miércoles, 19 de mayo de 2021

Parábola del joven capitán

José Alvear Sanín
Por José Alvear Sanín*

Un joven e inexperto marino fue escogido capitán de un gigantesco paquebote con gran pasaje y abundante tripulación.

Los armadores le advirtieron que para llegar a buen puerto tenía que evitar los numerosos escollos de la vía, especialmente en las cercanías del Archipiélago Pétreo, refugio de desalmados, insaciables y bien entrenados piratas.

El novel piloto, para llegar más rápidamente a su destino, desoyó los consejos, y desde que zarpó expuso la nave a innumerables riesgos, hasta que al fin se encontró en un estrecho canal donde encallar era lo más probable, y el retroceso, muy azaroso.

Los oficiales no entendían cómo había sido posible llegar a tan temible encrucijada. Algunos pensaban que el capitán estaba loco, pero por su afable sonrisa parecía cuerdo. Otros lo consideraban inepto, opinión unánime entre los aterrados pasajeros, pero alguien más curtido en los achaques de la navegación afirmó que el rumbo escogido contra toda prudencia obedecía al oculto designio de entregar la nave a los piratas, que la esperaban detrás de las ya visibles rocas de las islas malditas.

En medio de la angustia, el capitán tranquilizó tripulación y pasajeros, enviando plenipotenciarios a los piratas para negociar amplia y detenidamente sobre la salida del impasse, con el fin de seguir, en su buena compañía, por nuevas y bonancibles aguas...