martes, 31 de mayo de 2022

De cara al porvenir: bellaquerías al día

Pedro Juan González Carvajal
Por Pedro Juan González Carvajal*

La palabra bellaco ya poco se usa. Aclaro, la palabra, porque los bellacos siguen y seguirán existiendo y, posiblemente, van en aumento. Según el diccionario de la RAE, son sinónimos de bellaco, malo y ruin, y es ruin quien es vil, bajo y despreciable.

Dos sucesos recientes hicieron volver a mi mente esas palabras.  El primero de esos hechos fue el ocurrido en el Metro de Medellín con una mujer lactante que con toda naturalidad alimentaba a su bebé, sentada en uno de los vagones del tren (resaltemos, sí, que posiblemente alguien atento y educado le había cedido el puesto).

Ese hecho normal, natural y francamente hermoso, ocasionó una airada queja por parte de un ciudadano posiblemente recién llegado por un agujero de gusano directamente desde el siglo XII, por la “falta de respeto a los usuarios del sistema Metro”. Este ciudadano se fue lanza en ristre contra la madre lactante y contra el Metro por ejecutar la una y permitir la otra, semejante ofensa a la moral. “…lástima del Metro”, concluyó su enérgico trino. Pero, por fortuna, la sensatez es escasa, pero existe y hay quienes la practican y el Metro dio una elegante pero contundente respuesta: “Sí, una lástima…tu comentario”. Igualmente, tranquiliza y da esperanzas, la reacción generalizada de solidaridad de la ciudadanía para con la madre lactante y con el Metro de Medellín.

El otro hecho que refleja dramáticamente lo ruin, lo vil, lo bajo y lo despreciable que puede llegar a ser el ser humano, es el veto por parte de unos padres de familia de un prestigioso colegio de Medellín a unas niñas, por el hecho de ser las hijas del suspendido alcalde de Medellín. Si ese es el ejemplo que estos padres de familia dan a sus hijos son ellos los que deben ser proscritos del sistema educativo.

Es impresentable que se ataque a unas niñas y se les pretenda limitar su derecho a la educación por diferencias ideológicas con sus padres, aunque se sostenga que es una cuestión de principios. Terribles principios los que soportan semejante acto de exclusión, discriminación e intolerancia. Llama la atención que la carta por medio de la cual se hace el reclamo al colegio no aparezca firmada. Qué peligrosa mezcla: bellacos y taimados. Pero bueno, seguramente aparecerían firmas como Torquemada, Savonarola y algunos otros grandes defensores de los principios.

(Entre otras cosas, a veces nos preguntamos por qué existen tantos resentidos… a lo mejor hay explicaciones).

De nuevo, por fortuna, apareció la sensatez de la Señora Rectora (así, con mayúsculas) para rechazar con toda verticalidad la carta del grupo de padres de familia y les recordó que los principios de su colegio se basan en “valores como el respeto, la tolerancia y las actuaciones democráticas”.

Y, dejemos así. Podríamos tomar otros ejemplos de grandes bellaquerías nacionales y mundiales, pero con estos dos basta y sobra para reconocer que la bellaquería sigue al día.