Qué gran pesar me da mi amado
país, mi adorada Colombia, tan mal querida y tan mal administrada.
En Colombia tenemos una
propiedad biológica-anatómica extrañísima, y es que al marrano lo castran una
vez y las gónadas le vuelven a aparecer para poder ser de nuevo capado. Aquí no
aplica el dicho de que “al marrano no lo
capan dos veces”.
Por allá, a principios del
decenio de los ochenta, Alfonso Senior, zar del fútbol en la Colombia de esa
época, logró la sede del Mundial de Fútbol de 1986 para nuestro país, que fue
luego declinada por el presidente Betancur con el argumento peregrino de que
Colombia era un país muy pobre y que esa platica la necesitábamos para
construir los hospitales, las escuelas y las carreteras que se requerían con
urgencia. Como consecuencia de lo anterior, quedamos como el más pálido de los
traseros en el concierto internacional por mamones e incumplidos y lo peor,
esta es la hora que al menos yo, en casi 35 años, no he logrado ver las obras
anunciadas y empleadas como argumento para justificar tremenda equivocación. ¡Nos
quedó grande la grandeza!
Hace unos días el actual
Gobierno propició que la Conmebol nos quitara la sede de la Copa América, certamen
que nos habíamos comprometido a organizar con Argentina. El argumento fue la
Pandemia, y obviamente los asuntos de orden público que el Gobierno no ha
podido solucionar.
Un Gobierno que autorizó
en medio de un pico pandémico la realización del llamado “Día sin IVA” por
presión gremial y que no ha sido capaz de contener el descontento social y ha
hecho que la gente salga a reclamar a las calles en medio de otro pico
pandémico, no tiene autoridad moral de emplear semejantes argumentos. ¡Nos
quedó de nuevo, grande la grandeza!
Pero además es
consuetudinario el incumplimiento de los distintos gobiernos a los pactos y
acuerdos firmados en el interior, lo cual le resta cualquier nivel de
credibilidad a lo finalmente firmado, acordado de cualquier manera, con tal de
que cesen los paros y los bloqueos. Recuerden lo sucedido con los acuerdos
firmados en el 2017 y el 2019, y obviamente con el Acuerdo de Paz. Todos
incumplidos. ¡Nos queda grande la grandeza!
Desde la entrega de las
armas de la Guerrilla Liberal de los Llanos al entonces presidente Rojas
Pinilla, pasando por los miembros de la Unión Patriótica, hasta los
reinsertados de las FARC, todos los gobiernos han sido incapaces de garantizar
y proteger sus vidas y evitar su exterminio sistemático. ¡Qué horror! ¡Qué
despropósito! ¡Qué vergüenza! ¡Nos queda grande la grandeza!
La mejor forma de educar
es con el ejemplo y en este país, es notoria su ausencia por parte del Estado y
de los gobiernos de turno.
Los miembros de mi
generación y algunos de generaciones anteriores reclamábamos que los jóvenes no
se interesaban por los asuntos políticos y que ni siquiera hacían uso del
derecho democrático de expresarse vía voto. Ahora que están votando y
participando, están dejando ver que lo hacen sin tener en cuenta las preferencias
de otros, sino expresando su propia posición con respecto al estado de cosas y
al tipo de país que les estamos entregando.
Nosotros tampoco tenemos
autoridad moral para descalificar las posturas, preferencias y expresiones de
los jóvenes.