domingo, 14 de noviembre de 2021

Yo confieso

Antonio Montoya H.
Por Antonio Montoya H.*

Ahora, al cabo de los años, cuando el tiempo ha pasado, me preguntan lectores de El Pensamiento al Aire, algunas otras personas conocidas y muchos desconocidos que me escriben, que por qué no aspiro a ocupar un cargo público de elección popular en estos comicios que se avecinan, a lo cual les contesto que prefiero aportarle al país con alguna idea, opinión o cuestionamiento, a través de este medio, en el que llevo ya escribiendo desde 2013, en forma continua y semanal, en compañía de otros 10 columnistas que día a día aportan con su opinión a construir un mejor país.

Pero debo confesar que, desde niño, desde la época de colegio en San Ignacio, tuve siempre la ilusión de participar activamente en la vida pública y ser alcalde de Medellín o gobernador de Antioquia, e inclusive, tuve un gabinete escrito en una servilleta en el que cada uno de mis compañeros, de acuerdo con sus habilidades o creencias, en ese tiempo ocupaban una secretaria especifica. Eran las horas de conversaciones como próximos bachilleres en el que los sueños estaban a flor de piel y teníamos miedos al enfrentar el próximo paso que era la universidad, pero sentados conversábamos de Colombia y sobre lo que sucedía. Y nosotros, con nuestro pobre conocimiento, expresábamos ideas sobre ello.

Tal vez ninguno visualizó el caos que se nos vino en los siguientes años por cuenta del narcotráfico, la narcoguerrilla, las autodefensas y las bandas criminales, la corrupción, la mentira y el engaño, y por la apertura del mundo, las comunicaciones, el internet, las redes sociales, en fin, un mundo que no conocimos. Vivíamos con el conocimiento que en las conversaciones y tertulias familiares obteníamos y con el aprendizaje en el colegio, espacio en el que sí aprendimos de historia, geografía, matemáticas y sobre todo de ética y valores, y disfrutamos de la amistad que aun pasados casi 50 años perdura en el tiempo como si este no trascurriera.

También con mis padres Froilán Montoya Mazo y Marina Hoyos, comentaba de mis sueños, acrecentados por el empuje y ánimo que me daban, porque no olvido el ejemplo que me dieron, su formación en valores, la enseñanza sobre la amistad, el respeto por los demás y el valor de la familia, bagaje que son para mí las riquezas de la vida y que nadie me quita. Allí sentado, con ellos jugando ajedrez y tertuliando como ya lo dije, fui forjando mis sueños. Con el paso del tiempo fui cumpliendo cada uno, sin prisa, con constancia y persistencia y gracias al apoyo y amor de mi esposa, mis tres hijos, mis hermanas, mi sobrina, mi sobrina nieta, y los amigos que me han acompañado en este breve recorrido de la vida terrenal.

Un día cualquiera, ya profesional, opté, por decisión personal, dedicarme al ejercicio del derecho y logré ser abogado de empresas, consultor, gerente, negociador y conciliador. En cada momento aprendí a conocer a mis congéneres, a compartir el día a día, mejorando procesos o luchando en los estrados judiciales, pero nunca dejé de pensar en el bienestar de Colombia, en lo que podía hacer yo para obtener para todos mejores condiciones de vida en nuestro país, un territorio en el que pudiéramos caber sin necesidad de matarnos, respetáramos las diversas opiniones y concertáramos, para así mejorar las terribles nubes de odio, rencor y muerte que sufrimos y aún tenemos encima.

Tuve, en dos ocasiones, la opción de aspirar e inclusive encabezar una lista para concejo, pero les cuento que, reunido con el grupo de trabajo que conformé inicialmente, realicé una reunión casi qué final para darle vida al proyecto y se me vino a la mente un recuerdo de mi madre diciéndome que ella sufrió acompañando día a día a mi padre en su larga vida política. Ella le aportó ideas y sin duda alguna fue un valioso soporte que tuvo mi padre, en su extensa vida pública, en las buenas y malas. Recordé entonces que me dijo que no la hiciera sufrir nuevamente esas angustias ni las trasladara a la familia… por eso consulté con mi almohada en un momento de silencio y decidí dejar ese camino a un lado, aborté la aspiración.

Sin embargo, no he dejado de escribir, leer, prepararme, conocer en detalle este país, conversar con las personas, oír y soñar, y aportar a través de mis escritos para que en algo logre influir en los servidores públicos que hoy ejercen cargos de elección; pequeña pretensión, pero es la que me mueve, me motiva y me satisface.

Actualmente participo como ciudadano como uno de los miembros fundadores de Primero Antioquia, en el proceso de revocatoria del actual mandatario de Medellín, movimiento civil que defiende a capa y espada la institucionalidad, el respeto por la tradición, los valores y la antioqueñidad, y que hace parte del Pacto por Medellín.

Esta confesión personal, me quita un peso de encima, dejando claro que no puedo, ni quiero aspirar a cargo alguno. Y quiero agregar que quien nos represente debe tener claro que:

* Se trabaja por intereses generales, no por los propios.

* El orden y la disciplina deben ser la base de su actuar.

* El respeto, la solidaridad con los demás, la concertación, la tolerancia y ética tienen que estar por encima de cualquier otro interés.

* Es indispensable que genere condiciones de vida a través del trabajo, no del subsidio, para todos los ciudadanos, sin tener en cuenta la edad o condición.

* Debe hacer respetar la ley a toda costa.

* Hay que impedir que las manifestaciones públicas perjudiquen a la mayoría de los ciudadanos; no aceptación de paros y menos vandalismo, duro con los promotores y contra los que dañan los bienes públicos.

* A través del Ministerio del Trabajo y de Agricultura forjar una verdadera acción, constante, para recuperar el campo, protegiendo al campesino y fomentando, por medio del cooperativismo, fuentes de trabajo.

* Es prioritario darles vida económica a los 1.125 municipios, de los cuales, muchos de ellos sobreviven en condiciones de pobreza graves. Por ello, se deben dotar de buenas escuelas, profesores que no sean de Fecode, comercio activo, el ejército y la policía actuante, que sepan quién vive y qué hace en el lugar, propiciar la recreación, incentivar el deporte y dar trabajo a todos, que es fácil, no imposible; así construiremos un mejor país.

* No menos importante es la necesidad de apoyar a los empresarios y a la industria que es la que genera empleo de valor.

* Y, por último, promover y apoyar una reforma a la justicia, al Congreso, cambiar las condiciones para aspirar a cargos públicos y sobre todo evitar estar allí para obtener beneficios personales.

Hay muchas más ideas, viables, sencillas de ejecutar, para lograr un cambio en la mentalidad de los ciudadanos, que crean en la democracia, la respeten y la apoyen, de lo contrario vendrán tiempos difíciles.

Así termino hoy mi confesión, pensando que he sido coherente, que creo en la gente, la democracia, la familia, la propiedad privada, la libertad de cultos, el trabajo, la libertad de escoger arte, profesión u oficio, y sobre todo que, educando en valores y principios desde el colegio y la familia, recuperaremos el norte.

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