martes, 1 de noviembre de 2022

De cara al porvenir: el derecho a renegar

Pedro Juan González Carvajal
Por: Pedro Juan González Carvajal*

En estas épocas de recetarios para la felicidad, de pseudofilósofos del bienestar, de obsesión por la actitud positiva, quiero hacer una reivindicación del derecho a renegar en la sexta acepción del diccionario de la RAE. Y es que es claro: las cosas no son como uno quisiera, hay días en que nos levantamos con el pie izquierdo, aunque hayamos pasado toda la noche invocando al yo cuántico, sea lo que sea eso, y hay ocasiones en las cuales lo único humano y razonable es ¡renegar!

Tengo que confesar que mis motivos para renegar son bastante superficiales y que, por fortuna, no tengo razones de fondo para hacerlo, pero como ciudadano debo ejercer mis derechos y, entonces, reniego por cosas como estas:

Que un youtuber o influencer facture ocho mil millones de pesos mensuales, suma que no se ganará en cien reencarnaciones un docente. “Lo mismo un burro que un gran profesor” diría Discépolo. ¡Qué horror!

Que un mediocre periodista deportivo se quiera hacer el célebre preguntándole al técnico en la rueda de prensa posterior al partido en el que se queda campeón, cuál es su sueldo. ¡Qué disparate!

Que los gobernantes utilicen el Twitter sin la menor conexión entre el cerebro y el dedo. ¡Utilicen el dedo para otra cosa!

Que los ministros de Hacienda sean tan inteligentes antes y después de ejercer el ministerio y tan malos cuando lo ejercen. ¡Qué tristeza!

Que el periódico más importante de la ciudad no entienda que con su campaña sistemática contra el actual alcalde le está haciendo un favor pues a ese personaje lo único que le interesa es darse visibilidad para su proyecto político personal. ¡Qué desazón!

Que muchos antioqueños se rasguen las vestiduras porque se quiere fraccionar a Antioquia creando nuevos departamentos con municipios a los que se les ha condenado al atraso con el desmedido centralismo de Medellín. ¡Qué ridiculez!

Que el inmaduro esquema de gobierno y oposición en Colombia se base en el principio de que, si mis correligionarios lo hacen, está bien, pero si lo hacen los contrarios está mal. ¡Qué infantilismo!

Que personas con ingresos y patrimonios normalitos estén estresados porque de pronto les expropian los ahorros. ¡Cuáles ahorros hombre!

Que en México estén maltratando y devolviendo turistas colombianos. ¡No voy a México, y no voy, y no voy!

Que las citas para renovar la visa americana se estén demorando más de tres años. ¡No importa, espero!

Que los directivos de Nacional sean los únicos seres vivos sobre el planeta que no se dan cuenta de la necesidad de defensas centrales cuando se inicia un campeonato. ¡Qué miopía!

De los “analistas” del fútbol que lo quieren convertir en una pseudociencia y que como después de viejos descubrieron las estadísticas están obsesionados con “la data” y ven partidos distintos a los que ve todo el mundo. ¡Qué tetas!

Que esos mismos “analistas” hagan malabares tratando de justificar que el mejor jugador del partido no fue el que hizo el gol que rompió el cero a cero en un partido cerrado. Un día de estos se van a caer de una de esas ramas en las que sostienen sus argumentos. ¡Qué retetas!

Que no se retiren los excomentaristas Carlos Antonio Vélez y Javier Hernández Bonet.! ¡Qué cansancio!

Que se destroce el idioma castellano a punta de neologismos y extranjerismos para que todo suene muy cool. “Qué snobismo

Y paro por hoy porque me da pereza seguir, ¿y qué?