viernes, 19 de marzo de 2021

San José

José Leonardo Rincón Contreras
José Leonardo Rincón, S. J.*

Hoy celebro mi onomástico y de ello me siento muy orgulloso. No era así de niño cuando me decían Josecito, un nombre que me parecía demasiado común y que ignoraba mi segundo nombre. Hoy es al revés: cuando veo que solo me llaman Leonardo, creo que me suprimen no solo la mitad del nombre que me identifica, sino que además me quitan un nombre del que me siento muy a gusto.

Hace 150 años, el Papa IX declaró a San José patrono de la Iglesia universal y Francisco, para recordar tal decisión con su carta apostólica Patris Corde, quiso que este año fuera en su honor. El escrito es muy bello y no quiero dejarlo pasar sin subrayar las 7 características que resalta nuestro Romano Pontífice del perfil de este hombre tan particular:

Padre amado. Amado en primer lugar por Dios, pues ser el esposo de María y padre de Jesús es evidente muestra de ello. Amado por el pueblo creyente que, al usar su nombre en personas e instituciones de una variedad enorme, hace homenaje a un hombre lleno de virtudes.

Padre en la ternura. No podría ser de otra manera en un hombre de fe que con su comportamiento era reflejo vivo de esa misma ternura que Dios misericordioso tiene para con nosotros. Patris Corde, corazón de padre, el título dado al documento, retrata quizás la más bella característica de José como hombre, de ahí que no sea mera coincidencia que la iconografía muestre siempre a José con el niño Jesús en sus brazos en una actitud afectuosa y tierna.

Padre en la obediencia. No debió ser fácil para este hombre entender lo sucedido con María y superar su repudio y rechazo. No fue fácil obedecer una orden legal que lo obligaba censarse en pleno invierno y con su mujer encinta. Tampoco tener que huir a Egipto por amenazas de muerte, estar allí un tiempo y tener que volver a vivir en otro sitio. Ese ejemplo de obediencia a la voluntad del Padre, muchas veces incomprensible, debió verlo Jesús para proceder del mismo modo.

Padre en la acogida. Acogida dijimos, de la voluntad de Dios, pero también acogida generosa a los otros, comenzando por su esposa, después de superado el incidente, de su hijo cada día y de tantos otros que debieron encontrar en su humilde hogar una casa acogedora y grata.

Padre en la valentía creativa. Ya lo vimos proceder así en momentos y tiempos adversos. Se necesita coraje y mucho valor para afrontarlos sin dar el brazo a torcer, sin claudicar, más aún, siendo creativos e ingeniosos para salir adelante. Por eso tenemos en José un modelo de emprendedor que sortea creativamente los problemas y no se arredra ante las dificultades.

Padre trabajador. Si por algo es también reconocido el carpintero de Nazaret es por su capacidad de trabajo. Hoy es su fiesta religiosa, pero el primero de mayo se le recuerda también en su faceta de obrero. El hombre que con su trabajo se siente dignificado. El hombre que labora de sol a sol, para sustentar los suyos y salir adelante. El hombre tenaz y esforzado que nos enseña a manejar acertadamente los recursos no en vano se convierte también en patrono de ecónomos y administradores.

Padre en la sombra. José tuvo claro su rol en la historia de salvación y lo asumió en propiedad y sin afán de protagonismo. Estar en la sombra es renunciar conscientemente a los primeros puestos, el reconocimiento y los aplausos. Como Juan Bautista, supo hacerse a un lado para darle a Jesús el sitial que le correspondía y ponerse de su lado para contribuir a su causa.

Ese es José, el hombre que la Iglesia hoy exalta y ofrece como referente.