Por Pedro Juan González Carvajal*
En un artículo anterior hice referencia a un personaje de
la vida nacional, catalogado como una de las personas más influyentes del país:
Epa Colombia. En este artículo dejo de lado a Epa (y la dejo de lado por el
resto de vida) para ocuparme de un tema inevitable, como lo es la oferta
pública de adquisición (opa) presentado por el Grupo Gilinski para adquirir la
mayoría accionaria de Nutresa y un importante paquete de acciones de Sura.
Ya los expertos y los analistas han planteado sus conceptos
sobre esta situación presentada en el mundo de los negocios Ya se ha recontado
la historia del enroque que originó el llamado Sindicato Antioqueño el cual
evolucionó para convertirse en el Grupo Empresarial Antioqueño, GEA, y ya se
han dado opiniones en pro y en contra de la posible negociación. En este
artículo presentaré algunas ideas personales al respecto, con apoyo en lo que
ya se ha dicho.
En primer lugar, es claro que resulta inútil e impertinente
manifestarse en favor o en contra del negocio. Es un negocio entre particulares
y lo que los demás mortales opinemos no tiene la más mínima trascendencia. Se
invoca que Nutresa es patrimonio de Antioquia y de Colombia, y hasta de
Latinoamérica, cosa que me permito poner en duda: Nutresa y las demás empresas
del GEA son patrimonio de sus accionistas y cualquier afirmación diferente no
pasa de ser un sentimentalismo más bien barato.
Se afirma que con el ingreso de nuevos accionistas se
perderá lo que se ha logrado en materia de responsabilidad social, ambiental y
gobierno corporativo, lo que no tiene ningún asidero pues en el mundo moderno
los llamados factores ESG (Environmental, Social, and Governance), sea por
moda, por conveniencia o por convicción, son un factor importante para
cualquier inversionista.
Con objetividad y frialdad debe entenderse que el mundo
actual es diferente al mundo de hace cuarenta años, cuando se diseñó y se puso
en práctica la estrategia del enroque. En esos cuarenta años, empresas
importantes creadas en nuestro medio y que considerábamos “patrimonio de los
antioqueños” han sido adquiridas por inversionistas de otras latitudes y… nada
ha pasado. Incluso podría afirmarse que los efectos han sido positivos: el
Éxito, Familia, Cervunión, Coltabaco entre otras. Incluso en un ámbito que
despierta pasiones como el fútbol, el Atlético Nacional fue adquirido hace ya
algunas décadas por el Grupo Ardila Lulle y creo que ningún hincha dejó de
serlo porque ya no era patrimonio de los antioqueños. De hecho, durante el
periodo de pertenencia al Grupo Ardila, ha ganado más títulos y ha tenido más
proyección y desarrollo que en su historia anterior.
En síntesis, no hay por qué tenerle miedo a las situaciones
normales de los tiempos modernos en los que los capitales y las inversiones
fluyen globalmente.
En lo personal, me es indiferente en propiedad de quién
estén las empresas, siempre que cumplan con su misión y respeten a sus stakeholders.
Como le escuché a alguien en días recientes: que vendan a Nutresa… ¡con tal de
que no dañen el salchichón!