Existe un consenso entre diferentes agencias de información e inteligencia sobre un “retiro” o un “despeje” de las FANB de un vasto territorio del Apure y de otros sectores de Amazonas y Bolívar, para permitir la entrega de 8 de sus hombres secuestrados por el frente 10 de las FARC de Gentil Duarte.
Oficiales subalternos
al frente
Esta hipótesis, de
confirmarse, plantea serios cuestionamientos sobre el actual Ejército
Bolivariano y su misión fundamental de garantizar la soberanía territorial de
Venezuela. Representa, además, un triunfo estruendoso de un grupo armado
irregular que demostró su superioridad de fuerza sobre una organización militar
revolucionaria de 2.000 generales, que a cada instante grita lemas
interminables como queriendo espantar sus crecientes fantasmas, que ostenta un
aparataje bélico ruso y hace gala de una doctrina de guerra asimétrica, muy
mentada pero poco entendida. Este catálogo resultó ineficiente e ineficaz
frente a una banda de narco delincuentes de origen colombiano que dicen profesar
la misma ideología de Miraflores. Hay que aclararlo, en Apure no hay un
conflicto de quinta generación sino una elemental guerra de guerrillas entre
facciones narcotraficantes en expansión, que puede, eso sí, escalar a mayores.
Porque cuando el asunto
es de dinero, como es este caso, la moral revolucionaria de nada sirve: a alias
Santrich, dicen, dizque le cortaron un dedo lo que se justificaría solamente
para certificar su muerte frente a una jugosa recompensa de 10 millones de
dólares.
En este escenario, el
ejército venezolano ha entrado en una dinámica de desmoralización, que puede
tomar cualquier rumbo. Un teniente de Fragata ha propuesto una resistencia
civil para derrocar el gobierno, para el “cese de la usurpación del régimen…
y sus aliados criminales como las FARC, el ELN, bandas delictivas armadas, etcétera…
como neutralizar la ayuda en recursos de parte de China, Rusia e Irán”,
demostrando un entendimiento claro de la geopolítica en desarrollo en su
patria.
Llama la atención que
en el caso de Venezuela han sido principalmente los grados subalternos,
tenientes y capitanes, los que han asumido la responsabilidad de la sedición
que históricamente han dirigido los coroneles, como el propio Chávez lo hizo. Y
eso tiene su significado en la educación, preparación y experiencia de las
nuevas generaciones de mandos, colonizados descaradamente por Cuba.
Fuerza emproblemada en
escenarios complejos
Con más de 130
militares detenidos por traición, entre ellos un ex comandante del ejército y
varios coroneles, capitanes y sargentos, y con soldados que declaran que en el
cautiverio de las FARC recibieron mejor trato y alimentación que en el cuartel
y que “queremos poner en práctica la lección aprendida”, la conclusión
inicial es la de una fuerza armada desorientada y sin liderazgo creíble. Su
situación actual es de miedo: asesinato de superiores por sus subalternos, súper
entrenadas fuerzas especiales neutralizadas por simples terroristas, unos 20
muertos y un número indeterminado de desaparecidos en los combates de La
Victoria, asaltos a puestos de la Guardia, control territorial y poblacional
cedidos a las FARC y el ELN, corrupción generalizada.
Todo este vergonzoso
embrollo de despliegue miliciano y militar con tanques rusos, aviones de
combate chinos y obuses, pone de relieve la impreparación y la incredulidad de
las bases en una estructura que se debilitó por corrupción y politización.
Entre Diosdado, Padrino y las FARC de Iván Márquez, parece moverse esta
desastrosa dinámica que, repito, puede conducir a dos escenarios: uno, de
implosión y rebelión interna que conduzca a una autodestrucción no solo de la
institución sino del régimen, o dos, de explosión canalizada a través en un
desafuero fronterizo que intente aliviar la tensión interna y que igual termine
por desbaratar la fuerza.
Hablando de esta
segunda posibilidad, algunos especulan con una hipotética estrategia de un
incidente de seguridad serio que “abriría” el frente fronterizo noroccidental –Táchira,
Zulia–, mientras en Colombia las células narcoterroristas del ELN y las FARC
avanzarían desde el sur occidente del país, por donde sale más del 75% de la
cocaína que se produce. En esa supuesta tenaza que maniobraría desde estos dos
flancos, no es claro que, en sus circunstancias actuales, las FANB pudieran
sostener la intentona. Esa conjetura, de ejecutarse, también significaría, como
lo dijimos, un desbarajuste mayor para Venezuela y su actual camarilla
gobernante.
Como sea, el futuro
inmediato o mediato de las FANB, muestra signos inequívocos de deterioro funcional
y moral. Pareciera que el régimen gestó una deformidad que lo devorará.