Por Antonio Montoya H.
Me complació ver en las noticias que por fin se
presenta un proyecto de ley en el que se habla de salarios mínimos legales para
técnicos y tecnólogos, lo cual es un gran avance para miles de personas en
Colombia que se esfuerzan por formarse académicamente y mejorar de esa forma su
calidad de vida, tema sobre el cual he venido hablando desde muchos años atrás,
pero adicionando que se debe hablar de salarios mínimos para profesionales, lo
cual es justo y adecuado al esfuerzo que con el trascurrir de los años va
realizando el ser humano.
Estamos en mora de que la comisión permanente
de concertación de políticas laborales y salariales, asuma esa responsabilidad
para lo cual está legitimada, pero lamentablemente no la asumen y se tiene que
recurrir a una ley para fijar esos salarios diferenciales. Se les ha pedido que
miren más allá de fijar el salario mínimo legal, porque los cambios sociales
ameritan otra mirada a la legislación laboral y a las condiciones para acceder
al empleo, atendiendo lo expresado por la Corte: “la remuneración debe asegurar un mínimo vital, además de ser móvil, de
modo que siempre guarde equivalencia con el precio del trabajo”, y es aquí
donde se les olvida que la formación por etapas es la base del mejoramiento
económico y social.
En muchas ocasiones los hoy profesionales con
especializaciones y maestrías se ven en la necesidad de esconder sus títulos,
sus avances académicos para poder acceder a un empleo digno, porque los
empleadores consideran que estar tan perfilado hace que busque ese puesto como
un escampadero, y esto no es fruto de mi imaginación, es una realidad que viven
a diario muchos profesionales que yo conozco y que omiten de sus hojas de vida esa información,
por una simple razón, los puestos o cargos a los que tienen que recurrir
requieren perfiles profesionales menores.
Es sin duda alguna un momento importante para
cambiar en el país la mentalidad laboral en aspectos que son vitales para
promocionar la educación y lograr mejores condiciones de vida, y es con la
remuneración que se encuentra una mayor motivación, y una compensación a la
superación y al tiempo de estudio.
Entonces tendríamos cuatro tipos de salarios
mínimos legales: el tradicional, es decir, el que regula el mínimo que debe
recibir un trabajador de oficios que requieren máximo bachillerato, y otros
diferentes para los técnicos, tecnólogos y profesionales, incluyendo en este a
los especialistas y magíster. A partir de esa decisión crecerá el interés por
estudiar, por buscar formas de tener ingresos mejores, es fin, es la manera de
buscar que la educación tenga repercusiones al obtener mejoramientos académicos
que servirán a los empleadores.
Adicionalmente pienso que el panorama podría
cambiar favorablemente si aunada a esta propuesta se agrega la posibilidad de
tener salarios integrales, menores a los fijados hoy en la legislación laboral
para los salarios de los técnicos, tecnólogos y profesionales, esos salarios,
de ahí en adelante, se fortalecerán y crecerán realmente más allá de la
inflación.
Creo que, además, se podría pensar en que las disciplinas
de técnicos, tecnólogos y profesionales, tengan un porcentaje mayor en la
fijación de su salario si se permite pactar que a partir de una fecha que se
fije con anterioridad puedan optar por un incremento en su salario a cambio de
no recibir indemnización alguna al momento de terminar el contrato, caso en el
cual se logra una mayor estabilidad, motivación de las dos partes (trabajador y
empleador) y facilidad para ser contratado formalmente.
Digo estabilidad porque he manifestado
reiteradamente que a un empleador no le interesa estar despidiendo a sus
empleados, les gusta la permanencia en el cargo, el crecimiento y la
experiencia, y es la misma ley la que desprotege estableciendo normas que
perjudican la misma estabilidad y hace más gravosa la situación del empleador
en caso de crisis empresarial.
Es, en conclusión, el tiempo preciso para revisar
la normatividad laboral, la social y la verdadera formalización del empleo; no
podemos seguir teniendo un país aislado de las realidades económicas, porque
con pobreza no llegamos a nada, avancemos en mejorar el ingreso y así
construiremos un país mejor, con opciones de trabajo para todos.