miércoles, 19 de octubre de 2022

¡El completo y escabroso destape de Caldono!

José Alvear Sanín
Por José Alvear Sanín*

En Caldono lo de menos fue el bien comentado asunto del “enemigo interno”, porque Petro aprovechó para un completo spogliarello, como dirían sus antepasados italianos, que él oculta en su reciente y destructora diatriba, revanchista y woke.

Después de dejar una considerable huella de carbono el jet oficial aterrizó en Popayán, y desde allí Petro y su comitiva se desplazaron por tierra, dejando una discreta estela de CO2, hasta Caldono, donde el gran incumplido exaltó el valor del tiempo, que no le alcanzará, al parecer, para cambiar, en cuatro años, todo lo malo que se ha hecho en los quinientos anteriores.

Dejando de lado las conjeturas sobre si el mensaje acerca de la fugacidad del tiempo es para ambientar la necesidad de prolongar su mandato por dos o tres períodos, lo indudable es que su discurso en esa localidad, el pasado 12 de octubre, es el más diciente salido de su irrefrenable locuacidad.

Exceptuando lo del “enemigo interior”, que tocaré antes de pasar a mayores, poco se ha comentado del resto de esa intervención de 39 minutos (que he seguido en la versión de la Presidencia, que puede estar editada), en la que Petro se expresó con el mayor desparpajo, revelador de su psicología e indicador del rumbo inexorable de su gobierno.

Acusó al “enemigo interior” de entorpecer la compra de los 3’000.000 de hectáreas, lo que se interpretó como advertencia dirigida al vetusto ministro de Hacienda, el único algo preparado de su gabinete, quien se había atrevido a decir que esa operación no puede hacerse con la emisión de TES.

Como la utilidad político-mediática de Ocampo no ha pasado todavía, de regreso a Bogotá Petro trinó:

“El enemigo interno es el acumulado de normas y efectos, todos en la Administración Nacional, durante décadas, para mantener intereses particulares poderosos e impedir los cambios en favor de la gente”.

Así que su “enemigo interno” no es una persona, sino un espíritu, obviamente mal intencionado, que —supongo— anima “normas y efectos”…

Dejando de lado lo abstruso y abscóndito del trino, da entonces la impresión de que el redomado materialista de su autor se acerca ahora al idealismo alemán o a un gaseoso espiritismo, para encontrar una manifestación vital que coordine esas “normas y efectos” en su contra.

A continuación, el orador defendió su plan de despojo de los cotizantes de pensión. Allí no ve expropiación. En cambio, sí acusa a los dos banqueros más ricos de haber “expropiado” —en favor propio, supongo— parte de los fondos pensionales.

La anterior es una acusación gravísima. Nadie ignora que el más rico de los banqueros es Luis Carlos Sarmiento, pero no sabemos quién es el segundo. No debe referirse al señor Vélez, quien opera en el Brasil, lo que nos conduce, quizás, a Gillinski.

Ahora bien, si a Petro le consta que esos banqueros han realizado esa expoliación, ¿cómo es que no los ha denunciado o expropiado? Si lo primero, es cómplice; si lo segundo, está en mora de hacerlo.

Más tarde volverá sobre la prensa de propiedad de los mismos dos banqueros. ¿Estará pensando en El Tiempo y Semana?

Desagradecido, entonces, con ambos magnates, cuyos medios adoptaron en sus publicaciones “la neutralidad omisiva”, que durante tantos años le permitió a Petro avanzar hacia el poder, desde el cual ahora podrá atemorizarlos, o expropiarles tanto los medios como los bancos, cuando llegue el momento en el proceso revolucionario.

A continuación habló de la sangre derramada de Gaitán, de los diálogos regionales vinculantes, de “Colombia, potencia mundial de la vida” y de los oligarcas que viven en Miami y Madrid, (¡pero no de los que descansan en palacetes de la Toscana!), para ocuparse luego de la “paz rápida” porque para él, los que militan en organizaciones armadas no son hijos de oligarcas ni herederos de esclavistas, categorías que una y otra vez salen a relucir en la perorata.

Siguió entonces hablando de la urgencia de una organización popular, que presione al gobierno y al Estado, formada por el pueblo, millones en las plazas, los campos y las universidades, dispuestos a acompañarlo y organizados como un movimiento social. A ese gobierno de multitudes le pide no perder ni un segundo, porque el tiempo vuela. De no contar con ese pueblo organizado, puede pasar lo mismo que con “la sangre de Gaitán, corriendo hacia las alcantarillas”.

Aumenta la calentura: el pueblo unificado, las fuerzas populares, la acumulación de resistencias milenarias… el tiempo que no tiene… Hay que cambiar en cuatro años lo que no ha cambiado en quinientos… Las razas no existen (pero más de una vez habla de un comité interétnico para asegurar la paz entre negritudes e indígenas... la distribución de las tierras de la reforma agraria… La Fiesta de la Raza es fascista (¡), y él la cambia por la Fiesta de la Resistencia…

También nos habla de funcionarios que solo quieren el billete (¡pero no habla de ciertas bolsas negras repletas de ellos!), y vuelve con la sangre de Gaitán y las alcantarillas…

Hago este mini resumen del discurso de Petro, el 12 de octubre en Caldono, ante la minga, e invito a los lectores para que tengan la paciencia masoquista de escucharlo, porque allí está él verdaderamente, encendiendo la lucha de clases en un país de terratenientes blancos, oligarcas y herederos de esclavistas. Petro en cambio “tiene que vestirse de paño cuando debe recibir gringos”.

Falta mucho, pero lo peor que puede hacerse es destruir la base extractivista de la economía nacional para convertir al país en un narcoestado; sustituir la democracia representativa por la dictadura tumultuaria; decrecer para nivelar por lo bajo; cambiar la agricultura productiva por la minifundista estéril; cambiar un sistema de salud de cobertura universal por otro de corte burocrático y clientelista; premiar la violencia con la impunidad; sostener la población a base de subsidios exiguos, en lugar de fomentar el crecimiento y la generación de empleo; y llevarnos a la órbita castro-chavista…

¡Cuando escucho al demagogo Petro en la plaza pública, veo con claridad quién es el verdadero enemigo interno!