Por José Leonardo Rincón, S. J.
A
raíz del escrito de la semana pasada en el que hablaba, entre otras cosas, de
la variedad de presentaciones de la deliciosa comida de nuestras regiones,
algunos me sugirieron que ampliara con detalle eso que me había gustado. Pues bien, sin ninguna pretensión de
conocimientos de alta cocina, sólo como un comensal de a pie, evocando los
placeres de consentir el paladar, les comparto mis gustos culinarios a sabiendas
que entre gustos no hay disgustos. Que quede claro.
Si
uno va a la Costa Caribe cómo no disfrutar de una arepa de huevo, la variedad
de bollos de yuca, ñame o mazorca; jugo de tamarindo, pescado asado en la playa
con patacón o un coctel de camarones de esos que te ponen como un riel,
je je je.
Ir
por Antioquia y no disfrutar una bandeja paisa con todos sus ingredientes es
pecado mortal, o no visitar Mondongos y saborear su plato estrella,
imperdonable. La mejor morcilla, la de Envigado; los buñuelos gigantes de
Sabaneta; arepas telas con mantequilla y quesito de Colanta para acompañar un
buen chorizo, mmm.
Comida
abundante y sabrosa, en Santander. La Puerta del Sol puede ser un buen lugar
para comerse una buena porción de cabro, pepitoria, carne oreada, con yuca
frita y arepa santandereana, acompañados de una Kola Hipinto. Súper un tamal con
su particular forma, partido por mitad y un buen caldo típico…
Extraño
el sancocho de gallina, preparado en horno de leña, el arroz atollao y los
patacones gigantes en la casa del mono Núñez, atendido por sus hijas en Ginebra,
Valle. Realmente incomparable.
Por
las sureñas tierras nariñenses los quimbolitos, el horneado de cerdo en la plaza
de Bomboná, el cuy de Catambuco, y la trucha en las orillas de La Cocha con un
buen hervido, uf, ¡delicioso!
En
el altiplano cundiboyacense de lo mejor son las sopas: cuchuco de trigo con
espinazo de marrano, por ejemplo. O un
cocido bien preparado con cubios y nabos. En Bogotá, el tamal con chocolate queso y pan fresco; la changua casera
con todos los juguetes, el infaltable ajiaco con arroz blanco, aguacate, crema
de leche y alcaparras.
No
he mencionado la lechona tolimense, los chorizos de Villamaría en Caldas o de
Santa Rosa de Cabal en Risaralda; la mamona o ternera a la llanera en el Meta;
un buen Pollo asado al carbón; la fritanga popular de rellena, papas criollas,
chicharrón y longaniza.
Dejé
de lado la comida de origen foráneo, pero cómo no mencionar algunas
preferencias: en pastas, inolvidable la carbonara de Pozetto; hamburguesa, no
cambio la del Corral; en pizzas la mejor que me he comido en El Fuerte de Mompós;
perro caliente como el de la 33, bajando el puente en Medellín no hay otro; en
comida thai, Wok es excelente; Crepes & Waffles de lejos seguirá siendo de
lo mejor.
No exageraba yo cuando dije que nuestra comida es exquisita. El menú es grande y variado. ¡Vale la pena disfrutarlo!