Pedro Juan González Carvajal*
Los últimos 25 años del siglo anterior
fueron fecundos en la aparición de nuevas y novedosas teorías administrativas.
Veamos, por ejemplo: en los años sesenta, aparecen los grandes departamentos de
planeación, las teorías X y Y, los laboratorios vivenciales, los grupos
primarios, el desarrollo organizacional. En los años setenta, el marketing, el
merchandising, la administración por objetivos, el presupuesto base cero, el
portafolio de inversiones. En los años ochenta, la administración de costos, la
planeación estratégica, el posicionamiento, la guerra del mercadeo, la cultura
empresarial, el clima organizacional. En los años noventa, la gerencia de
servicios, los círculos de calidad y participación, la calidad total, la
reingeniería, el benchmarking, la administración por procesos.
Iniciado el nuevo milenio y el nuevo
siglo, el outsourcing, el valor agregado, la cadena de valor, los proyectos, los
clúster, las agencias de desarrollo, la integración vertical, la integración
horizontal, las economías de escala, la investigación, la investigación y el desarrollo,
la innovación, la productividad y la competitividad, ocupaban las mentes y los
recursos de los gerentes y de las empresas.
Avanzada la quinta parte de este
siglo, los temas que hoy nos convocan, tienen que ver con la robotización, la
visión holística, el modelo circular (Zeitgeist), la calidad total (Kaizen), la
Teoría Z (Capital Humano), el Balanced Score Card (BSC), las Unidades
Estratégicas de Negocio, el Pensamiento Estratégico, la virtualidad, el Cloud
Computing (Nube), las estrategias WEB, el mercadeo electrónico, el diseño
asistido por computador, el Big Data, la movilidad, la conectividad, la Nube,
el Internet de las Cosas, los emprendimientos, el factor diferencial, la
disrupción, los modelos de negocio, los mapas conceptuales, las redes sociales,
la Planificación de Recursos Estratégicos (ERP), la reinvención y la
Transformación Digital, entre otros tantos.
No nos podemos quejar entonces de que
no han aparecido herramientas para tratar de impulsar el logro de los objetivos
básicos de cualquier organización: sobrevivir, desarrollarse y dar utilidades.
Sin embargo, el entorno sobre el cual
se debe actuar en un mundo globalizado, muestra situaciones de volatilidad, de
incertidumbre, de complejidad y de ambigüedad, sobre las cuales no había
antecedentes, sin contar por ejemplo, la aparición de una pandemia de orden
planetario.
Lo anterior se puede evidenciar cuando
aparecen concepciones económicas diversas como la economía circular, la
economía colaborativa, la economía verde, y movimientos como la economía
naranja, la economía social, la economía solidaria, la economía del bien común,
las economías transformadoras, las economías feministas, las economías
ecológicas, las economías positivas.
Debemos recordar que la palabra gerente
viene del latín “gerare” que quiere decir, “marcar el rumbo o la dirección”. En
este orden de ideas el gerente debe aplicarse en definir la dirección a seguir,
plantear y divulgar los objetivos a alcanzar y hacer seguimiento de las
distintas estrategias y acciones encaminadas al logro de los mismos.
El trabajo debe incorporar principios
de orden, de disciplina, de compromiso y de seguimiento y de buena comunicación.
En un país como el nuestro, donde la excepción es que se cumplan los
cronogramas y los presupuestos asociados a los proyectos a desarrollar, es
difícil encontrar la verdadera utilidad de toda esta batería de herramientas
gerenciales, pues es solo a partir del logro de los resultados y los objetivos
que se puede medir una gestión en términos de eficacia y de eficiencia,
obviamente teniendo en cuenta la oportunidad. Solo así podremos saber
efectivamente, si hemos aportado o destruido valor en la empresa y si generamos
o no rentabilidad económica, ambiental y social.
En un mundo altamente competido, es
necesario que los principios de la legalidad y de la ética sean cumplidos con
rigurosidad, si no queremos que el desarrollo de las actividades
organizacionales, se den en medio de una batalla campal. La factibilidad, la viabilidad,
la sostenibilidad, la continuidad, la sustentabilidad y el desarrollo
sostenible, deben ser los principios que rijan nuestros esfuerzos dentro de las
organizaciones.
El impacto ambiental, social, político
y económico debe ser previsto, evaluado y contrastado de manera permanente, de
modo que exista correlación y sindéresis entre lo que se planea, lo que se dice
y lo que se hace.
El respeto por la dignidad de las personas, de todos los seres vivos y de nuestro planeta, así como el respeto por la ley, deben ser premisas no negociables.
Nota: como Colombia se mantiene en contravía de la historia,
se anuncia por parte de la Agencia Nacional de Minería, que se acaba de firmar
con la Drummond, la integración de dos de sus contratos de mediana minería
conocidos como Rincón Hondo y Similoa, en uno solo de gran minería denominado
El Corozo.
Bajo cierta perspectiva, es un avance
en términos de dimensionamiento del negocio.
Lástima que coincida en el tiempo con
la reciente firma del Pacto del Ambiente donde los países europeos se
comprometen a dejar de usar carbón para el año 2030.
Recordemos finalmente que ningún país
del mundo se ha desarrollado vendiendo recursos naturales (excepción única del
petróleo).