jueves, 14 de julio de 2022

Hace un año murió mi madre

Andrés de Bedout Jaramillo
Por Andrés de Bedout Jaramillo

Lo que más admiré de mi madre fue su capacidad de procreación al mejor estilo católico, relaciones sexuales para la procreación de siete hijos, hoy entre los 57y 69 años. Fueron 12 años para la creación de 7 hijos, con un marido con el que compartió cerca de 30 años. Perdió a su marido a los 53 años y a su primer hijo a los 85 años.

Fueron 10 años pariendo, 50 manejando un hogar y educando hijos, viuda más de 30 años y cerca de 10 años con alzhéimer progresivo.

Su fortaleza y carácter lo heredó de su madre Ana Peláez y de su padre Roberto, apenas lo conoció, murió cuando tenía cerca de 5 años.

Estuvo muy comprometida con nuestro padre Jacques en los proyectos educativos de sus hijos, del Colegio de Los Benedictinos, del Colegio Jesús María y del Colegio Cumbres. La formación católica en valores y la educación, fueron prioridades en su existencia.

Nos enseñó sobre la importancia de la unidad familiar, siempre andábamos juntos, los 9 cabíamos en el mismo carro, en la misma casa, salíamos todos juntos a vacacionar, en fin, ahí aprendimos amor de hermanos, tolerancia, a compartir, a ser responsables, solidarios, estudiosos y trabajadores. También aprendimos a competir, a ser celosos, reservados, peleadores y muchas otras cosas aparentemente malas que los humanos interiorizamos para pasarnos la vida desaprendiéndolas; así es que formamos para vivir. Aprendimos a escoger entre el bien y el mal. Todos los amigos de sus hijos e hijas la recuerdan con cariño, aprecio y agradecimiento; en su casa los trató como a sus hijos e hijas.

Nos separamos muy pocas veces excepto las que podríamos llamar trágicas separaciones, la primera cuando por cuestiones laborales nuestros padres y los dos mayores viajaron a Alemania a preparar el terreno para la llegada de los cinco hijos que quedamos esperando en Medellín. El momento de reunirnos otra vez fue frustrado por un trágico accidente de nuestros padres en el exterior, que impidió los planes originales. Superadas las dificultades nos volvimos a juntar en Medellín. Luego vino la segunda y más difícil separación, la muerte trágica de nuestro padre hace ya 44 años y posteriormente, hace cerca de 10 años la muerte súbita de nuestro hermano Santiago y ahora hace un año la muerte de Nora nuestra madre. Estas tres últimas separaciones, de por vida, la muerte es la muerte.

Las crisis económicas hicieron parte de nuestra formación, fueron difíciles, estábamos acostumbrados a que no nos faltara nada y si bien nunca nos faltó nada, tocó abrocharse muy duro el pantalón y trabajar sin descanso (sin fecha, ni horario, ni calendario).

Nora, en este primer aniversario de tu partida te quiero pedir perdón por los momentos difíciles y agradecerte infinitamente todo lo que hiciste por toda tu familia y tus congéneres.

Son tres los angelitos que tenemos en el Cielo, que siempre estarán vigilantes para ayudarnos, siempre de la mano de nuestro Señor Jesucristo.