Por Pedro Juan González Carvajal
Personalmente soy un admirador del pueblo norteamericano.
Como nación poderosa se comporta como tal, del mismo modo que lo han hecho
infinidad de grupos sociales organizados a través de la historia. A algunos les
producirá rabia, a mí me generan una envidia de la buena.
Si algo distingue rasgos de civilización, es la manera como
se organizan las ciudades para sus habitantes y para quienes las visitan.
Para los habitantes, el instrumento de los Planes de
Ordenamiento Territorial sigue siendo una muy buena herramienta, siempre y
cuando se elabore con criterios adecuados y prospectivos, y que el Estado posea
las herramientas, la voluntad y las condiciones para hacerlos cumplir.
En muchos países existen POTs nacionales, regionales y municipales.
En Colombia, por el momento, la dimensión es solamente Municipal.
El sano equilibrio entre los espacios para la vivienda, para
las actividades productivas, para los espacios públicos, para la recreación, para
la movilidad y para las reservas de expansión, son elementos estructurantes de
un buen POT.
Una ciudad organizada, debe estar bien señalizada,
siguiendo criterios, métodos y estándares universalmente aceptados.
Usted en Norteamérica o en Europa, por hablar solo del Mundo
Occidental, no se pierde, pues la señalización está elaborada para la gente del
común, para el residente y para el turista.
Ubicada en lugares accesibles visualmente, bien pintadas e
iluminadas, y obviamente con el adecuado mantenimiento, estas señales hacen
parte del equipamiento urbano y deben ser consideradas como bien público.
En Colombia, y en nuestra querida Medellín, en este
sentido, nos falta mucho pelo para el moño.
Comencemos por la ubicación y su mantenimiento. Una señal
debe estar libre de obstáculos físicos que impida su completa visualización
diurna y nocturna. En este sentido se requiere un plan periódico de limpieza, poda
de ramas de árboles y garantía de alumbrado público, evitando la existencia de
puntos ciegos en la infraestructura.
Su eficacia radica en que, sin pensar mucho, usted sepa qué
camino coger.
Si usted amigo lector toma la Transversal Inferior subiendo
por Las Palmas, se encontrará con una serie de intercambios viales que incluyen
pasos a desnivel en el sentido norte-sur. Aquí comienza la deficiencia de la
señalización empleada, ya que no es claro cómo continuar por el recorrido de la
transversal, cómo tomar a las lomas hacia el oriente o hacia el occidente o cómo
buscar los retornos pertinentes.
Una buena señalización casi que permite no tener que
pensar, sino seguir instrucciones claras.
Con respecto al escenario geográfico, nosotros manejamos el
criterio de distribución español con calles, carreras, cuadras y manzanas.
En algún momento del tiempo se nos ocurrió recurrir a la
figura de las llamadas “circulares”, que, al coexistir con la disposición
tradicional, genera una cierta confusión.
Se supone que en la parte superior de cada vértice de cada
esquina debe estar señalado el número y / o el nombre de la calle o carrera
respectiva, guardando un buen tamaño, un buen color y una buena iluminación.
Por ahora, nuestra señalización data de varios decenios y
sería hora de pensar en un adecuado plan maestro de cara al futuro
internacional que todos aspiramos para que de verdad nuestra ciudad sea
considerada un destino cosmopolita.
Esta es una de las actividades que debemos aprender a
manejar.