viernes, 8 de abril de 2022

Chambonadas

José Leonardo Rincón, S.J.
José Leonardo Rincón, S. J.

Esas tareas administrativas en las que ando, parecieran ser más bien las labores propias de un palacio del colesterol pues cotidianamente sofrío chicharrones, agarro papas calientes, lidio chorizos de problemas y cocino sancochos. Lo normal. 

Sin embargo, el asunto se complica más cuando aparecen las chambonadas, es decir, esas evidencias contundentes de la capacidad que tenemos por estas tierras de Indias para embarrarla deliberadamente haciendo las cosas mal. No entiendo por qué lo fácil hay que hacerlo difícil, por qué querer ganarse dolores de cabeza cuando las cosas podrían ser más amables. Por qué no hacer las cosas bien.

La gente hace las cosas mal, chambonamente, y después se sorprenden porque uno se embejuca. Y todo sale finalmente más caro para todos, se pierde credibilidad y reputación. Se pierde la confianza. Las cosas no serán lo mismo.

He conocido empresas dizque certificadas en calidad, pero que en realidad ostentan esos sellos solo como fachada. Hacen las cosas bien cuando se acerca la auditoría externa y hay que dar cuenta del cumplimiento (cumplo y miento) de las normas y de una serie de registros y de soportes de la supuesta gestión del día a día. Son entidades para quienes el asunto de la calidad es una moda, no un espíritu.

Podría traer a colación aquí muchos y muy variados ejemplos de lo que significa e implica proceder chambonamente. Experimentando esas “perlas” uno se pregunta, ¿por qué querer cobrar caro en una cotización u oferta mercantil y luego ahorrarse costos solo para ganar más?, ¿Por qué engañar a los clientes con productos de mala calidad?, ¿Por qué rodearse conscientemente de gente mediocre y poco o nada profesional para adelantar trabajos de responsabilidad?, ¿Por qué exponerse a demandas por incumplimientos y, peor aún, a tragedias que puedan generarse como consecuencia de haber hecho mal las cosas?

Lo ve uno en una prenda dónde le dicen a uno que es talla XL pero gastaron tela de M; en una empanada de carne pero que resulta siendo de papa; en una obra de ingeniería que no utiliza productos de alta calidad y no cumple las especificaciones contratadas; en una asfaltada de calle que dura pocas semanas; en un centro educativo que promete una oferta educativa que no cumple; en un taller automotriz donde colocan repuestos de segunda y los cobran como nuevos u originales; en una balanza alterada que pesa 200 gramos menos del kilo prometido; de promesas de campaña politiquera, que solo no cumplen lo prometido sino que hacen exactamente lo contrario…

Ustedes saben que la lista de chambonadas que nos toca soportar a diario es interminable. ¿Hasta cuándo?  ¿Será parte de nuestra idiosincrasia y habrá que resignarse?  O ¿será que algún día podremos hacer las cosas bien?