martes, 17 de agosto de 2021

De cara al porvenir: compañeros de viaje

Pedro Juan González Carvajal
Por Pedro Juan González Carvajal*

Para algunos miembros de mi generación, ha sido una verdadera fortuna haber podido interactuar en algún momento del tiempo con ilustres visitantes que, como asesores extranjeros, vinieron a compartir sus experiencias y a orientar nuestros esfuerzos.

Algunos de ellos, pues la lista sería muy extensa, son: Jean Paul Sallenave, a principios de los ochenta, quien nos hablaba sobre planeación estratégica. Peter Drucker a mediados de los noventa nos ilustraba sobre temas de competitividad y con el Estudio Monitor de Competitividad, nos ayudaba a tener una hoja de ruta. A comienzos del siglo, Sergio Boisier nos entregaba su experiencia en torno al desarrollo territorial, mientras que el profesor Gioacchino Garófoli hacía énfasis sobre la relevancia del desarrollo desde lo local. Muhammad Yunus nos explicaba la importancia de la confianza y la manera de estructurar un banco para los pobres. El profesor Ricardo Hausmann nos puyaba para que pensáramos en serio en los temas del desarrollo, entendiendo los parámetros y las restricciones que ofrecía en su momento el mundo de la globalización económica.

De igual manera, varias experiencias exitosas de países amigos han servido como ejes de aprendizaje y de encuentro para incorporar buenas prácticas. Algunos tuvimos la fortuna de visitar a Mondragón en Cataluña, España y evidenciar las ventajas del cooperativismo productivo y el impulso dado a los parques tecnológicos. El entender cómo alrededor de un gran proyecto cultural ‒El Museo de Guggenheim‒, Bilbao en España pudo potenciar su transformación. El poder visitar las regiones italianas donde se desarrollaron los exitosos distritos industriales, homólogos europeos de los clusters norteamericanos, enriquecieron el concepto de trabajar juntos y poder así buscar economías de escala. Santiago de Chile y sus exitosas experiencias de movilidad urbana, implementadas con planeación y firmeza. Alemania y su modelo de Educación Dual, Universidad-Empresa, que tantos logros ha alcanzado. Curitiba en Brasil, como ejemplo viviente de que sí se puede lograr un desarrollo armonioso sin dejar un impacto grave en la naturaleza. Florencia, Italia y sus iniciativas para el fomento del comercio internacional. Silicon Valley en los Estados Unidos y la posibilidad de observar de primera mano la ebullición de la creatividad y del desarrollo tecnológico.

Los anteriores son algunos ejemplos que han servido de inspiración y también de reflexión.

En el hoy, una ciudad como Medellín tiene firmados varios convenios de hermanamiento con distintas ciudades a lo largo y ancho del planeta. Lamentablemente no ha existido una política pública que le dé continuidad y forma de ejecución a lo pactado, sin que exista una hoja de ruta y menos una entidad o varias entidades responsables para impulsar y hacer seguimiento de las acciones, eventos o proyectos conjuntos que hagan valer la pena la firma de convenios que muchas veces se quedan en el simple papel.

Tenemos mucho que aprender y también tenemos mucho que compartir como acciones y prácticas exitosas de ciudad. También tenemos que aprender a sacarle mayor provecho a los ejercicios de las relaciones Internacionales y de las relaciones interinstitucionales, en condiciones de gana-gana y de adecuada reciprocidad.

NOTA: reflexiona nuestro gran William Ospina alrededor de lo que sucede en el planeta con el cambio climático y dice: “Ya no producimos más cultura, más civilización: solo basura, velocidad, congestión, más angustia y desastres”.