lunes, 31 de mayo de 2021

No más, paren ya

Antonio Montoya H.
Por Antonio Montoya H.*

Pensé no escribir esta semana ningún artículo, por cuanto considero que existen exceso de palabras y diagnósticos sobre lo que pasa en Colombia, escritas desde la izquierda, la derecha, el centro, en fin, desde todos aquellos grupos políticos que representan a un país polarizado, que destruye lo bueno para generar el caos y convertir a Colombia en un país socialista, empobrecido y rabioso. Está perdido de la realidad, sumado en protestas vandálicas, sin sentido, realizadas por personas pagadas que no saben qué representan, ni el daño que hacen y sus consecuencias.

Sin embargo, considero que no hablar es claudicar ante el desorden y el caos, por lo que debo, por el contrario, continuar alzando mi voz y lo mismo deben hacer muchos colombianos que desean la disciplina, el orden, y el crecimiento social para poder cubrir las necesidades de los más necesitados, lo cual no es demagogia, es la realidad. Si no hay empleo, habrá pobreza y violencia.

Comparto con quienes creen que Petro es el dirigente general de este paro, que incita en trinos a continuar las marchas y el paro general, a mantener el país paralizado para derrotar la oligarquía y quien, acompañado de su secuaz y locuaz Gustavo Bolívar, mantienen engañados a muchos grupos sociales, metiéndoles en la mente que con este paro continuado se tumbará el gobierno y ellos asumirán el poder. Nada más mentiroso, Petro nunca asumirá la presidencia de Colombia, porque ya se destapó lo que ya sabíamos que él quiere, la oscuridad para nuestro país, golpearlo, arruinarlo para el gobernar y convertirlo en un desastre social. Allí, en la impunidad, hacer lo que el odio lo ha movido desde su época de guerrillero, acabar con el empresariado, eliminar pensiones de jubilados, colapsar aún más el sistema de salud para luego anunciarse como el salvador y trasformador de Colombia.

Reitero que ya es hora de terminar el paro, por las buenas o utilizando las herramientas que el ordenamiento jurídico permiten, la fuerza pública, defendiendo la institucionalidad y la democracia. Nos asustamos porque los indígenas pagados, borrachos y enceguecidos por la droga intentan bloquear la ciudad de Cali, nos aterrorizamos porque los vándalos se aprovechan de las manifestaciones pacíficas a lo largo y ancho del país para generar pánico social, nos asustamos porque los estudiantes, a pesar de los beneficios que se les otorgaron, no quieren reiniciar clases, nos asustamos porque los que limpian carros en los semáforos se desaparecen a la hora de la turba y regresan luego a seguir pidiendo después de haber recibido dinero por generar caos, nos asustamos porque en ciudades como Medellín, se acaba con el sector comercial, con los bancos, con entidades como el Jardín Botánico, las estaciones del metro y se impide el trabajo honesto.

Eso es lo que quieren y eso no se puede aceptar en un país democrático donde la obligación constitucional es la de proteger la vida, honra y bienes de los habitantes. Por ello el presidente debe continuar actuando con firmeza, sin ceder ante los bandidos, protegiendo a los buenos que son los que trabajan día y noche sin descanso y que, para alimentar a su familia, no roban, no incendian, no ultrajan, por el contrario, luchan sin desfallecer por sí mismos, el país y su futuro. Ellos y nosotros somos más, no nos dé miedo, reaccionemos ante el vandalismo, exijamos que quien dañe un bien ajeno, así sean extranjeros que llevados por el dinero acaban con todo, lo paguen con trabajo o con sus bienes, o si son menores, sean los padres los responsables de semejante atropello contra el país. No nos dejemos, somos más y mejores.

No puedo dejar de expresar mi enojo porque los que defienden a los ciudadanos, los policías de Colombia, son lo que salen en los noticieros, en la prensa, como si fueran los responsables de los desmanes, y eso no es así. Están en el ojo del huracán y podemos ver con estupor como la turba enloquecida, llena de odio, se aprovecha cuando tiene a uno de ellos acorralado y le dan patadas, con rabia, enceguecidos, y el policía, sin defensa, recibe en su cuerpo los golpes más cruentos e inhumanos y son, además, quemados por bombas incendiarias. Hoy llegan a casi mil heridos y nadie lo que están sufriendo ni cómo la están pasando sus familias.

Solo reciben investigaciones por sus excesos, pero yo me pregunto cuáles excesos cuando los atacados son ellos. No es la fuerza pública la que está enervada y enloquecida, es la turba, incitada por… ya sabemos quiénes, que desahogan sus angustias, rabias y propios sufrimientos, en los hombres que nos cuidan y protegen.

Por último, les digo que no sé quiénes son los del denominado grupo promotor del paro y quién los designó para negociar con el gobierno, a quién representan. Que nos digan, porque no sabemos, con excepción de los mismos de siempre, es decir, de Fecode y sindicatos, quienes son y que hacen los otros, porque es increíble que un grupo de desconocidos, sin trayectoria económica, empresarial o social se endilguen el derecho de hablar por nosotros. O qué aporte le han hecho al país para convertirse en dirigentes de un paro que ponga en jaque a Colombia. Seamos serios y exijamos trasparencia, conozcamos por qué están allí.

No más, paren ya.