jueves, 4 de febrero de 2021

Vigía: elecciones en Ecuador, peligro regional

Coronel John Marulanda (RA)
Por John Marulanda*

“Recuperamos Bolivia” anunció Samper, elegido presidente de Colombia en 1994 con el dinero del cartel de Cali. Lo dijo la semana anterior durante una reunión del Grupo de Puebla, y enfatizó: “Esperamos ganar las elecciones en Ecuador”. Rafael Correa, también miembro del mencionado Grupo, fue elegido presidente de Ecuador en 2007, con aportes del narcocartel de las FARC.

Un candidato y el ELN

El próximo domingo, el Ecuador elegirá un presidente y 137 parlamentarios, y Andrés Arauz, candidato de la Izquierda socialista, buscará convencer al 40% de votantes indecisos con la emocional apelación de “Unión por la esperanza”. Este candidato de Correa espera ganar en la primera vuelta y para ello cuenta con el apoyo y el dinero del narcocartel del ELN, según reveló hace poco una revista colombiana.

De ganar Arauz, un joven “progre”, se teme que revitalizaría el aparato logístico-político-militar que Correa facilitó a las FARC en Ecuador y que sería aprovechado por el ELN para expandir sus negocios e influencias en el andén Pacífico binacional por donde sale más del 70% de la cocaína colombiana. Las consecuencias para la región serían dramáticas, como que el narcotráfico, la minería ilegal y el crimen organizado transnacional, aumentaría su participación en el poder político en Latinoamérica.

Falacias de los banqueros, dice, desde Bélgica, Correa, condenado a 8 años por corrupción, pero en 586 kilómetros de frontera terrestre colombo-ecuatoriana y 200 millas de marítima, una rápida relación de las organizaciones criminales que allí delinquen muestra lo complicado del escenario: ELN, disidencias FARC, FARC marquetalianos, Bloque Alfonso Cano, Frentes Comuneros del Sur y Cordillera sur, Oliver Sinisterra, Franco Benavídez, Urías Rondón, Clan del golfo, Autodefensas gaitanistas, Contadores, Sinaloa, la Constru y otras más. Diferentes organismos oficiales y ONGs, registran más de 20 grupos armados ilegales, con influencia en la zona limítrofe. Desde el territorio venezolano, el ELN, señalado financiador de la dupla Arauz-Rabascall (fórmula vicepresidencial), ha venido conquistando espacios y sometiendo corazones a lo largo de las fronteras de la región. Ahora hace presencia en Loreto, Perú y ni qué decir de sus actividades en Sucumbíos, Carchi y Esmeraldas, Ecuador.

Además de las narcoredes colombo-ecuatorianas compuestas por grupos armados, políticos corruptos, empresarios oportunistas, militares infiltrados e indígenas, Ecuador, con la tercera deuda más grande de América Latina con China, después de Venezuela y Brasil, vería seriamente comprometidas su estabilidad y su soberanía.

Peligro regional

En la región, la izquierda a los narcos les ofrece “abrazos, no balazos” como anunció López Obrador en su posesión, pasando por alto algo que hemos aprendido y es que detrás del dinero narco, siempre llega la violencia narco. AMLO tuvo que arrepentirse y retroceder en su pía política. Y si Carondelet es liviano y aquiescente con el ELN, por compartir su ideología socialista y en pago a sus aportes de campaña, es previsible un desborde incontrolable de esa narcoviolencia, disfrazada de revolución antiimperialista y defensa de los pobres, con teología de la liberación incluida. Cuba, jugaría de nuevo un papel preponderante en Ecuador y los norteamericanos se alejarían de restablecer el control sobre el arco de las Galápagos, abierto por los narcos gracias a la expulsión de los gringos de la base de Manta.

Resucitar la inútil Unasur, renovar la falacia del “buen vivir” y seguir las instrucciones de Correa desde Bélgica, es decir, las del Foro de Sao Paulo, del Grupo de Puebla y de Miraflores, son la perspectiva de un gobierno Arauz. Y no se necesita ser muy perspicaz, para entender que la tenaza Caracas-Quito, ayudará desestabilizar a Colombia con miras a las elecciones del 2022, con el aliento soterrado de Cuba y las sonrisas de Pekín y Moscú. Así lo advirtió el presidente Moreno, en las últimas horas.

A lo anterior, se agrega el “nuevo camino” de Biden hacia la región, una bilateralidad “buenista” estilo Obama hacia Cuba y Venezuela, y que ya dio sus primeros pasos al aliviar algunas presiones portuarias sobre la dictadura madurista, también en las últimas horas. Y Santos, naturalmente, saltó a pedirle a Biden que borre a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo. Esa política de Washington y un eventual triunfo electoral de Arauz, afectarán a toda la región, pues lo que avanza es una izquierda, medrando ahora con el rótulo de centro, financiada por el narcotráfico, la minería ilegal y la corrupción. Este domingo Ecuador puede ser el próximo país en caer en estos “vientos progresistas”, como los llama el expresidente Samper.