viernes, 4 de noviembre de 2022

Sexo débil

José Leonardo Rincón Contreras
Por José Leonardo Rincón, S. J.*

Tuvo que ser alguien muy machista el que se imaginó que esta categoría correspondía a las mujeres. Algún Adán de esos que rápidamente le echó la culpa de su pecado a Eva. Para colmos, no fue culebro sino culebra la que les echó el cuento en el paraíso, luego el asunto era de género.

Personalmente, no he podido comerme el cuento. No el de la manzana. También. Me refiero al de que las mujeres son el sexo débil. Porque uno ve a las mamás al momento de dar a luz en el parto y lo que se ve es que son muy machitas. No estaría tan seguro que podríamos reemplazarlas. Y las ve uno madrugando para hacer los oficios caseros, antes de salir a “trabajar”, para llegar tarde en la noche a seguir laborando, sin descansar. Puse entre comillas trabajar, porque algunos siguen creyendo que todo eso que hacen por fuera de un contrato formal con una empresa no es trabajo. Dicen con soberana ingenuidad: “mi mamá (o mi esposa) no trabaja, es ama de casa”.

Pues resulta que el pasado fin de semana, el sexo débil logró lo que el sexo fuerte no ha podido hacer hasta ahora: en espectacular moñona futbolera las mujeres ganaron el subcampeonato mundial FIFA sub-17 en India y el campeonato mundial de fútbol sala aquí en Colombia. Con tenacidad, coraje y muchas ganas demostraron que cuando se quiere se puede. No mucha carreta. Resultados. Y no ganaron en India, no porque no tuvieran con qué, sino porque el machito entrenador creyó que eran de acero y nunca se le ocurrió hacer los cambios y refrescar el agobiado equipo, como sí lo hicieron las españolas. Y el machito presidente de la Federación que al comienzo miraba con desdén la gesta que estaban realizando, cuando llegó la final ahí sí viajó para la foto, las felicitaciones y para hacer promesas.

Entonces que no nos vengan con cuentos trasnochados. ¿Sexo débil? Ja ja ja. Las mujeres están cada vez más empoderadas, no por reivindicaciones ideológicas, ni por cuotas burocráticas legales que hay que cumplir, sino porque con evidencias contundentes nos demuestran lo que realmente valen. Está certificado que son mucho más honestas que los hombres en el ejercicio de altos cargos, pero, a decir verdad, en todos los campos demuestran sus sobradas competencias y liderazgo. Elemental gesto masculino es reconocer su talante y su valía, como el que dijo: “en mi casa se hace…lo que mi mujer decida. Aquí mando yo, porque en mi casa manda mi mujer”.

María de Nazaret reivindicó el rol femenino. Atenta en el matrimonio de Caná supo interceder a tiempo para que la fiesta no se fuera al traste; ante el asesinato de su Hijo demostró fortaleza y valentía; cuando los agallinados apóstoles huyeron despavoridos supo convocarlos para que volvieran al cauce de la causa.

No nos sigamos engañando, la equidad de género no es ideología, es sentido común. Cuando era rector en el colegio San Ignacio en Medellín, todos decían que con la graduación de la primera promoción coeducativa el nivel académico del colegio bajaría. Mentiras. No sólo se mantuvo, sino que subió. Entonces, no hay que ser mezquinos. Hay que reconocer el digno rol de la mujer en todos los ámbitos de la sociedad, dejarnos de mohosos estereotipos y poner las cosas en su lugar. ¿Sexo débil? ¡Cuidado! De pronto somos nosotros, los hombrecitos, los muy machitos, los que nunca lloramos… ¡ay Dios mío!