Salus populi suprema
lex
—Marco Tulio Cicerón
Por José Alvear Sanín*
Como ahora dependemos de los algoritmos, vale saber que
cada uno de ellos es un grupo de operaciones organizadas de manera lógica y ordenada,
que permite solucionar un determinado problema. El algoritmo trata de una serie
de instrucciones o reglas establecidas que, por medio de una sucesión de pasos,
permiten arribar a un resultado o solución.
Han pasado 65 días desde las elecciones el 13 de marzo y no
se conoce el final de su extraño e interminable escrutinio y, por tanto, no se
han expedido las credenciales de los nuevos congresistas. El dizque “preconteo”
fue adicionado con crecientes cifras, primero, por medio millón; luego, por un millón,
y hasta se ha hablado de millón y medio de votos, casi todos para inflar las
curules del “Pacto Histórico”.
Aquí lo único histórico es que jamás en la historia de
Colombia se había visto nada parecido. A pesar de la mala información, dada
apresuradamente al señor presidente, no hubo únicamente “irregularidades”, como
él opinó, porque lo que impera es un nauseabundo olor a fraude.
Todas las denuncias, las investigaciones prometidas, las
modificaciones para los formularios E-14, las auditorías internacionales
anunciadas, son meras palabras que se lleva el viento. Lo mismo puede decirse,
hasta ahora, del reconteo total de votos decretado por un Tribunal de
Cundinamarca.
Los hechos principales son:
1. El registrador Vega Rocha, antiguo colaborador de Ernesto
Samper en Unasur (!), fue escogido por el grupo formado por los magistrados
mamertos que presiden las llamadas “altas cortes” (!), que nunca lo van a
suspender, investigar o sancionar.
2. El registrador, a finales del año pasado negoció el
algoritmo para el cómputo de las elecciones con la muy cuestionada firma Indra,
controlada por el gobierno español de Sánchez e Iglesias (!)
3. Poco antes de marzo, el registrador despidió a 300
funcionarios de la entidad, para cambiarlos por dóciles agentes suyos.
4. La mayoría absoluta de los jurados electorales procede
de las filas del sindicato Fecode, de extrema izquierda, debidamente
aleccionados para diligenciar de manera incorrecta los formularios E-14 (!).
5. Como afirma con pruebas ante la Fiscalía el abogado
Sergio Alzate, de la Fundación Colombia Transparente, los jurados tuvieron la
oportunidad de votar dos veces… y muchos de ellos se aprovecharon de esa
indebida circunstancia.
6. Antes de marzo, Petro viajó a España, donde se reunió
con los señores de Indra, probablemente para tomarse un buen café…, pero las
recientes filtraciones, que dan cuenta de una “Registraduría paralela”
organizada por su campaña, indican la posible disposición, por parte de ella,
del codiciado algoritmo que les ha permitido la inmediata contabilización de
centenares de miles de votos.
7. A pesar del monumental despilfarro de 1.5 billones de
pesos, del increíble desorden, de la manipulación de cifras, de los
contundentes indicios de abundantísimo fraude y de favorecimiento a la extrema
izquierda, el registrador sigue tan campante…
8. Como lo ha expuesto en su incontrovertible memorial la
doctora Vivian Morales, solo la Procuraduría puede investigar, sancionar o
destituir al registrador. En vez de actuar dentro de la ley, de manera
inmediata como lo exige la gravedad de las denuncias, la procuradora general ha
manifestado que, en el caso del registrador, hay que “investigar antes de
suspender”, mientras a Pinturita, primero se lo “suspendió”, para luego
investigar.
Ahora bien, a dos semanas de unas elecciones definitivas de
las que depende que Colombia conserve el modelo de la democracia representativa
y las libertades individuales o siga la senda de Cuba y Venezuela, es
intolerable que estas se escruten a través de un algoritmo que nadie conoce.
En cambio, en la mayoría de los países democráticos no se
admite el cómputo electrónico de las votaciones, porque un algoritmo desviado
puede, por ejemplo, por cada voto por el candidato A, apuntarle al candidato B,
digamos 1,00012 votos, con las inevitables consecuencias…
Aun si a última hora se suspendiera al registrador, su
separación del cargo nada garantiza (salvo provocar un escándalo de Petro),
porque el personal que él escogió y el algoritmo de Indra, único proponente
favorecido por Vega, seguirían el curso inexorable y predeterminado que puede
suponerse…
¡A ojo sacado no vale santa Lucía!: No hay tiempo para
contratar la auditoría internacional y esta también puede ser escogida ad hoc,
para validar los resultados de ambas elecciones, o puede no ser contratada nunca,
en medio de la euforia de los triunfadores.
Lo mismo puede ocurrir con el reconteo ordenado por el
Tribunal de Cundinamarca.
Es necesario decirlo: lo único que podría dar tranquilidad
al país sería la ejecución de una auditoría imparcial y técnica del famoso
algoritmo y un recuento de la votación de marzo 13, antes de la elección para presidente,
lo que no se hizo y que, como van las cosas, jamás se hará, si el país prefiere
el formalismo jurídico a la legitimidad constitucional, que solamente puede recuperarse
con un escrutinio intachable e inobjetable, para lo cual es necesario aplazar valerosamente
la elección de presidente, hasta que se cumplan las condiciones reales para su
validez.