miércoles, 1 de septiembre de 2021

Ahora sí se arregló el Congreso

José Alvear Sanín
Por José Alvear Sanín*

Las dos instituciones más poderosas del país, el Congreso y la rama judicial, son las más desprestigiadas. La gente las percibe también como las más corruptas. Una y otra vez las esperanzas de depuración de ambas se ven frustradas. Cada año, el gobierno presenta rutinariamente un proyecto anodino de reforma judicial, para corregir apenas uno o dos viciecitos, y este fracasa en el Congreso o es hundido por la Corte Constitucional.

El Congreso está formado por cerca de 300 individuos, y cada uno de ellos cuesta algo así como 100 millones mensuales, si a sus formidables salarios y prestaciones se suman lujosos vehículos blindados y la paga de una devota servidumbre. Además, los legisladores no tienen que estudiar los proyectos de ley, porque están obligados a votarlos de acuerdo con lo que decida la respectiva “bancada”. Por tanto, se podría sustituir el Congreso por un comité formado por la media docena de caciques que manejan a sus conmilitones.

Como si lo anterior no fuera ya muy negativo para el ideal democrático que profesa la mayoría de los colombianos, el Congreso también dejó de ser representativo, porque hay 10 “legisladores” sin votación, a quienes se premió con curules en función de su actuación criminal, y pronto, en la Cámara habrá otros 16 nuevos representantes regalados, de tal manera que un “bloque” de 21 curules decidirá la suerte de todas las iniciativas.

En fin, cada día estábamos más lejos de que nuestro poder legislativo llegara a parecerse al Riksdag sueco, cuyos integrantes reciben asignaciones modestas y acuden a las sesiones, bien sea en bus, en bicicleta o a pie. Allá se estudian los temas, y los servicios de información, mecanografía y mensajería les son prestados a través de la secretaría general del órgano legislativo; y cuando quieren conocer un país extranjero, pagan de su bolsillo el viaje.

Ahora bien, por fortuna el Congreso colombiano va a cambiar definitivamente, porque entrará en vigencia un código electoral que, además de autorizar el voto electrónico mixto y el sufragio anticipado (de tan positivos efectos en Venezuela y los EEUU), corrige radicalmente los vicios del poder legislativo.

En efecto, una norma que ha pasado injustamente desapercibida ordena que todas las listas de candidatos tengan paridad de género, y que garanticen la participación de la población LGTBIQ, los discapacitados y los jóvenes. https://gaceta.es/actualidad/la-mision-de-observacion-electoral-pide-revisar-el-nuevo-codigo-electoral-de-duque-para-garantizar-la-transparencia-de-las-elecciones-en-colombia-20210825-0800/

Ahora sí, como entonces ya en las listas no quedarán renglones para políticos, hacendistas, médicos, economistas, juristas etc., el Congreso, así saneado, impoluto e idóneo, cada 20 de julio se instalará con ¡el desfile del orgullo parlamentario!