Por Gabriel Jaime Hurtado Restrepo*
El pasado 29 de mayo se celebró la elección en
la que los colombianos escogeríamos a los nuevos presidente y vicepresidente de
la República. Como ese día la fórmula ganadora no obtuvo al menos la mitad más
uno de los votos válidos, se realizará una segunda vuelta el 19 de junio próximo,
en la que solo participarán las dos fórmulas de candidatos con mayor votación.
En los medios de comunicación y redes sociales se
escuchan voces, unas descontextualizadas y otras malintencionadas, que
promueven el voto en blanco en la segunda vuelta.
Analicemos un poco esa iniciativa.
Según el artículo 190 de nuestra Constitución
Política, el presidente será el candidato que en segunda vuelta obtenga el
mayor número de votos. O sea que para nada importa, ni incide, el voto en
blanco.
En gracia de discusión, si el voto en blanco
obtuviera en la segunda vuelta una mayor votación que alguno de los candidatos
(escenario improbable dados los resultados de la primera), el presidente será
el aspirante más votado de los dos participantes, aunque ese aspirante haya
obtenido menor votación que el voto en blanco.
En síntesis, el voto en blanco no tiene efecto
en la segunda vuelta.
De manera que, dadas las circunstancias
actuales y las características, antecedentes y acompañantes del candidato de la
izquierda, el voto en blanco además de inútil es peligroso. Su promoción es una
más de las múltiples, habilidosas y manipuladoras estrategias de la izquierda
para embobar a los electores.
En sus cálculos estiman que quienes ya votaron
por ellos en la primera vuelta no votarán en blanco en la segunda. Le están jugando
a que quienes votaron por los candidatos que quedaron en el tercer, cuarto,
quinto y sexto lugar si voten en blanco como una protesta contra lo que no
comparten del candidato que quedó de segundo, de manera que no le sumen votos a
este.
El eterno candidato del pacto hasta con el
diablo y aspirante a tirano, no ha ganado, pero tampoco ha perdido.
En cuanto al otro candidato, el que quedó de
segundo en la primera vuelta y que sorprendió con sus resultados, probablemente
su estilo y algunas de sus propuestas no nos gusten o no nos satisfagan
plenamente. Esforcémonos en informarnos y conocer sobre él, su preparación, su
entorno personal, familiar y social, su experiencia, ejecutorias, realizaciones,
fracasos y desaciertos.
Pero es que, del otro, el que quedó de primero
en la primera vuelta, nada nos gusta y todo nos preocupa.
No es poco lo que está en riesgo en Colombia.
No ensayemos poniendo en práctica teorías políticas esbozadas desde lo
abstracto y desprovistas de asidero práctico. Debemos tener sentido de la
oportunidad y de la realidad.
En segunda vuelta el voto protesta no juega. Eso
es lo que hay. Esas son las dos únicas opciones. Uno de los dos será el próximo
presidente de la República.
Por todo lo anterior, abramos los ojos, no
al voto en blanco en la segunda vuelta presidencial. Es inútil y muy peligroso.
No nos equivoquemos.
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