miércoles, 16 de junio de 2021

Gobierno apocado ante Deutsche Welle falaz e insidiosa

Por José Alvear Sanín*

Probablemente la Deutsche Welle (DW) es la mejor emisora de TV del mundo, por el altísimo nivel de su excelente y variada programación. Por su superioridad en el medio, inspira respeto y aun temor. Al parecer, esa emisora privilegiaba la objetividad e imparcialidad en la información de los sucesos diarios. Como por eso venía ganando sintonía en América Latina, amplió a 20 horas diarias su programación en español para nuestro subcontinente, pero pronto sus noticieros empezaron a mostrar el sesgo izquierdista que acostumbran los europeos frente a nuestra región.

Esa lamentable orientación se ha traducido, en los interminables 40 días de las “protestas” en Colombia, en una verdadera e incesante toma de partido a favor de las fuerzas que, a través del paro, la asonada, la subversión, la violencia, los bloqueos y sobre todo la desinformación, están llevando el país al colapso y la revolución. Ya la DW no es simplemente sesgada, sino que se ha pasado al servicio incluso de la “primera línea”, deliberadamente.

Todas las noches la DW pinta al “gobierno” colombiano como una dictadura que asesina, incendia y viola a través de sus maniatadas fuerzas de policía, a un pueblo indefenso que ha salido, inerme, a protestar pacíficamente frente a condiciones intolerables de despotismo.

El “enviado especial” Johan Ramírez es filmado con casco, visera y blindaje corporal (como un Robocop), al lado de los manifestantes, pero no ha visto un policía despedazado; otro secuestrado, torturado y su cuerpo arrojado al río; ambulancias detenidas y destrozadas, con pacientes que mueren dentro; centenares de estaciones de transporte público vandalizadas, buses y camiones quemados, carreteras bloqueadas, un puerto anulado, mercados saqueados, y los demás horrores que esas turbas cometen en medio de cantos y bailes grotescos, para celebrar “la fiesta de la guerra”.

Tampoco ha observado el Sr. Ramírez, la complicidad de los alcaldes izquierdistas con el desorden, ni la conducta timorata, omisiva y vergonzante de las autoridades, que han dejado llegar las cosas al estado de descomposición que conduce al caos. A esto se suman los frecuentes y cordiales reportajes que la DW hace a los corifeos del desorden, evitando cualquier opinión favorable a la ley y el orden en Colombia.

Ahora bien, no entendemos la razón por la cual nuestro gobierno no exige respeto al de Alemania, propietario de la DW, cuando esta desinforma, agrede y ofende a Colombia, poniéndose al servicio de los enemigos de nuestra democracia con una sesgada cobertura que incluye hasta tomas que parecen de otros lugares y tiempos. Como si esto fuera poco, algunos amigos me cuentan que la BBC sigue igual conducta.

Sabemos que protestar por la impasibilidad de la Cancillería y de los orondos embajadores de Colombia ‒con la excepción del Dr. Alejandro Ordóñez‒, es tan inútil como reclamar una información confiable a los brazos mediáticos de la República Federal y del Reino Unido, pero no podernos quedarnos callados ante la tolerancia oficial frente a organismos de propaganda de esos, dizque, “gobiernos amigos”.