lunes, 4 de octubre de 2021

Contrasentido

Antonio Montoya H.
Por Antonio Montoya H.*

Es una idea, actitud o comportamiento contrario al razonamiento lógico y llamo este articulo así, aun trascurridos ya varios días, por el ominoso fallo de la sala especial de primera instancia de la Corte Suprema de Justicia, que emitió en el proceso judicial que cursa contra el doctor Luis Alfredo Ramos Botero, desde el año 2013, por causa de unas acusaciones que se le endilgaron por unos testigos que de todo tienen menos de ser creíbles, y en el cual se condena a siete años nueve meses de prisión y a una elevadísima sanción económica. El proceso continuará porque con seguridad se apelará el fallo condenatorio.

Yo deseo expresarle a la opinión pública, que en ese fallo hay todo menos justicia. La ponderación de las pruebas no es propiamente algo que con certeza amerite la condena, pero, sí considero que nuevamente la Corte Suprema, entra a castigar a un hombre por ideas políticas, con una clara motivación persecutoria contra él y el movimiento político del cual hace parte.

Él ha sido, y seguramente lo continuará haciendo, un trabajador incansable, que antes de participar en la vida pública, se desempeñó con éxito en el sector privado. Defensor de ideas democráticas, profesional del derecho, líder público que militó en las filas del Partido Conservador, lideró su propio grupo con éxito, ocupó cargos como gobernador, alcalde, ministro, embajador y cuando tenía la opción de ser candidato a la presidencia de Colombia fue objeto de un auto de detención que lo tuvo en prisión por más de tres años. Luego salió en libertad, pero ya había pasado la oportunidad de haber sido presidente de Colombia y con el paso del tiempo se dilató la opción y aun hoy se complica por causa del mencionado fallo.

De todo lo que lo acusan, lo que generan es titulares, los testigos falsos, las verdades a media y el proceso mismo, lleva el mismo camino de muchos otros miembros del Centro Democrático, que han sido condenados a purgar años de cárcel, por casos en los que los fallos han sido más de tinte político y vengativo, que a verdaderas causas que realmente estén defendiendo el patrimonio y el interés público. No han podido con el doctor Álvaro Uribe, pero uno tras otro le dan golpes bajos que seguramente le duelen y afectan, porque son sus compañeros de lucha son los que están cayendo en manos de la justicia, no la verdadera, sino la que surge de la politización de la justicia.

Cuántos políticos en su momento no trataron de dialogar con los paramilitares, con los guerrilleros, todos pretendiendo lograr negociaciones que ayudaran a la pacificación del país, todos o casi todos continúan ejerciendo la política, pero al doctor Ramos, no le perdonaron que buscara esa opción de paz, y conllevó a que lo acusen no solo de conversar en esa reunión, sino de acordar apoyos para su movimiento, lo cual, él no necesitaba ya que tenía la fuerza y la moral, para no pactar acuerdos de ese tinte.

Más grave aún, lo que realmente es un contrasentido, es lo que ocurre hoy en el Congreso de la República, por causa del acuerdo de paz, hacen parte de ese máximo organismo de la democracia, asesinos, violadores, terroristas, extorsionadores, secuestradores, que pusieron en jaque y aún persisten en ello al Estado colombiano. No han pagado un solo día de cárcel, causaron dolor, humillación y angustia en miles de hogares colombianos y ellos, allí pavoneándose, burlándose de la justicia y de las personas de bien.

El doctor Luis Alfredo, obviamente no requiere de mi defensa, no la necesita, pero si expreso mi dolor y tristeza por ese tipo de decisiones judiciales que espero sea revocada en la apelación. Lo único cierto que ha hecho, es defender la democracia, tener un buen hogar y liderar a un nutrido grupo que lo siguen en su ideario por un mejor país y lo acompaña hoy en el Centro Democrático.

Deseo que Colombia entienda que el camino que llevamos de pérdida de confianza en las tres ramas del poder en el país, a saber, la rama judicial, la legislativa y el ejecutivo, nos indican claramente que las fuerzas de la izquierda están adueñándose, politizándolas y así será muy difícil recuperar la institucionalidad. Están diezmando a los demócratas y luchadores vigilantes de la defensa de la democracia.