieren enfrentar
al empresario y el trabajador, y con los que se amenazan hoy la seguridad del
capital humano y económico que paga los impuestos que mantienen el
funcionamiento de la burocracia estatal, y en general de todos los ingresos
públicos y privados.
¿No será razón suficiente para actuar ahora, el riesgo
de perder el valor que tienen la independencia que Colombia ha mantenido desde
1810, y que si no se defiende a todo costo dejará de ser libre nuestra nación y
pasará como le ha pasado ya a varios países de la región, a ser otro apéndice
de la miseria y la tiranía que representa la nueva versión narcoterrorista del
viejo comunismo internacional, hoy oculto tras la máscara del socialismo del
siglo XXI?
¿No será suficiente lo que se ha demostrado en materia
de omisión de reportes y manejo de dineros de campaña y compromisos con
delincuentes, por medio de los parientes del presidente, para que los gremios
se hagan sentir y velen por el sistema de valores democráticos y libertades sociales?
¿No habrá razones suficientes para exigir que el Estado
proteja por igual a todos los ciudadanos, y no sólo se dedique a la árida e
improductiva tarea de tratar de negociar con el terrorismo, ante el deterioro
del orden público y la seguridad en todas las regiones del país, ante el
incremento exponencial de la violencia terrorista mediante matanzas, asesinatos
y secuestros de particulares y de niños, ante el acribillamiento de soldados de
la patria y de líderes sociales, ante el secuestro, mal llamado reclutamiento
forzado de menores, ante el incremento de la extorsión, el chantaje, el hurto y
toda suerte de delitos y escándalos, ante la conformación de milicias urbanas
apoyada incluso por el alto Gobierno, y ante la multiplicación acelerada de
organizaciones criminales?
¿No se van a pronunciar los gremios frente al
resurgimiento de todo tipo de ataques a las poblaciones, las vías públicas, los
vehículos y la propiedad privada, y de amenazas a la población civil por parte de
las FARC-EP (llamasen o no disidencias para cubrir apariencias), del ELN y de muchas
organizaciones como el Clan del Golfo, los Caparros, etc., y ante la presencia
de representantes de un resurgimiento del M-19 en centros educacionales, la
conformación de milicias urbanas, el adoctrinamiento ideológico de Fecode, la
presencia de miembros los carteles mexicanos y sus aliados indígenas que
deambulan libre y ostentosamente por el Congreso y por las regiones aisladas y
abandonadas del país?
¿No será suficiente para que los gremios protesten con
fuerza, ver el costo de oportunidad que representan para nuestra economía la
fuga de capitales, la salida de grandes inversionistas extranjeros y los
proyectos de inversión domésticos que se han dejado de ejecutar a cuenta de la
desconfianza que genera este Gobierno que soporta la ideología del socialismo
del siglo XXI, la deforestación y producción de coca y cocaína, y muchos otros
factores que inciden en el detrimento económico que causaron la inflación, la
devaluación de la moneda, la innecesaria reforma tributaria que pasó por el Congreso?
¿No será suficiente razón para que se haga sentir la
protesta gremial, el problema de la gran lavandería de dólares que golpea las
bases fiscales, financieras y monetarias de nuestra economía?
10. Colombia necesita sus líderes presentes
en la línea de batalla por salvar la democracia. Hoy el campo de
batalla es digital y en él debe vencer la razón, el bien común, el deber ser y
la sensatez de la intelectualidad.
Señores dirigentes, no es cuestión de unas pocas firmas,
de comunicados ni cartas políticamente correctas, ni mucho menos de sentarse en
la mesa de la utópica negociación con el ELN y con los falaces supuestos
actores de la tal paz total.
El asunto es de actitud y de tomar urgentemente
medidas y acciones para defender la democracia en franca oposición y
resistencia a la conducción indigna, peligrosa, antidemocrática, inadecuada y
demencialmente peligrosa del Estado, pues todo lo que se oculta tras los pactos
realizados que endosaron el triunfo de Petro, son deudas pendientes que amenazan
de muerte instituciones democráticas que ustedes representan y de las cuales
dependen la equitativa administración de la justicia, la adecuada conducción
del Estado de Derecho, la sana convivencia en toda la nación, y la debida
conducción de la economía y de toda la cosa pública.
