Por Antonio Montoya H.*
Ahora, al cabo de los años, cuando el tiempo ha pasado, me
preguntan lectores de El Pensamiento al Aire, algunas otras personas conocidas
y muchos desconocidos que me escriben, que por qué no aspiro a ocupar un cargo
público de elección popular en estos comicios que se avecinan, a lo cual les
contesto que prefiero aportarle al país con alguna idea, opinión o
cuestionamiento, a través de este medio, en el que llevo ya escribiendo desde
2013, en forma continua y semanal, en compañía de otros 10 columnistas que día
a día aportan con su opinión a construir un mejor país.
Pero debo confesar que, desde niño, desde la época de
colegio en San Ignacio, tuve siempre la ilusión de participar activamente en la
vida pública y ser alcalde de Medellín o gobernador de Antioquia, e inclusive,
tuve un gabinete escrito en una servilleta en el que cada uno de mis compañeros,
de acuerdo con sus habilidades o creencias, en ese tiempo ocupaban una
secretaria especifica. Eran las horas de conversaciones como próximos
bachilleres en el que los sueños estaban a flor de piel y teníamos miedos al
enfrentar el próximo paso que era la universidad, pero sentados conversábamos de
Colombia y sobre lo que sucedía. Y nosotros, con nuestro pobre conocimiento,
expresábamos ideas sobre ello.
Tal vez ninguno visualizó el caos que se nos vino en los
siguientes años por cuenta del narcotráfico, la narcoguerrilla, las
autodefensas y las bandas criminales, la corrupción, la mentira y el engaño, y por
la apertura del mundo, las comunicaciones, el internet, las redes sociales, en
fin, un mundo que no conocimos. Vivíamos con el conocimiento que en las
conversaciones y tertulias familiares obteníamos y con el aprendizaje en el
colegio, espacio en el que sí aprendimos de historia, geografía, matemáticas y
sobre todo de ética y valores, y disfrutamos de la amistad que aun pasados casi
50 años perdura en el tiempo como si este no trascurriera.
También con mis padres Froilán Montoya Mazo y Marina Hoyos,
comentaba de mis sueños, acrecentados por el empuje y ánimo que me daban,
porque no olvido el ejemplo que me dieron, su formación en valores, la
enseñanza sobre la amistad, el respeto por los demás y el valor de la familia,
bagaje que son para mí las riquezas de la vida y que nadie me quita. Allí
sentado, con ellos jugando ajedrez y tertuliando como ya lo dije, fui forjando
mis sueños. Con el paso del tiempo fui cumpliendo cada uno, sin prisa, con
constancia y persistencia y gracias al apoyo y amor de mi esposa, mis tres
hijos, mis hermanas, mi sobrina, mi sobrina nieta, y los amigos que me han acompañado en este breve
recorrido de la vida terrenal.
Un día cualquiera, ya profesional, opté, por decisión
personal, dedicarme al ejercicio del derecho y logré ser abogado de empresas,
consultor, gerente, negociador y conciliador. En cada momento aprendí a conocer
a mis congéneres, a compartir el día a día, mejorando procesos o luchando en
los estrados judiciales, pero nunca dejé de pensar en el bienestar de Colombia,
en lo que podía hacer yo para obtener para todos mejores condiciones de vida en
nuestro país, un territorio en el que pudiéramos caber sin necesidad de
matarnos, respetáramos las diversas opiniones y concertáramos, para así mejorar
las terribles nubes de odio, rencor y muerte que sufrimos y aún tenemos encima.
Tuve, en dos ocasiones, la opción de aspirar e inclusive
encabezar una lista para concejo, pero les cuento que, reunido con el grupo de
trabajo que conformé inicialmente, realicé una reunión casi qué final para
darle vida al proyecto y se me vino a la mente un recuerdo de mi madre
diciéndome que ella sufrió acompañando día a día a mi padre en su larga vida política.
Ella le aportó ideas y sin duda alguna fue un valioso soporte que tuvo mi padre,
en su extensa vida pública, en las buenas y malas. Recordé entonces que me dijo
que no la hiciera sufrir nuevamente esas angustias ni las trasladara a la
familia… por eso consulté con mi almohada en un momento de silencio y decidí
dejar ese camino a un lado, aborté la aspiración.
Sin embargo, no he dejado de escribir, leer, prepararme,
conocer en detalle este país, conversar con las personas, oír y soñar, y
aportar a través de mis escritos para que en algo logre influir en los
servidores públicos que hoy ejercen cargos de elección; pequeña pretensión,
pero es la que me mueve, me motiva y me satisface.
Actualmente participo como ciudadano como uno de los
miembros fundadores de Primero Antioquia, en el proceso de revocatoria del
actual mandatario de Medellín, movimiento civil que defiende a capa y espada la
institucionalidad, el respeto por la tradición, los valores y la antioqueñidad,
y que hace parte del Pacto por Medellín.
Esta confesión personal, me quita un peso de encima,
dejando claro que no puedo, ni quiero aspirar a cargo alguno. Y quiero agregar que
quien nos represente debe tener claro que:
* Se trabaja por intereses generales, no por los propios.
* El orden y la disciplina deben ser la base de su actuar.
* El respeto, la solidaridad con los demás, la concertación,
la tolerancia y ética tienen que estar por encima de cualquier otro interés.
* Es indispensable que genere condiciones de vida a través
del trabajo, no del subsidio, para todos los ciudadanos, sin tener en cuenta la
edad o condición.
* Debe hacer respetar la ley a toda costa.
* Hay que impedir que las manifestaciones públicas perjudiquen
a la mayoría de los ciudadanos; no aceptación de paros y menos vandalismo, duro
con los promotores y contra los que dañan los bienes públicos.
* A través del Ministerio del Trabajo y de Agricultura
forjar una verdadera acción, constante, para recuperar el campo, protegiendo al
campesino y fomentando, por medio del cooperativismo, fuentes de trabajo.
* Es prioritario darles vida económica a los 1.125 municipios,
de los cuales, muchos de ellos sobreviven en condiciones de pobreza graves. Por
ello, se deben dotar de buenas escuelas, profesores que no sean de Fecode, comercio
activo, el ejército y la policía actuante, que sepan quién vive y qué hace en el
lugar, propiciar la recreación, incentivar el deporte y dar trabajo a todos,
que es fácil, no imposible; así construiremos un mejor país.
* No menos importante es la necesidad de apoyar a los
empresarios y a la industria que es la que genera empleo de valor.
* Y, por último, promover y apoyar una reforma a la
justicia, al Congreso, cambiar las condiciones para aspirar a cargos públicos y
sobre todo evitar estar allí para obtener beneficios personales.
Hay muchas más ideas, viables, sencillas de ejecutar, para
lograr un cambio en la mentalidad de los ciudadanos, que crean en la
democracia, la respeten y la apoyen, de lo contrario vendrán tiempos difíciles.
Así termino hoy mi confesión, pensando que he sido
coherente, que creo en la gente, la democracia, la familia, la propiedad
privada, la libertad de cultos, el trabajo, la libertad de escoger arte,
profesión u oficio, y sobre todo que, educando en valores y principios desde el
colegio y la familia, recuperaremos el norte.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Con gusto aceptamos sus comentarios mientras no sean innecesariamente ofensivos o vayan en contra de la ley y las buenas costumbres