Por Andrés de Bedout Jaramillo*
En los
pocos años que llevo tirándomelas de opinador sobre temas de actualidad,
opiniones que muy amablemente me publican en algunos blogs y que me hacen
sentir vigente, siempre he creído que mis humildes aportes puedan ser útiles.
Hoy vengo atravesando una especie de crisis con auto cuestionamientos
y lo primero que me he estado preguntando es ¿quién soy yo para andar
opinando?, ¿mis opiniones sí servirán para algo?, ¿la polarización si será el
camino?, ¿se podrá recuperar la confianza en las instituciones?, ¿los partidos
y movimientos políticos estarán interesados y dispuestos al cambio?, ¿si le
estamos parando bolas al medio ambiente?, etcétera.
Estos auto cuestionamientos me han desmotivado y por
eso creo que se me dañó el opinadero. Aunque viéndolo bien, mis artículos de
opinión han sido acertados; por ejemplo, insistir en el interés general sobre
el particular, en la necesidad de un muy buen comportamiento de todos, de
trabajar por el medio ambiente, empezando por nuestros hogares con la separación
en fuente, solicitar que los sectores políticos saquen adelante los temas en
que al parecer están todos de acuerdo y que con pequeños ajustes de grandeza se
superarían; reiterar la necesidad urgente de austeridad y eficiencia del Estado
en las tres ramas del poder público y en los órganos de vigilancia y control,
alertar sobre los efectos económicos, sociales y políticos de la creciente
informalidad, que va bien ligada con la ilegalidad de la coca, porque ya el
tema de la marihuana va tomando su rumbo medicinal y hasta recreativo, cosa que
debería seguir con la coca, sin descuidar la asistencia social de recuperación
para alcoholismo, drogadicción, prostitución, juego y otra cantidad de
conductas que atentan contra las familias colombianas que, de paso, debemos
priorizar como núcleo natural de la sociedad.
Como abuelo y jubilado, sigo buscando dónde pueda ser
útil, siendo lo más claro y prioritario mi ambiente familiar, sin estorbar ni
exigir más presencia de la solicitada y requerida por ese entorno. En segundo
lugar, ayudar en el entorno vecinal, que considero se debe robustecer como el
segundo grupo objetivo de personas para la sana convivencia, por supuesto luego
del familiar, para tratar de pasar al campo de la ayuda social que toque a los
más necesitados, empezando de adentro hacia afuera.
Ya las épocas en que me creí parte de emprendimientos
por haber estado durante muchos años en creación de empresas, pasaron y se
olvidaron, con la entrega generacional de lo construido.
Nuestro país sigue adelante, nuestras vidas también,
hasta que nuestro Señor Jesucristo lo disponga y con su ayuda superaremos todas
las dificultades, si nos dejamos abrazar por la humildad, la tolerancia, la
inclusión y la generosidad que implican la convivencia.
Por las experiencias en el sector público, me encanta
hablar de política, pero es como arar en el desierto. Los sectores políticos de
todas las tendencias siguen convencidos de que la polarización es la que les
permite mantener las condiciones favorables para sus intereses particulares.
Los programas que hemos venido trabajando sobre el
Pacto Global de la ONU, con sus 17 objetivos para el desarrollo sostenible, con
miras al 2030, se ven de muy lejano cumplimiento y más ahora que, según dicen
las malas lenguas, las ideologías de la izquierda dizque están permeando las
diferentes organizaciones y mecanismos de esta importante organización,
argumento que me resisto a creer; si alguien debe ser totalmente imparcial,
debe ser la ONU.
Agradezco la paciencia de las pocas personas que me
leen y me escuchan, a las que ofrezco disculpas por los errores, de redacción y
ortografía y, por supuesto, por las ideas y comentarios entendidos en
oportunidades en sentido contrario al pretendido.
Estoy tratando de superar esta crisis para poder
mantenerme vigente en este ejercicio de opinión, si Dios me lo permite y con la
iluminación del Espíritu Santo, tarea que implica estudio y trabajo, para que
sea del interés de los lectores y no sólo para llenar espacios con contenidos.
Mil gracias por su comprensión.