domingo, 3 de octubre de 2021

¡Qué orgullo!

Luis Guillermo Echeverri Vélez
Por Luis Guillermo Echeverri Vélez

El orgullo de tener un gobernante que representa lo mejor de Colombia ante el mundo.

Duque deja en alto ante las naciones del mundo la fortaleza, integridad y entereza democrática que caracteriza la generosa nación colombiana. Ello deja en evidencia, ante la mal informada comunidad internacional, la realidad de lo mejor y de lo peor que da la tierra.

Después de pasar un año y medio dedicado a responder por la salud, por la economía y a resistir toda suerte de ataques y presiones del narcoterrorismo asociado con una feroz oposición política que raya en lo delincuencial y, también, de los “amigos” que desde que llegó a Colombia en el 2014 lo menospreciaron y luego pensaron que tenían el primer derecho a tirarle a la piñata con los ojos destapados, Duque lleva al mundo evidencia de ejemplo en el ejercicio democrático del poder, de cómo cumplir son su deber frente a todos los colombianos por las vías del entendimiento y el respeto por la legalidad.

En una región que hace parte de un mundo globalizado, conectado e informado, donde la tecnología y la ciencia ya están abiertas a todas las personas, Duque empieza a ser alguien muy importante, no solamente para Colombia sino para todos estos países.

Soy testigo de que quien abona y siembra con amor, cosechará la generosidad de la tierra, e Iván Duque empieza a ser reconocido por su vocación de servicio a la Patria y a los graves problemas humanitarios y sociales de la región, y por eso se agradece también en otras latitudes su esfuerzo por contribuir a solucionar los problemas del planeta.

Iván Duque tiene solo 45 años y mucho por ofrecerle aún a Colombia. Está abriendo un camino que lo va a convertir en un gran latinoamericano. Duque se ha propuesto demostrarle al mundo que nuestra región tiene mucho más que aportar que todo aquello por lo que nos estigmatizan en los medios locales e internacionales, y yo creo que lo está logrando.

El hombre tiene una gran vocación de servicio, tiene calidad de estadista, tiene la capacidad de hablar en inglés o en español, con la misma claridad, elocuencia y transparencia, con las personas más humildes y las comunidades más necesitadas en toda la geografía nacional o con grandes mandatarios del mundo, con los empresarios que lideran el cambio tecnológico y con quienes aportan a la preservación del planeta.

Y eso es lo que hay que valorar en la gestión que Duque ha hecho en tan solo 20 meses de normalidad, pues a los 38 meses de trabajo productivo se le pueden descontar 18 de pandemia.

Y así haya detalles y cosas que se le puedan escapar, y así muchas veces su seriedad y su mesura sean superadas por la mediocridad propia del inevitable clientelismo y la maldad que caracteriza delincuentes y tramposos, la verdad es que hoy el mundo admira su sensatez y su racionalidad y el hecho de ser un hombre que toma decisiones muy ponderadas, que así todas no sean idóneas, todas son honestas y buscan servir el interés general de toda una nación.

Duque es un hombre de una conducta intachable y una capacidad de trabajo impresionante; soy testigo de cómo, después de esta gira que hicimos por España, Washington y Naciones Unidas en Nueva York.

A la elocuencia de sus palabras la preceden horas de estudio, de lectura y preparación. El hombre es como Uribe, una máquina de trabajo disciplinado y aplicado. No para de trabajar por Colombia. Cuando nosotros regresamos cansados, este tipo se bajó del avión en Cartagena después de que durmió solo cuatro horas durante 10 días de gira, se bañó, salió, y venga, voy por el presidente Piñera, voy a Turbaco a un evento popular, venga esto, lo otro, cumplió con el mandatario chileno y siguió a “La Mojana” a acompañar a la gente afectada y a ver como ayuda. Todo siempre con la mejor disposición y aunque le critiquen envidiosos y malevolentes, lleva el país en el corazón y en la mente acompañado de una energía tremenda.

Duque es un hombre que está pensando en grande, y en eso estamos empeñados en ayudarle, porque es que, si este país no tiene clara una línea de pensamiento a largo plazo, se jode.