Por: John Marulanda
“La historia me absolverá” es el
título de la autodefensa de Fidel Castro Ruz en el juicio en su contra del 16 de
octubre de 1953. Sindicado de los asaltos a los cuarteles Moncada en Santiago de
Cuba y Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo, el 26 de julio de ese mismo año, fue
condenado a 15 años en el penal de la entonces Isla de Pinos.
De Castro a Chávez
El entonces licenciado en Derecho Civil, dijo que su alegato
ante el tribunal había terminado con “la historia me absolverá”, frase que hizo
carrera entre los marxistas leninistas latinoamericanos. Desde 1953, sus fanáticos
seguidores publicaron el libro que lleva el mismo título de su “profética” defensa
la cual, rápidamente, en medio de la turbulencia continental provocada por el sovietismo,
se transformó en el Manifiesto del Movimiento 26 de Julio… y el castrismo ha permanecido
desde entonces por más de 60 años en el poder.
En 1955, Castro fue amnistiado por Fulgencio Batista, se trasladó
a México y regresó a Cuba en el yate Granma, en diciembre de 1956. 28 años después
de la intentona castrista, el entonces presidente venezolano Rafael Caldera le concedió
el indulto al teniente coronel retirado Hugo Chávez Frías, en ese momento –marzo
de 1996– detenido en la cárcel de San Francisco de Yare, condenado por la sublevación
que intentó derrocar al “gocho” Carlos Andrés Pérez en 1992.
El presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV),
monseñor Ovidio Pérez Morales, firmó una carta dirigida a Caldera, como “una
fórmula para buscar la reconciliación, tranquilidad y paz social, y así poder frenar
la grave crisis política que hoy atraviesa el país, con el deseo de encaminar hacia
la confianza colectiva y la normalidad…”. Entre las ocho firmas que acompañan
el escrito está la de Hugo Chávez como comandante del MVR 200. Cualquier coincidencia
con la situación colombiana NO es accidental. El modelo fue copiado con base en
el odio de clases, tal cual sucede hoy en esta campaña preelectoral a escasos 11
días de sufragar.
De Chávez a Petro
El dirigente del M-19, que nunca fue amnistiado, recordó algo
que tiene que ver con los anteriores dos dramáticos casos de seudo profetas embebidos
en sus discursos históricos. Dijo Petro cuando recibió la visita del teniente coronel
que el “espíritu del chavismo persistirá por años”. A la muerte de El Comandante,
en marzo del 2013, el entonces alcalde de Bogotá viajó a Caracas y aseguró que “Han
vivido en tiempos de Chávez y tal vez piensen que era un payaso. Están equivocados.
Han vivido en los tiempos de un gran líder latinoamericano”.
No pareciera que el espíritu revolucionario de la mamertada
criolla se haya desvanecido. Por el contrario, como resultado del tercer fiasco
de moción de censura al mindefensa actual, el pasado de 26 de abril y votada el
4 de mayo, el senador Iván Cepeda tuiteó: “La mermelada salvó al ministro Molano.
Pero la historia lo condenará”. (Negrillas mías). La otra cara de la
misma moneda castrista. No he consultado los datos de otros autócratas latinoamericanos,
pero imagino que Ortega y su esposa sentirán lo mismo, y que Boric en Chile y Castillo
en Perú, van por idéntico camino: la historia los absolverá, aunque tal premisa
nunca fue pronunciada, y la frase final ante la corte fue: “la historia, definitivamente,
lo dirá todo”, según constaba en las desaparecidas actas del tribunal y en testimonios
posteriores de los jueces.
Me resisto a creer que el pueblo colombiano, estadísticamente
simpatizante de sus soldados, curas y empresarios, dé un viraje tan dramático y
quiera someterse pasivamente al yugo estaliniano, resignado patológicamente en un
estado de desmonte emocional, sobreviviendo, adocenado y enajenado, como en la Venezuela
actual. Me resisto, definitivamente, a creer que eso pueda pasar, a pesar de la
turbulencia, los gritos y el caos que genera el recientemente defenestrado alcalde
de Medellín, un muchachito mal educado y lleno de odio visceral, convencido de que
“El futuro se parece a nosotros”, como lo tuiteó en los últimos días. Solo
nos queda esperar que la historia, la veleidosa y caprichosa Clío, mande a estos
vanidosos izquierdistas a la sentina del olvido, como sucedió con aquel parlamentario…