¿Dónde está el liderazgo gremial que debe ejercer el
presidente de la ANDI como principal opositor a la pérdida del sistema de
libertad de empresa?
¿Por qué no se hace sentir el acompañamiento de los
demás gremios, como ocurrió cuando el país tuvo que conformar el Frente Nacional
y fue el sector privado el que exigió poner la cara por la democracia impartiendo
orden en la disputa entre conservadores y liberales?
¿Dónde está la ANDI que en 1974 paró en seco, en
representación de todo el empresariado al entonces presidente Alfonso López e
impidió una reforma laboral tan nefasta con la que hoy se le quieren poner los
santos olios al emprendimiento?
¿Dónde están aquellos valientes empresarios que ante
el caso del proceso 8.000 cuando el presidente estaba ad-portas de renunciar,
estuvieron prestos a buscar una solución de cómo darle continuidad a la
democracia? Un asunto que por la desatinada soberbia exigencia personal de un
exdignatario y un premio nobel, hizo que un jefe de Estado indigno desistiera
de una renuncia y se aferrara el poder terminando un mandato que dejó al país
en ascuas y a la politiquería instalada en el trono del bazar del clientelismo
y la contratación amañada hasta la fecha.
¿Será que la evidencia de cómo va la falaz promesa del
cambio, con que el amo de sus propias contradicciones y del discurso populista
engañó a media Colombia, no es aún suficiente para despertar la protesta
enérgica de todos los medios económicos del país?
¿Será que no está claro cuál es y cómo opera la
corrupta receta narco-comunista del terrorismo inspirado en Cuba y en ETA, que
produce muerte lenta y que le aplicaron a Cuba, a Nicaragua, a Bolivia, al
Ecuador, a Perú, que le llevan años aplicando a la Argentina y que le quieren
imponer a toda la región los padres de Unasur y los partícipes del foro de Sao
Paulo y el Grupo de Puebla?
Llegó la hora de que, los dueños del capital, grande o
pequeño, directamente y no por intermedio de sus empleados, se ocupen de la
dirección de las instituciones privadas y obren como debe ser, como obran los
bomberos cuando arde un incendio, cual es el caso en todas las regiones del
país.
Llegó el momento de que, en lugar de salir de huida
del país, cada quien asuma el liderazgo que le obliga y corresponde, ocupándose
de que los presidentes de gremios cumplan con aquello para lo que se les paga,
y se dejen ya de tanta figuración política timorata con la cual acompañan y respaldan
al Gobierno en viajes principescos y en negociaciones espurias y ficticias.
Es hora de que los grandes grupos y los presidentes de
gremios dejen de arar en terreno pedregoso e improductivo haciendo lobby por
mano interpuesta, y se pongan la camiseta de Colombia en oposición abierta y
franca resistencia a la destrucción del emprendimiento y en pro de defender el
balance socioeconómico de la nación.
Señores: la gente indefensa tiene aún la esperanza de
que dentro de nuestras conciencias atendamos el llamado patriótico a defender el
sistema democrático, aprovechando la oportunidad de ordenar el manejo del
Estado, reconociendo vicios nocivos y enmendando errores históricos desde la
legalidad que hoy se nos presenta debido a la forma abusiva, mafiosa, irregular,
indigna e incompetente en que están ejerciendo el poder quienes siempre
pertenecieron, respaldaron o justificaron la insurrección y cometieron toda
suerte de delitos comunes y de lesa humanidad.
Es hora de que vuelvan los dueños de los negocios a
las juntas gremiales y en asociación con todos los trabajadores de las
empresas, armen desde allí una coalición democrática que le exija al Gobierno
lo que el elector independiente no puede exigir a la clase política, ya que sin
empresas es imposible que 50 millones podamos vivir de las migajas que reparta
el Estado, cual es el caso en varias naciones de la región.