Por José Leonardo Rincón, S. J.*
En un chat de amigos recibí este mensaje
mexicano de autor desconocido. Me pareció tan cercano a nuestra realidad que he
querido transcribirlo suprimiendo el paso a paso de la hora y media en que acontece
toda esta aventura, cambiando las siglas para homologarlas con las nuestras y
dándole una ilación en su redacción:
Como nevó anoche, decidí hacer un muñeco de
nieve. A los 10 minutos una vecina feminista pasó y muy airadamente me reclamó por
qué no hice una mujer de nieve, así que para ser justos hice una mujer de
nieve. Sin embargo, mi vecina nuevamente se quejó de los pechos voluminosos de
la mujer de nieve, diciendo que había hecho el muñeco con una mirada masculina
y lujuriosa y que “mi engendro” no representaba a todas las mujeres del mundo que
no quieren que las valoren por sus senos. Además, que la escoba que le puse debía
ser removida, porque representaba a las mujeres en un papel doméstico. La
pareja gay que vivía cerca, por su parte, armó un lío diciendo que debería
haber hecho dos hombres de nieve. También el vecino hombre trans... mujer...
preguntó por qué no hice solo una persona de nieve, con partes “destacables”.
Me llamaron racista porque la pareja de nieve
es blanca. El musulmán de la casa de en frente exigía que la mujer de nieve
fuera “totalmente cubierta”, y de inmediato. Los veganos, al final de la calle,
se quejaban de la nariz de zanahoria, alegando que las vegetales son comida y
no para decorar los muñecos de nieve.
El epidemiólogo que pasaba me reclamó a gritos por
qué mi muñeco no tenía tapabocas y me llamó “irresponsable”. Por su parte el representante
de derechos humanos llegó y me amenazó con interponer una demanda “ejemplar”.
Otro vecino reclamó por el color azul de la
bufanda de mi muñeco, diciendo que yo cometía un delito electoral por promover
un partido político. Se me acusó de haber recibido millones de dólares para
“atacar a la estabilidad del país”. Manifestantes de extrema izquierda,
ofendidos por todo, marcharon por la calle exigiendo que me arresten.
Apareció el equipo de reportaje del noticiero
de televisión. Me preguntó si sabía la diferencia entre los hombres de nieve y
las mujeres de nieve. Yo respondí: “bolas de nieve′′, y ahora me llaman
“sexista”. Aparecí en las noticias como sospechoso de terrorismo, racismo,
homofobia, sexismo, machismo, xenofobia, transfobia, “neoliberal”, y delitos
contra la salud. Me preguntaron quiénes eran mis cómplices.
La policía llegó diciendo que alguien había
sido ofendido. Mis hijos fueron llevados al ICBF, para su “custodia”. La Fiscalía
impartió “orden de captura” en mi contra y tuve que salir a escondidas del
país.
Al mediodía los muñecos se derretían, pero el
lío ya se había armado. Esto es en lo que nos hemos convertido en este país con
esa imbecilidad de querer ser “políticamente correctos” y donde, dentro de
poco, dar nuestra opinión sobre el tema que sea, podrá ofender a alguien,
porque sí y porque no. ¿Cómo la ven?