Por Andrés de Bedout Jaramillo*
En 160 días, algo más de 5
meses, los colombianos debemos decidir si vamos a seguir permitiendo que los
congresistas se sigan burlando de nosotros o les vamos a dar con el voto en
blanco, única y más inmediata herramienta que nos permite la Constitución, un
primer escarmiento, por su mal y abusivo comportamiento.
Expresemos en las urnas, con
el voto en blanco, coherencia con los niveles de desaprobación que tenemos
sobre los senadores y representantes; que sientan que esa inconformidad es de
verdad, que si no se autorreforman, vamos a ser capaces de llegar hasta una
constituyente para de una vez por todas terminar con sus odiosos y abusivos
procederes y exagerados sueldos, regímenes pensiónales y prebendas.
No nos dejemos asustar con
la teoría de que el voto en blanco es como botar el voto; no señores, el voto
en blanco es un voto sanción, es un voto de inconformidad, que si lo hacemos la
gran mayoría de insatisfechos, no solamente por el escaso y poco fructífero
trabajo de los senadores y representantes, indignados por la exageradas
diferencias que ellos mismos han tejido para gozar de salarios, prebendas y
regímenes especiales, que no aguantan ningún análisis de costo - beneficio,
además de ser insostenibles en el tiempo, de los que se han venido contagiando
las demás corporaciones públicas (asambleas departamentales y concejos
municipales), las otras dos ramas del poder público (ejecutiva y judicial) y
las autoridades de vigilancia y control (contralorías, personerías, fiscalías,
procuradurías, etcétera) entidades que tampoco están rindiendo y que necesitan
racionalización urgente en sus tamaños, salarios, prebendas y terminación
urgente de los regímenes diferentes a los de los demás colombianos.
El voto en blanco que
propongo es el voto responsable y libre que vamos a depositar en urnas el común
de los colombianos; no queremos que venga de un grupo significativo de
ciudadanos que se inscriba como promotor del voto en blanco, para luego poder
reclamar como cualquier político, las gabelas económicas para la financiación
de la campaña por el voto en blanco y menos el reconocimiento económico por
cada voto obtenido.
Si no utilizamos esta
herramienta del voto en blanco, seguiremos patrocinando el abuso y la burla de
los congresistas que elegimos en las pasadas elecciones, donde son muy pocos
los senadores y representantes que hacen o mejor, intentan hacer su tarea.
Ya no tenemos nada más que
perder, el voto en blanco en los tarjetones de Senado y Cámara será el inicio
del cambio responsable en Colombia, será la muestra del arribo a una madurez
política, que permita al interés colectivo ponerse por encima del intereses
particulares que hoy reinan en nuestro país.
Que nuestro Señor Jesucristo
nos ilumine para que la insatisfacción la manifestemos votando en blanco, para
que tenga algún valor, porque la insatisfacción de las encuestas no vale nada
ya que no obliga a nuestros senadores y representantes, por el contrario, se
burlan de ellas.