Por Pedro Juan González Carvajal*
A los miembros de mi generación nos ha
correspondido el privilegio de ser testigos directos de los grandes avances
tecnológicos que han sido aplicados para satisfacer los conceptos de bienestar
y de comodidad que la sociedad de consumo exige de manera creciente.
Gracias a la existencia de las fuentes de
electricidad en todos sus formatos y de las mismas baterías en todas sus
versiones, la fuente de energía ha sido un recurso disponible y accesible para
las empresas y las personas durante los dos últimos siglos.
Desde la incorporación del transistor en los
radios, en los equipos de sonido, en los televisores y paulatinamente en el
resto de los electrodomésticos, se comenzaba a intuir la aparición creciente
del concepto de movilidad y del concepto de miniaturización, hablando solamente
de la realidad doméstica.
El auge de la computación gracias a los chips y
a los microprocesadores introdujo ventajas inimaginables hasta ese entonces en
el mejoramiento de los procesos y en la automatización de estos.
Hoy por hoy, con la aparición de los celulares
y los relojes inteligentes, con todas las potencialidades que vienen
incorporadas, un nuevo universo se nos ha abierto y una nueva realidad
paralela, o múltiples realidades paralelas, parece que se estuvieran construyendo.
Sin embargo, como todo lo humano, todo es
susceptible de ser mejorado o de ser ajustado. No necesariamente todos los
humanos poseemos las mismas condiciones económicas, culturales, o aún
fisiológicas en el sentido de ser hábiles en el manejo de las nuevas
tecnologías y en la solvencia para manejar la nueva llave hacia su posibilidad
de uso: el control remoto y las denominadas APPs (abreviatura de la palabra
inglesa applications).
Todas las tendencias nos muestran que, en un
futuro no muy lejano, el hogar será administrado en términos de los recursos
aportados desde la domótica y todos los dispositivos del hogar serán manejados
a través del celular o del computador personal utilizando APPs que estarán
disponibles y que habrá que bajar de la llamada nube.
Sin embargo, se les pasa por alto a nuestros
expertos en mercadeo y ventas, que hay que distinguir entre los diferentes
segmentos de población y en la realidad demográfica que parece se está
imponiendo en el planeta, lo que es la inversión de la pirámide demográfica,
que significa, sin eufemismos, que habrá más viejos que jóvenes.
El concepto de ergonomía hoy por hoy, ante las
nuevas realidades poblacionales y demográficas, está en pañales.
Todos, quienes vamos llegando a la adultez,
comenzamos a tener dificultades en la visión, en el movimiento y en el control
de los dedos de nuestras manos para ubicarlos con precisión en botones o
teclados. Una persona adulta va perdiendo sus habilidades y facultades para
manipular teclas y teclados pequeños, por eso se le dificulta marcar el celular
o escribir un mensaje.
Los adultos mayores necesitan y necesitaremos
facilidades físicas ofrecidas desde la tecnología para poderla utilizar.
Teléfonos y controles remotos con teclas grandes e iluminadas. Celulares del
tamaño de nuestras manos con teclas espaciadas e iluminadas, pues ya la
miniaturización no es un descreste sino un impedimento para este perfil
poblacional. Es más, puede que se requiera de aparatos que cumplan con una sola
función: hacer y recibir llamadas y no más.
No todos tendremos las habilidades, estando
solos a los 80 años, de bajar APPs para que podamos comenzar a manejar la
estufa, la lavadora, la secadora, el televisor, el microondas o la simple
radio.
Del botón para prender o apagar el aparato,
pasando por el control remoto para manejar el televisor, hasta llegar al
celular como el gran concentrador de todos los controles remotos, ha pasado
relativamente poco tiempo.
Sin embargo, tendremos que garantizar la
igualdad en posibilidades de manejo para toda la población, porque entre otras
curiosidades, es también un hecho demostrable, que los viejos que se quedan solos
también tienen poder de compra, muchas veces superior al de los jóvenes.
Pareciera ser que este segmento o nicho de
mercado, no le está interesando a los denominados “fabricantes”.
¿Y dónde están los estudiosos del mercado y los
expertos en mercadeo?
Recordemos que la vejez es el destino que nos
espera a todos biológicamente hablando.