martes, 18 de mayo de 2021

De cara al porvenir: el futuro siempre llega

Pedro Juan González Carvajal
Pedro Juan González Carvajal*

Era el final del año 2019 y en varios países suramericanos había manifestaciones y marchas contra el estado de cosas. Uno de los países que más padeció este sacudón fue Chile, y Colombia obviamente no fue la excepción.

Los promotores del paro y el Gobierno, como casi siempre ha ocurrido, se sentaron en una “mesa de diálogo” y se firmaron varios acuerdos. Pregunto por simple curiosidad si alguno de ustedes se acuerda de lo pactado. Como la respuesta generalizada es que no, pues tampoco serán conscientes que nada de lo acordado se ha evacuado de manera completa y que la mayoría de los puntos ni se han tocado.

Como casi siempre ha sucedido, aquí jugamos a que el tiempo disipe las tormentas y adormezca las memorias, máxime cuando de por medio se atravesó una pandemia que trastocó todo tipo de prioridades. Pero una cosa es el nuevo afán, y otra muy distinta es que a la gente se le hubiera olvidado que había marchado, protestado y firmado un acuerdo y que, a la hora de las evaluaciones, muy poco se había avanzado, como ha sucedido paralelamente con el Acuerdo de Paz.

Gobiernos que pasan de agache, que incumplen acuerdos y no respetan la palabra empeñada, son parte del paisaje tradicional colombiano, situación que evidencia la fragilidad de nuestro pretencioso Estado.

En el sector privado también existen ejecutivos expertos en no hacer nada, en no comprometerse con nada, en no tomar posición, en estar enfocados y asociados a todos los lugares comunes y a no resolver los problemas que le dan origen a haber sido vinculados.

Aparece un simple detonante como lo ha sido una extemporánea, fallida, rimbombantemente bautizada y mal llamada reforma tributaria, y las aguas vuelven a buscar el cauce dejado atrás temporalmente, agravado por la pobreza y la iniquidad crecientes, digamos que por causa de la pandemia.

Nada justifica los desmanes. Nada justifica los incumplimientos. Ahora bien, habría que reflexionar bajo la teoría de la construcción de escenarios, que hubiera pasado con la reforma tributaria si la gente no sale a protestar. Personalmente, considero que ya la habrían aprobado. Perdió el Congreso colombiano una oportunidad única de manifestar un interés real por los problemas del ciudadano del común, habiéndose manifestado con firmeza y al unísono en contra de la reforma y abriendo un abanico de posibilidades alternas, pero no lo hizo. Solo se manifestaron abiertamente en contra el Partido Liberal y Cambio Radical en cabeza de sus máximos dirigentes, el expresidente Gaviria y el doctor Vargas Lleras.

Corresponde a estos dos partidos políticos ser consecuentes y no apoyar ninguna propuesta alternativa de reforma tributaria en el corto plazo, pues ambos se expresaron en contra del momento en el cual se estaba presentando, el cual, es a todas luces inoportuno, y cuyo estado de cosas en el corto y el mediano plazo, no van a cambiar.

Otro gran interrogante, y otra gran frustración, en términos de desarrollo nacional, es la triste realidad que viven los tres importantes departamentos del Sur Occidente del país, ante la imposibilidad de movilizar comida y combustibles.

Es cíclico que cada que hay un fuerte invierno o hay protestas, las carreteras de esta región quedan bloqueadas, lo que afecta naturalmente el transporte de alimentos, pero, y he aquí el gran interrogante, ¿no se le ha ocurrido al Ministerio de Minas y Energía, o a Ecopetrol, o al organismo gubernamental que le competa, construir un oleoducto que permita garantizar el suministro de combustibles y de igual manera descongestionar las vías repletas de carrotanques ante acontecimientos históricos  ya previsibles?

Mis alumnos son testigos de una sentencia que les he compartido en clase a través de los años y que dice que, en Colombia, se aplica aquello de “Para que hacer las cosas fáciles, si las podemos hacer difíciles”.

Ahora bien y ante la ineptitud demostrada por algunos miembros de nuestra clase dirigente, recordemos a Ángel Marcel cuando dice, parodiando el refrán de que “Aunque la mona se vista de seda ¡Mona se queda!”: “Aunque la gente de pieles se vista, gente se queda”.