Por Pedro Juan González Carvajal*
Para
aquellos que quieren ser presidente de Colombia en el próximo período y de
verdad quieren hacer algo, sugiero algunas acciones, de manera respetuosa.
Sea lo
primero, que todos los candidatos acepten que hay algunos temas que son comunes
y requieren solución inmediata: no interesa que los enuncien, pues todos
sabemos cuáles son, sino que presenten propuestas concretas para enfrentarlos.
Las cacareadas reformas tributaria, de la salud, de la educación, de la
justicia, de las pensiones, de la propiedad y tenencia de la tierra, del cambio
climático, de la reforestación, de la explotación minera, entre otras, que no
dan más espera.
Los
debates, si los hay, deben ser para escuchar las propuestas de solución
integrales para cada uno de estos temas.
Hacer un pacto
de caballeros para que congresista que cometa delito y sea declarado culpable,
no será reemplazado, y se pierde la curul, para castigar también a quien dio el
aval.
Tener
como punto de partida un axioma gerencial: “No por hacer más de lo mismo se
van a obtener resultados distintos”.
Sea lo
primero, partir del principio de la legalidad por encima de cualquier
consideración. Lo que esté por fuera de la ley no tiene cabida ni interés alguno.
Al
estructurar las listas de los partidos que avalarán a los candidatos, exigirles
a los candidatos al Congreso, que una vez definidas las líneas programáticas
que serán soporte al programa de gobierno, cada aspirante deba aportar para
conseguir el aval, un proyecto de ley debidamente elaborado para que el 20 de julio
de 2022, cuando se instale el Congreso de la República, el Gobierno entrante
radique los 100 proyectos de Ley que aspira a potenciar en los primeros años de
su mandato: eso es comenzar a gobernar desde el primer día y no botar el primer
año de gobierno dizque conociendo y entendiendo qué dejó el Gobierno anterior.
Importante
no desgastarse poniendo retrovisor: si no le gusta lo que encontró, pues
entonces ¿para qué se propuso ser presidente? Además, comenzó mal, pues eso
implica que no estudió la realidad que le correspondería enfrentar y que las
llamadas “comisiones de empalme” resultan siendo un fracaso.
Formalizar
la economía informal y crecer el segmento poblacional de la clase media.
Promover
el ahorro. Preparar una verdadera reforma tributaria.
Evitar el
ejercicio del gobierno como un “gobierno mediático y farandulero”: Aquí se
gobierna es trabajando y no haciendo ruedas de prensa por parte de cada entidad
de manera permanente.
Reconstruir
el andamiaje diplomático de la República, manejándolo como “Asunto y política
de Estado”.
Garantizar
la soberanía alimentaria y energética.
Garantizar
plena independencia del Banco de la República.
Garantizar
un equilibrio de poderes verdaderamente democrático. No se deben alinear al
gobierno de turno ni la Contraloría General de la Nación, ni la Fiscalía, ni la
Procuraduría, ni la Defensoría del Pueblo.
Darle el
nivel que merecen a la Auditoría General de la Nación y a la figura de la
Contaduría General de la Nación y ponerlas a funcionar de manera efectiva.
Cambiar
de estrategia para el manejo de los bienes provenientes de la Extinción de
Dominio.
¿Por qué
no pensar finalmente en un verdadero modelo de desarrollo?
Definir
una estrategia integral para el campo y la realidad rural.
Siendo
coherentes con los Acuerdos de Paz, plantear la posibilidad de aplicar el
concepto de Defensa Nacional, en el cual, las Fuerzas Militares se adscriben al
Ministerio de Defensa y la Policía Nacional al Ministerio del Interior.
Aun
cuando sea ingenuo, plantear una agenda de trabajo seria con los Estados Unidos
sin que se afecte el concepto de autonomía y de soberanía nacional.
NOTA: las imágenes de un Edificio alto que compite con el
Castillo de San Felipe en Cartagena y la pintura de una sección de sus murallas
históricas, le dejan a uno “un sinsabor agridulce” y ciertas ganas de matar y
comer del muerto. ¡No hay derecho!
¡Y
nosotros criticando la barbarie cultural de los talibanes!