lunes, 26 de julio de 2021

Mantengamos la democracia

Antonio Montoya H.
Por Antonio Montoya H.*

Cualquier sistema de gobierno se soporta en valores, principios y normas jurídicas que le permiten funcionar, desarrollarse y construir una comunidad con identidad propia. La democracia es una de esas formas de gobernar, se nutre de lo anteriormente expuesto, y se mantendrá en el tiempo siempre y cuando sus ciudadanos compartan los valores y los principios que le dieron origen, por ello, la misma democracia labra su propia caída y llega a su destrucción, si no logra mantener en alto los ideales que enarbolan su bandera. Así evidenciamos con nuestros propios ojos cómo las democracias caen una a una en las garras de las dictaduras mentirosas y falsas de la izquierda.

Para lograr que un proceso democrático se consolide en el tiempo, debe regirse por principios estrictos, que ya son conocidos por todos pero que lamentablemente no se practican y por ello vamos en barrena. Vale recordar: honestidad, solidaridad, responsabilidad, pluralismo, libertad, justicia social, tolerancia, igualdad, respeto, bien común, legalidad, participación ciudadana, respeto por la vida, por el derecho del otro, respeto por la propiedad privada, límites a sus propias libertades, y otros más que hacen parte del ideal democrático.

Quisiera que cada uno de nosotros hiciera un autoanálisis a estas descripciones que acabó de hacer, y casi que podría concluir que en el momento en que concluyan la evaluación, llegaríamos a la misma conclusión, somos laxos, y no cumplimos con ninguno, no tenemos disciplina, ni respeto por la norma, somos un país lleno de leyes por todos lados y no acatamos ninguna, y por ende, vamos para el estanco como borregos sin reaccionar, y quienes nos deberían dar ejemplo  no lo dan y ellos son el sustento de la democracia las tres ramas del poder, ejecutivo, legislativo y judicial.

La justicia. La verdadera, seria y justa, como su nombre lo indica, no la que hoy aplican los jueces de la república, la de sus propias razones, porque cada uno hace lo que quiera en sus fallos, se emiten no con base en el ordenamiento jurídico, sino en su propia interpretación, no se respeta la norma, ni la jurisprudencia y menos la doctrina. Además, se entrometen en el ámbito de las otras ramas del poder y lo pruebo con un hecho sucedido el viernes anterior cuando el Consejo de Estado, suspendió el decreto del ejecutivo, sobre la asistencia militar en las zonas del país que se requiera su presencia. Esto hace pensar que estamos en manos de la rama judicial que se excede en sus funciones y administra el país, lo cual no se entiende y menos cuando se está impidiendo la protección y convivencia ciudadana, dejando a las ciudades al arbitrio de los vándalos, los desestabilizadores comunistas e izquierdistas, esos son pues los defensores de la juridicidad y del orden. Risa me da.

Otro ejemplo, es el que ha venido sucediendo con las revocatorias del mandato a los alcaldes de Colombia, que es torpedeada por todos los medios y los jueces aceptan tutelas y las fallan en contra de la realidad jurídica y probatoria, y se tiene que llegar a instancias superiores como tuvo que ocurrir en Medellín, donde el abogado Julio Enrique González Villa, apeló una decisión de un juez y el tribunal administrativo, en una decisión ponderada, revocó esa primera decisión que dilató el proceso. Y así, sucesivamente, observamos que los jueces paralizan desarrollos viales, con decisiones absurdas que después los superiores revocan, lo cual indica claramente que están actuando con criterios políticos y no jurídicos. Por supuesto que podría extenderme y poner ejemplos de decisiones judiciales que afectan a los ciudadanos a lo largo y ancho del país.

La legislativa. Qué pena decirlo, está integrada por asesinos, violadores, secuestradores y terroristas, por un lado, que obtuvieron su curul con un acuerdo de paz espurio; por otros que no dan ejemplo, atacan la democracia en su propio seno, incitan al odio y a la violencia, como Gustavo Bolívar y Petro, que han mantenido en paros al país en los dos últimos años generando con ello pobreza y malestar social; por otros que sí están preparados, formados académicamente, que participan en los debates, tanto en plenaria como en comisiones, y que, aunque tienen ideas contrarias, las debaten con altura y respeto. Y por último otros muchos que pasan por allí sin mancharla ni romperla, son inexistentes, calientan sillas y no aportan nada. Todos ellos, no han sido capaces de cumplirle al pueblo colombiano y realizar la reforma que tanto se pide: disminuir el número de senadores y representantes, poner control a los salarios, pagar por sesiones como en épocas anteriores, y, además, evitar la perpetuidad en el cargo. Por lo tanto, se puede concluir que allí, en el Congreso, no contamos con un verdadero soporte y aporte a la construcción de una democracia activa, renovadora y eficaz.

Ejecutivo. Puede tener la mejor de las intenciones, pero le toca luchar muy solo contra las adversidades que le ha correspondido asumir: pandemia, que además del inagotable problema de salud y muerte, llevo al país a la crisis económica, a los paros y a la desestabilización promovida por grupos de izquierda que pone en juego la democracia.

Como ven no está fácil prosperar con tantas dificultades que afrontar; la única forma es contando con personas preparadas, luchadoras, que enfrente sin miedo a los que desean destruir el sistema democrático, líderes que se unten de pueblo, que salgan a defender cuerpo a cuerpo la estabilidad de la nación, que hagan comprender a la juventud que han sido engañados miserablemente por quienes los han educado, que trastocaron sus principios y valores, y los llevan a enfrentar el único sistema que les puede dar prosperidad; que sean hombres con mística, que muevan las masas al norte del desarrollo, al crecimiento, a la solidaridad, disciplina y orden.

Le sugiero al Gobierno, que contando con las pocas normas constitucionales que se pueden utilizar, estudien, acepten y promuevan la discusión para fomentar las autonomías regionales como forma de darle mayor desarrollo al país, eso sí manteniendo la soberanía, las relaciones internacionales, y algunos impuestos nacionales, pero, de lograrse darle vía a las regiones, la democracia se fortalecería sin duda alguna y tendríamos más bienestar y desarrollo.

En conclusión, puedo expresar con contundencia que la democracia debe subsistir, trabajemos para ello, creemos empleo, demos seguridad y fortalezcamos la disciplina y el orden, con seguridad pasaremos este tramo de pesimismo y miedo por el que atravesamos.

Viva la democracia, la libertad y el orden.