martes, 26 de julio de 2022

De cara al porvenir: Allons enfants de la Patrie

Pedro Juan González Carvajal
Pedro Juan González Carvajal

Hace ya 233 años que se constituyó el hito de la Revolución Francesa, con la toma de La Bastilla y la caída de la monarquía absoluta.

Una sola coyuntura abrió el dique que contenía las fuerzas acumuladas por cerca de 400 años de Renacimiento, 300 años de Modernidad, 200 años de Racionalismo y de Enciclopedismo, todo asociado a la llamada época de La Ilustración.

Cayó una Monarquía y una época. El Rey, como debe hacerse en toda verdadera revolución, fue decapitado y aparece un nuevo escenario en el cual el Antiguo  Régimen no ha muerto del todo, y las nuevas posturas no han acabado de nacer –la criatura Republicana–, lo cual lleva a luchas intestinas, efervescencia de ideas, uso intensivo de la guillotina, presentación de propuesta novedosas y finalmente todo aquello por lo cual se lucha y se muere, colapsa ante la aparición de un nuevo monarca: el dictador militar, Napoleón y su propuesta imperial nacida en  medio del caos reinante.

La división de poderes, el papel de la educación, la emancipación del ciudadano, todo queda embodegado hasta que por allá en 1880 aparecen Proudhon y Saint Simon y recuperan las ideas y los ideales revolucionarios, las propuestas republicanas y aparece el llamado Liberalismo Utópico.

Pasamos de “Los Derechos del Hombre Francés” a los “Derechos Universales del Hombre”, sin que todavía los hayamos podido llevar a su plena vigencia.

La historia es un mero parpadeo y todo aquello por lo cual se lucha por siglos, tiene también vigencia temporal.

Hoy el llamado relato democrático está en crisis, los partidos políticos pierden identidad, el fantasma de los autoritarismos de todas las formas y pelambres son pan de cada día y el ideario alrededor de la igualdad, la legalidad y la fraternidad se ve contrastado y superado por las condiciones y circunstancias que signan a la realidad.

Las nociones de Gobierno, de Estado, de Nación se reacomodan, ceden espacios ante las nuevas realidades neo-corporativistas, la lógica de la secuencialidad es superada por la lógica de la simultaneidad y las fronteras y los territorios caen impávidos ante la globalización en todos sus frentes. Del ciudadano entre fronteras pasamos al ciudadano cosmopolita.

La figura republicana no está completamente desarrollada en todos los países y ya se ven síntomas de no oportunidad, de no pertinencia y de anacronismo para dar respuesta a las realidades y coyunturas actuales.

Las pugnas religiosas y políticas no se encuentran todavía completamente superadas, y, es más, se encuentran azuzadas por el incremento de la presencia y la influencia de los medios de comunicación y las tecnologías de la información. El crecimiento de la racionalidad y del acceso de la información pareciera ir en sentido contrario al crecimiento de la influencia mística.

La figura femenina de la Libertad creada por Delacroix, hoy está seriamente amenazada. La tecnología copa todos los espacios y los conceptos de intimidad, individualismo, autonomía y derecho a la información entran en contradicción y la privacidad es una quimera.

No aparecen relatos nuevos y lo más seguro es que entremos en un período de refritos conceptuales, con pequeñas variaciones para sobreponernos a las tentaciones que hoy ofrecen los populismos y de nuevo los totalitarismos de todas las especies.