domingo, 27 de junio de 2021

Conclusiones sobre el Paro Nacional

Antonio Montoya H.
Por Antonio Montoya H.*

Hablar de las cosas después, con posterioridad a los hechos, no es bueno si es para pontificar sobre la forma en que se debió actuar y no creo que Colombia hoy necesite eso. Lo que se requiere es analizar de fondo qué está sucediendo en Colombia, a qué le estamos apostando y cómo los diversos actores de la vida política quieren tomar partido y beneficiarse del caos, lo cual genera desestabilización social y económica. Me permito precisar algunos puntos a saber:

Primero. El país no puede olvidar que la crisis social y económica se inicia con la pandemia, causada por el covid-19, cuando en marzo 19 de 2020, iniciamos una cuarentena prolongada que se fue extendiendo en el tiempo, para proteger la vida y no la economía. Se lograron resultados importantes en aspectos preventivos y fue así como la tasa de mortalidad se controló significativamente.

Pero, como todo en la vida, protegerla causó estragos en la economía y el empleo, se generó una crisis de hondas consecuencias, el desempleo se incrementó al 27%, la pobreza volvió a niveles del año 1998, algunas empresas quebraron o entraron en el proceso de insolvencia, y otras están esperando algo de mejoramiento, si no llegarán a ese estado también.

Segundo. A la par, y desde el inicio del mandato del presidente Iván Duque, Gustavo Petro y su Colombia Humana, expresaron públicamente que se opondrían, desde el primer día y en la calle, al gobierno, lo cual ha sido verdad y no es controvertible.

Tercero. Los promotores del paro, a pesar de la crisis, no supieron responderle a la sociedad, se sostuvieron en las marchas y de allí surgió la violencia, la cual, además, fue patrocinada por un senador de la República, Gustavo Bolívar, que financió la llamada primera línea de manifestantes.

Cuarto. El mal llamado Paro Nacional, promovido en todo el territorio, dividió aún más al país. Los marchantes no eran grandes mayorías y se diferenciaban porque algunos realizaban el ejercicio de la protesta pacíficamente, pero los otros, los que estaban pagados y financiados, tenían la orden de generar caos y vandalismo, y a fe que lo lograron y aún siguen haciéndolo.

Quinto. El Comité del Paro, que se autodenominó así, no tenía, ni tiene representatividad alguna; no se sabe quién los eligió, ni cuál es su misión. Han sido factor de distracción para el gobierno que se reúne con ellos para acordar no sabemos qué, ni por qué, solo entendemos que no representan a nadie, excepto a Fecode, y las centrales obreras.

Sexto. Responsabilidades. A los alcaldes se les salió de la mano el control del orden público, siendo ellos los directos jefes de la policía en cada ciudad. Los hechos de Cali, Bogotá y Medellín, además de Cauca, fueron indicadores del grado de violencia y odio que se presentaba en cada sitio de manifestaciones. Los daños causados no los van a pagar ellos, ni los promotores del paro… siempre sucede así, los pagamos con los impuestos los ciudadanos que a pesar de las manifestaciones tenemos que asistir a trabajar para sostener a los vándalos, bandidos, narcotraficantes, exguerrilleros y nuevos guerrilleros que no les duele los derechos de los demás, no piensan sino en la venganza y se regodean con el dolor de los que ven sus bienes, muchos o pocos, acabados y destruidos. Eso no puede ser democracia.

Séptimo. Reforma tributaria. Por todos los medios se le solicitó al presidente que se abstuviera de llevar al Congreso la reforma tributaria, aunque fuera con otro nombre, porque la reacción fue mucho mayor, no solo de los marchantes, sino de toda la ciudadanía; lástima que no hiciera caso y a los ochos días la tuvo que retirar.

Octavo. Políticos. No sabemos dónde estaban, se escondieron, no dieron la cara ni tuvieron el talante de dirigirse a los manifestantes para parar el destrozo, salvo, como siempre ocurre, que algunos para bien o para mal, opinaron, como los expresidentes Uribe y Gaviria, y como Germán Vargas, además de algunos miembros del Centro Democrático, y de Petro y Bolívar que lo hicieron para azuzar a los marchantes; de resto senadores, representantes, concejales y diputados desaparecieron del escenario público.

Noveno. El Congreso tampoco dio la talla, no acogió las peticiones públicas de control a los salarios, al número de congresistas, al pago único en época de sesiones, en fin, sí aprobaron proyectos, pero aún no entienden que el país no les tiene confianza.

Décimo. La policía y el Esmad. Duro les dan los medios de comunicación y los comités de derechos humanos, pero, nadie los felicita. Ellos salvaron las ciudades y tuvieron en sus filas más de mil hombres heridos, aporreados, masacrados. Estuvieron impávidos porque no podían defenderse ya que los acusaban de ser violadores de derechos humanos. Todos sabemos que los excesos no son buenos, pero pregunto yo ¿quién atacaba… ellos o los vándalos? La respuesta es simple los vándalos, con piedras cócteles molotov, palos, patas, puños, es decir, con rabia… qué horribles noches.

Si hubo excesos es de los dos lados.

Décimo primero. El ejército. Actuó con serenidad en los lugares en que se solicitó que actuara, de resto estuvieron quietos esperando órdenes.

En fin, señores, lo que sucedió y está ocurriendo tiene su origen no solo en la pandemia, sino en el mal acuerdo de paz, que, aunque se perdió, lo sostuvieron. Ahí están las consecuencias, fallas en la justicia, los exguerrilleros que sin remordimiento atacaron al país por décadas, que violaron, secuestraron, mataron, se tomaron ciudades y municipios, y pusieron bombas, ahora están legislando, autorizados por una paz que no generó la tranquilidad que se esperaba, que dividió y polarizó nuestra patria… qué mal trabajo el de un señor Santos, que nos engañó a todos.

En conclusión, debemos todos bajar los ánimos, pensar en la Colombia que es de todos, en la que unos pocos vándalos no pueden ganar; no se puede destruir el sueño de una gran nación con autonomía y soberanía nacional, debemos seguir luchando por una nación emprendedora, que impulse el trabajo, que genere mejor calidad de vida y que sea la mejor para bien de todos.