Por Andrés de Bedout Jaramillo*
El llamado de atención
del concejal Carvalho a la mayoría de sus compañeros de curul, especialmente a
los que llevan muchísimos años en el Concejo de la ciudad, fue un acto
responsable y valiente.
Es muy raro que la junta
directiva del municipio de Medellín en pleno, no se haya pronunciado ni a favor
ni en contra, de las presuntas dañinas conductas del alcalde, en EPM, Ruta N,
Buen Comienzo, Jardín Botánico, etcétera. Cuando el Concejo actúa en pleno, el
gobernante obedece. Concejales de Medellín, nunca es tarde, el interés general
prima sobre el interés particular, pronúnciense en pleno, rápido.
La voz insistente y
aislada del concejal Ramos, tratando de llamar la atención de sus compañeros y
de la ciudad entera, por fin empezó a encontrar aliados hasta dentro de su
propio partido; definitivamente, “la constancia vence lo que la dicha no
alcanza”.
En la instalación de
las sesiones ordinarias del Concejo, deja mucho que decir el hecho de que el
alcalde Quintero, no hubiese aprovechado la oportunidad para debatir con su
junta directiva, donde al parecer todavía conserva las mayorías, todos los
temas, de los que los ciudadanos requerimos explicaciones.
Es muy curioso que,
ante tantas acusaciones y denuncias, ningún órgano de vigilancia y control se
haya pronunciado ni siquiera para informar el estado de los presuntos procesos
que se siguen contra el alcalde y sus colaboradores.
Más curioso aún, que la
registraduría nada que entregue los formularios requeridos para la recolección
de las firmas para el tedioso e inoportuno proceso de revocatorio; digo
inoportuno por el tema pandemia y tedioso por no contar con una reglamentación
que permita una mayor agilidad para retirar oportunamente un mal gobernante.
Ser concejal se ha
convertido en una profesión, que, para poderse sostener en ella, se requiere de
la reelección cada 4 años, donde las cuotas burocráticas y los contratos se
convierten en las herramientas más importantes para poder tener los equipos de
trabajo político y a los financiadores, aceitaditos, siempre listos. Por eso es
tan importante pertenecer a la coalición mayoritaria de turno que acompañe al
alcalde en todas sus pretensiones, a riesgo de perder lo conquistado en puestos
y contratos.
Estoy seguro de que el
concejal Ramos no tiene nada en el Municipio de Medellín y el concejal
Carvalho, si algo tenía, seguro que se lo van a quitar. Inclusive es muy
factible que, si tiene buena oficina y buen carro, lo rebajen de categoría o
mejor a la categoría de opositor, porque la mesa directiva del Concejo es fruto
de la coalición mayoritaria; allí es donde se manejan las oficinas y los carros
del Concejo, además de los viajes, capacitaciones, comisiones, etcétera.
Frente a esta triste
realidad, solo queda la esperanza de que alcaldes y concejales respeten los
procesos de selección de personal y contratistas capacitados, serios,
responsables y honestos, que le cumplan a Medellín en sus propósitos, trazados
desde hace muchos años, con la participación de todos los estamentos de la sociedad
(Estado – universidad - empresa), que permitieron superar situaciones demasiado
difíciles, que muchos no conocieron por su juventud y otros ya olvidaron. Lo
único cierto es que el narcotráfico en todas sus expresiones cambió de dueños,
ampliando su radio de acción a muchísimas actividades. La violencia desmedida
está regresando a todos los rincones del país, permeando a la política y por
ende a los cuerpos colegiados y demás estamentos de la sociedad.
La réplica del médico y
concejal Dib, respetuosa, sentida, clara, salida del corazón de un viejo con
experiencia, debiera ser aprovechada por el alcalde Quintero, su gabinete y por
los concejales de la coalición, para buscarle una salida a esta tan rara
situación que vive nuestra ciudad, donde todo indica que vamos por muy mal
camino. Las preguntas que Dib dejó en el ambiente, las debió haber respondido
Quintero en el acto, no haberlo hecho, fue aceptarlas. “El que calla otorga”.
Que nuestro Señor
Jesucristo se apiade de nuestra ciudad.
“Pobre Medellín”.