viernes, 7 de octubre de 2022

Delegar, facultar, empoderar

José Leonardo Rincón Contreras

Por José Leonardo Rincón, S. J.

Parecieran ser lo mismo, pero no lo son, aunque estén relacionadas.

En el efecto cascada organizacional, todas las funciones, tareas y responsabilidades, en realidad son una delegación. Quien tiene la autoridad porque ha sido nombrado o elegido, no puede ejercerla sin contar con un grupo de coequiperos que le ayuden a realizar la misión encomendada. Como no puede hacer todas las cosas, por más multi task que sea, tendrá siempre y en lo posible que rodearse de los mejores si quiere alcanzar sus metas y grandes propósitos. Lo delicado del asunto estriba en que cada uno de los delegados debe cumplir con sus tareas y ejercer bien sus responsabilidades para que todo salga bien. Cuando esto no ocurre la entidad se resiente, se deteriora, se desgasta, se vuelve mediocre. Tan importante, por tanto, saber delegar y a quién delegar.

Puede ser por delegación o para un asunto concreto, la facultación otorga una prebenda especial asociada al objetivo por lograr. Se faculta a alguien para que pueda con propiedad y autonomía realizar lo que se le confía. Se le entregan los medios y las herramientas para que saque adelante el asunto concreto entre manos. Error grave sería que quien esté facultado no haga lo que debe hacer: se trataría de una omisión imperdonable, pues tenía en sus manos no solo la posibilidad sino también la obligación de hacerlo. La empresa, la compañía, perderá eficiencia, incurrirá en sobrecostos, dilatará positivos resultados.

El empoderamiento supone la delegación y la facultación y va más allá todavía porque encierra confianza plena y da un margen de maniobra más amplio y completo. Empoderar, literalmente significa otorgar poder y el poder, como se dice, es para poder. Por supuesto que razonablemente excluye entenderlo como el neto posicionamiento jerárquico para implicar, sobre todo, la capacidad de mostrar resultados en el corto y mediano plazo. Es verdad también que no se puede empoderar a cualquiera, sería irresponsable y de alto riesgo pues decisiones mal tomadas pueden conducir a la debacle.

Se delega, se faculta y se empodera para servir de la mejor manera. Cada uno en su lugar y rol correspondiente, haciendo las cosas con calidad y buscando la excelencia. Cuando se delega hacia arriba o subdelega en mediocres, cuando se saca el cuerpo a la responsabilidad, cuando se ejerce mal el poder, repito, las organizaciones se estancan, pierden competitividad, desvirtúan su core, se vuelven impertinentes. Funcionarios flojos abundan y por eso estamos como estamos. La gente quiere ganar buenos salarios y ascender en posiciones sin hacer mayor esfuerzo y sin exigirse.

Los líderes tienen aquí un gran reto, insisto: rodearse de los mejores. Los malos funcionarios llorarán siempre que se les exija, no querrán nunca que se les audite, serán cual vividoras e insataladas rémoras que ralentízan cualquier emprendimiento.

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