Por José Leonardo Rincón, S. J.*
He
notado que cuando escribo asuntos de la cosa política, el número de likes baja.
Y lo entiendo porque bastante saturados estamos de esa politiquería nacional
que se tiró este país. Los que no están polarizados, están hartos de los
extremos y no creen ya ni en el rejo de las campanas. No es para menos. Tantas
y tan reiteradas han sido las decepciones de unos y de otros, tan manoseados y
engañados hemos estado, que pocos quieren seguir haciendo el juego. Es entendible pero no justificable. Precisamente,
es la apatía por lo político el caldo de cultivo para que los politiqueros nos
sigan mangoneando.
Entonces,
como ciudadano que soy, independientemente de la profesión o vocación que
tenga, creo que no debo tragar entero. Y creo que debo ser analítico, crítico.
Es más, creo que mi deber es expresarme y compartir con mis amigos lo que
pienso de mi país y de esa cosa política.
Alejandro
Gaviria en algún momento previo a las elecciones dijo que si ganaba Petro iba a
conformar un gabinete de unidad nacional, que iba a tratar de ponerlos de
acuerdo y que después de seis meses, cuando no lo lograra, se entraría en una
crisis y el presidente se dedicaría a mandar twitts e íbamos a quedar sin hacer
nada. Palabras más, palabras menos. Se le cumplió la profecía.
Recién
electo me llamó la atención que todos los partidos, excepto el de su principal
contradictor, se volvieron partidos de gobierno. ¡Qué lindo, qué bello, qué
emocionante, qué esperanzador! Se decía que era por hacer país, ¡realmente
hermoso!... ¡Qué va! Carreta politiquera de turno. La luna de miel no duró
mucho. En el cotarro político priman los intereses particulares sobre los
intereses comunes y la cosa se comenzó a poner maluca con todas las reformas
propuestas, tributaria, de salud, para mencionar las dos más candentes.
La
tal pluralidad, la tal diversidad, el tal respeto a la diferencia, es puro
cuento. Cuando el otro piensa distinto y se atreve a expresarlo, no le va bien.
El ministro de Educación que lo había sido de Salud, se puso a criticar la
reforma de la salud y… tome pa que lleve, le pidieron la renuncia hace dos
semanas y ahora se hizo efectiva con las mentirillas de siempre… Lo grave es
que sacaron por la puerta de atrás a las ministras de Cultura y Deporte. La una
dice que se enteró por las noticias y la otra cuando quiso entrar y le dijeron
que no podía hacerlo porque ya no era ministra. Como grotesco, ¿verdad?
Y
el presidente del Senado, camaleónico como siempre, fundó su partido político y
se fue lanza en ristre contra la ministra de Salud. A él no lo podían echar.
Pero parece que ahora no es tan gobiernista: “soy más de Santos que de
Petro”, dijo. Y como Condorito, quedamos ¡plop!
Mientras
tanto la ministra de Minas no da pie con bola. Y prefieren sacrificar a un
líder como Felipe Bayón quitándolo de Ecopetrol, que poniendo en esa cartera a
alguien que sepa. La cosa no está fácil y todos lo sabemos. Hay gente que
quiere que caiga el presidente y hay otros que nos da pesar que por sus
terquedades y desdenes esté perdiendo la oportunidad de haber mostrado que era
posible un cambio civilizado, concertado, dialogado. La luna de miel se está
acabando y si no reacciona y mejora enderezando las equivocaciones, esto se
pondrá maluco. Hola, ¡qué pereza no tener estadistas que saquen adelante este
país!