martes, 9 de noviembre de 2021

De cara al porvenir: la Democracia Económica

Pedro Juan González Carvajal
Por Pedro Juan González Carvajal*

La realidad nos evidencia que el relato democrático está en crisis y que en la actualidad hay otro tipo de crisis dada por la inexistencia de propuestas de relatos nuevos o alternativos.

Lo cierto es que desde hace unos 15 años se ha evidenciado un descontento generalizado y creciente por parte de la población a lo largo y ancho del planeta, y los Estados y los Gobiernos no atinan a pasar de implementar estrategias de represión o de entregar subsidios.

Antes de pensar en un fortalecimiento de la democracia, se debe garantizar la existencia y desarrollo de una Democracia Económica, pues de lo contrario, cualquier propuesta será un refrito que puede ocasionar expectativas positivas en el corto plazo, pero que desencadenará en una gran frustración, con quien sabe cuál tipo de consecuencias.

Los gobernantes irresponsables y mediocres tratarán de pasar de agache o de pasarle el problema a sus sucesores. Los verdaderos estadistas entienden que lo que está en juego es el modelo democrático en su conjunto, golpeado y agredido por las tradicionales, insuficientes y fracasadas posturas populistas y autoritarias.

Se dice que la Democracia Económica es un movimiento filosófico y político que sugiere la transferencia del poder de decisiones desde una minoría de accionistas (stockholders en inglés) o empresarios hacia la mayoría de partes interesadas (stakeholders en inglés), dando mayor importancia a la sociedad frente a los mercados y un sistema político de democracia directa, lo que se suele denominar en su conjunto como democracia inclusiva.

Mientras no haya una propuesta definitiva de cómo lograrlo, todas las propuestas de instauración y los ejemplos concretos se basan en un conjunto central de asunciones fundamentales.

El término fue popularizado por el economista estadounidense J. W. Smith, quien formó el Instituto por la Democracia Económica. Sin embargo, sus ideas se basan en otras anteriores, tales como las de C.H. Douglas, Karl Polanyi, Henry George e incluso las de Adam Smith y Karl Marx. Otros teóricos modernos de la Democracia Económica incluyen a David Schweickart y Richard C. Cook. Además, una variedad de autores y posiciones que se pueden en general definir como partidarios de la economía sostenible mantienen visiones congruentes con la propuesta.

Los proponentes de la teoría están de acuerdo en que las condiciones actuales de inestabilidad o inseguridad económica (ver precarización) tienden a dificultar, o incluso a impedir, a la sociedad en general de obtener los ingresos suficientes para consumir la producción total de esa sociedad. El creciente control monopólico por parte ya sea de las empresas o el Estado sobre los bienes comunes típicamente produce una situación de "escasez artificial", resultando en un desequilibrio socioeconómico que restringe el acceso de la mayoría a oportunidades económicas y disminuye el poder adquisitivo de los ingresos en general, lo que conduce a una situación de inestabilidad política y económica.

Asumiendo que los derechos políticos o constitucionales no pueden ser ejercidos plenamente sin derecho a la propiedad, las propuestas de la Democracia Económica sugieren una variedad de modelos para resolver los problemas de esa inestabilidad o inseguridad y la deficiencia de la demanda efectiva. En general, se promueve el acceso a los bienes comunes que hayan sido privatizados o estén controlados por el Estado. Otras propuestas secundarias abarcan la promoción de cooperativas, comercio justo, renta básica universal o crédito social, y la promoción del desarrollo a través de iniciativas a nivel local o regional.

Lo que no puede ser considerado es que la Democracia Económica sea una postura disfrazada de comunismo en cualquiera de sus facetas. No es así.

La iniquidad, la desigualdad, la injustica, la pobreza y el envejecimiento de la población planetaria siguen en ascenso, en medio de una desproporcionada concentración de riqueza y de los malos presagios que trae el cambio climático.

¿Nos haremos los desatendidos? ¿Reconoceremos el fracaso de la menos mala de las formas de gobierno hasta ahora intentadas? ¿Nos interesa el futuro del planeta y de la especie? ¿Somos conscientes de los enormes estragos que se avecinan por cuenta del llamado cambio climático impulsado por nuestro consumismo ciego?

Pues va siendo hora de que los humanos saquemos lo mejor de nuestra condición como especie y que los postulados políticamente correctos, bonitos y vendedores de las ideologías religiosas, económicas, sociales y políticas, salgan a flote y nos permitan generar nuevas reflexiones, nuevas miradas y nuevos relatos para que podamos y sepamos aprovechar la transformación digital que tenemos entre manos y que no podemos desperdiciar ni dilapidar, pues es el único factor diferente que  tenemos con respecto a sucesos acaecidos en momentos históricos anteriores y que desembocaron en verdaderas revoluciones.

Que en la llamada era del conocimiento la solidaridad, la generosidad y el pragmatismo nos acompañen.