Por Santiago Cossio*
Desde hace muchos años se viene
hablando sobre la carrera armamentista y la carrera espacial. Unas competencias
de los países por figurar y sacar provecho de una "mejor" posición en
lo militar y la conquista del espacio. Se podrían ampliar esas competencias
sumándole lo que podría ser la carrera económica y la carrera cultural y sus
implicaciones para un creciente Estado - nación como Colombia.
La carrera armamentista era la
obsesión de tener el poder por la fuerza con un obvio trasfondo económico. La
postguerra fría convirtió a La OTAN y al consejo de seguridad de la ONU en un
selecto grupo de niños cada uno con un botón rojo mirándose feo, todos sentados
en la misma mesa.
Obviamente viendo el sufrimiento de
la humanidad después de dos guerras mundiales, no creo que sigamos tan
ignorantes para caer en una tercera guerra mundial.
La carrera espacial va más allá de
la conquista de la Luna y Marte. Lo vivimos mes a mes cuando nos llega un
mensaje vía satélite que pagues la factura celular. La hegemonía tecnológica
por las comunicaciones nos dejó rezagados a ser creadores de contenido. (El
bazuco electrónico absorbe al planeta y aún nadie habla del electro narcotráfico).
Hay que reconocer que es difícil para Colombia competir con los veintiún
satélites que tenemos.
La carrera económica por
inalcanzable que parezca siempre hay que dar la pelea. Significa mejorar el
producto y pasar de ventajas comparativas a competitivas y luego, a ventajas
creativas. Hay que mejorar la balanza comercial, crear un sistema alimentario
nacional abundante y mejorar la distribución interna. La carrera económica es
buscar la "libertad financiera nacional" y generar una sociedad de
riquezas y abundancia.
La carrera cultural es a todas
luces, la carrera que debe ganar nuestro proyecto social. Los países, más que
dinero y poder, lo que buscan es tener un equilibrio de bienestar con
abundancia sostenible. La carrera por la felicidad es lo que buscan todos los
ciudadanos y es aquí donde Colombia tiene todo para conquistar el nuevo orden
cultural del planeta tierra.
El turismo, la gastronomía, las
artes, la identidad y la felicidad social confabulan a un bienestar que no lo da
ni el dinero ni el poder.
Soñábamos con ser Suiza, pero es
mejor soñar con ser una mejor Colombia.
P.D. Pasamos de la patria boba y post
pendeja a la patria cultural dónde nos debemos valorar como nación y eso
comienza con un cambio cultural de mentalidad colectiva.